Unexma - Alma sin Alma /Sinopsis y Cap. 1

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Unexma - Alma sin alma ©

Sinopsis

La historia está narrada en parte por Antonella, una niña de 8 años que sufre constantemente del acoso y apariciones de una mujer horrible que la visita cada noche. Lamentablemente, sus padres no le creen y esta situación hace que esta mujer se fortalezca más y pase a ir demostrando cada vez más sus poderes y lo que quiere de ella. Afortunadamente para Antonella, conoce a Brenda; su vecina y mejor amiga, la que acostumbrada a estas apariciones, no demuestra miedo y así juntas se protegen de estas visitas paranormales.
Pero lo que ambas chicas ignoran, va más allá de lo imaginable.
Unexma, no es simplemente lo que ellas creían; y tal vez hubiera sido mejor que nunca lo hubieran descubierto. Ahora deben intentar terminar con todo, antes de que sea demasiado tarde.
¿Lograrán salvar sus almas?

Unexma - Alma sin alma

Capítulo 1

Nota del autor: La historia está narrada principalmente, por una niña de 8 años, por lo que se cuenta la historia desde esa perspectiva. Con expresiones acordes a su edad.

UNEXMA

CAPÍTULO 1

-Ya hija, es hora de dormir -dijo mi madre.

-¡No! Todavía no quiero dormir -dije.

-Amor, ya es tarde y tú tienes que descansar. Jugaste todo el día con tus amiguitas.

-Si sé, pero, ¿por qué existe la noche?

-Porque así lo quiso Dios, para que todos descansemos.

-Pero yo no duermo; por eso me cuesta tanto trabajo despertar por las mañanas, incluso mi profesora me regaña, porque a veces me quedó dormida en la clase -dije enojada.

-¿Cómo que no duermes? -me preguntó.

-Una mujer no me deja dormir.

-¿Qué mujer?

-Una mujer alta, vestida de negro, creo que usa un vestido, usa un sombrero y no le puedo ver su rostro. Pero sus ojos rojos le brillan mucho, y me llama con su mano, y me da mucho miedo.

-Hija, a lo mejor has tenido alguna pesadilla y crees que la ves en tu habitación.

-¡La veo todas las noches! -Cuando ya están todas las luces apagadas y me quedó dormida, la mujer aparece al lado de la puerta, escucho primero que me llama por mi nombre para que despierte, y cuando por fin despierto, la veo al lado de la puerta y con su mano me llama nuevamente.

Mi madre me abrazó y me dio un beso en la frente, me dijo que está noche dormiría conmigo, para que no estuviera tan asustada y pudiera dormir tranquila. Esa noche la mujer no me llamó, pero desperté repentinamente y la veo al lado de mi madre, quise gritar y no me salía la voz, estaba con el grito ahogado, traté de menear a mi mamá, pero no tenía fuerzas. Entonces esa mujer, me mostró su cara; ¡era horrible!, llena de pequeños agujeros y de ahí le salían unos gusanos ensangrentados. Me sonrío y mostraba sus dientes de oro. Con su mano iba a tocar la cabeza de mi madre, y de pronto pude pegar el grito con todas mis fuerzas y vi cómo se esfumó y mi mamá saltó de la cama del susto:

-¿Qué pasa Antonella hija? -gritó alarmada.

-La mujer... La mujer -dije temblando de miedo. De pronto, sentí unos pasos rápidos por el pasillo. Abrieron la puerta de mi habitación; era mi padre.

-Escuché los gritos desesperados de la niña.
¿Qué pasó? -preguntó mi padre.

-¡No lo sé! -dijo nerviosa mi madre.

Yo no decía nada, estaba muy asustada. No puedo borrar de mi mente aquella siniestra sonrisa.
Mi madre me tenía abrazada y me hacía cariño en mi cabeza. Mi padre fue a buscar un vaso con agua, lo trajo y bebí unos sorbos; luego nos dijo que fuéramos a la habitación de ellos y entonces fuimos a dormir allá. Dormí un poco más tranquila, pero todavía tenía miedo. Ya no quería ir a dormir en mi habitación.
Mi padre estaba muy preocupado por mí, me hizo preguntas sobre a quién veía por las noches; le expliqué, le pedí por favor que me dejara seguir durmiendo con ellos. Mis padres me dijeron que sí, a pesar de que tengo ocho años y tengo que ya dormir sola, pero en esa habitación no puedo. Y así pude dormir tranquilamente los siguientes días, en la habitación de mis padres. Espero que por fin esa mujer ya no aparezca nunca más y me deje en paz.

Mi vida seguía tranquila, dormía bien por las noches y ya no me dormía en la clase. Mi profesora ya no me regañaba; aunque ella me preguntaba qué me pasaba antes. Yo no quise contarle, pues pensaba que no me iba a creer. Llegando a casa, hacía mis tareas normalmente, pero cuando tenía que buscar algo en mi habitación me entraba miedo y sentía que alguien me observaba, y trataba de salir rápidamente. Lo más extraño, es que de día no tenía ese miedo tan intenso, sino que solamente en las noches y cuando pasaba por fuera de mi habitación.
Mis padres, al ver que estaban perdiendo su intimidad al tenerme durmiendo con ellos; y para que yo estuviera tranquila y tuviera ganas de volver a mi habitación, pensaron en una posible solución.
Mi madre habló con el sacerdote de la parroquia, le contó lo que me pasaba y como él me conoce desde que nací, dijo que iría a la casa a bendecirla. Entonces él vino a bendecir la casa y sobre todo mi habitación. Después de eso, hubo tranquilidad en la casa y ya no vi a aquella mujer horrorosa por un buen tiempo.

Autora: Lorena Castro Castro.
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Chilena.
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