Unexma© Alma Sin alma /Cap. 24

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CAPÍTULO 24

... Y salí de la cocina, me dirigí hacia donde se escuchaban esos ruidos y sentí que venían del comedor, entonces miré  para el comedor y vi a un grupo de jóvenes armados con palos —parece que vienen a robar o algo parecido— tienen cara de drogadictos o borrachos; y yo estaba frente a ellos, pero ellos no podían verme. Es como si hubiese viajado en el tiempo, como en esa pelicula de Michael J. Fox. Entonces los seguí y vi que empezaron a buscar cosas de valor revolviendo cuanto cajón veían.
La verdad es que ni sabían robar estos idiotas, porque se nota claramente que acá no tienen muchas cosas de valor, además hacían mucho ruido y precisamente por eso, se encendió una luz en el pasillo del segundo piso; era la mujer madura que había salido a causa del ruido y los vio, y en lugar de arrancar y meterse a su cuarto para buscar refugio; gritó muy fuerte pidiendo ayuda:

—¡Ayudaaaa, auxilioooo! Nos están robando. ¡Auxi...

La mujer no pudo seguir gritando porque uno de los tipos había subido corriendo y le tapó la boca con su mano. Al mismo tiempo que la tenía amenazada con un cuchillo que puso con determinación sobre su cuello y empezó a insultarla,  mientras le decía que entregara el dinero y todo lo que tuviera de valor o sino sufriría las consecuencias. Los demás hombres también subieron y ya estaban junto a la mujer y él que tenía el cuchillo le dijo:

—Ahora llévanos a tu habitación vieja de mierda y entréganos todo lo que tienes de valor.

—Sí, sí, les entrego lo que tengo y se van por favor de acá y no nos hagan daño —dijo ella muy asustada.

—¿Nos? ¿Quién más está en la casa? ¡Habla vieja, o te mato! —le ordenó el tipo del cuchillo.

—Solo mi hija y yo. Nadie más. ¡Lo juro! Por favor, no nos hagan daño —repetía ella.

—¡Busquen a esa niña por toda la casa! ¡Qué no escape! —ordenó el mismo hombre, que al parecer era el jefe de la banda.

Entonces se llevaron a la mujer al dormitorio de ella y un individuo se quedó revisando las otras habitaciones. Yo entré con el grupito a la habitación; una vez dentro veía como la mujer entregaba su cartera con todo lo que tenía y un pequeño joyero. En eso, entró el individuo que se había quedado afuera; traía a la muchacha del brazo:

—Miren que belleza encontré —anunció triunfante.

—Tienes razón, es todo un bombón —respondió otro.

—Mira vieja, tienes que tener más cosas de valor por ahí, así que suelta lo que tengas guardado o si no, tu hija sufrirá las consecuencias.

—¡Ya les dije! Les entregué todo lo que tengo, miren acá está mi anillo de matrimonio; es de oro. También llévenselo, y dejen a mi hija en paz, por favor.

—Muy poco. Creo que voy a saborear esta lindura en todo su esplendor —contestó el tipo, que hacía las veces de jefe de la banda; saboreándose los labios y acercándose a la muchacha.

—¡Mamá! ¡Dile que me dejen tranquila! —gritó la chica.

—¡No, por favor! ¡Déjenla en paz! —gritó la señora.

—¡Agarren a la vieja y que no se mueva!, por mientras probamos de este manjar de los dioses —ordenó, y enseguida dos tipos agarraron fuertemente a la señora a punta de cuchillos.

—¡Noooo! ¡Mamita ayúdame! —gritaba desesperada la chica, y yo solamente miraba tan horrible espectáculo. Una sensación enorme de impotencia, se me hacía presente en ese momento. Estaba siendo testigo de un crimen y no podía hacer nada por evitarlo ni ayudar. ¡Qué rabia e impotencia siento!

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