Capítulo 11

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Oí el sonido del despertador, estaba en la habitación de Flavio, deberían ser las diez y cinco ya que no era la primera vez que sonaba. Abrí los ojos lentamente y me di cuenta de que estaba literalmente encima de Flavio. Este también se acababa de despertar y me miraba sonriente. No podía moverme o me haría daño en la pierna y tendría que estar más tiempo con silla de ruedas. Nuestras caras estaban a pocos centímetros. Él seguía sonriendo y yo sorprendida y un poco roja. Nuestra respiración se coordinó y nos mirábamos a los ojos. 

- Flavio… - Le dije yo tímidamente. Realmente estaba muy cómoda pero al mismo tiempo estaba un poco nerviosa

- Dime - a él se le veía menos nervioso, sus ojitos achinados me miraban fijamente a mis ojos y viceversa. Flavio me estaba abrazando por la cintura. 

- Puedes llevarme a mi silla por favor. - Flavio pestañeo varias veces, no se esperaba que le dijera eso. Se que me estaba empezando a gustar pero no podía estar con él, ¿y si no es como creo que es? Será mejor que no tengamos nada. Este me dejó con cuidado estirada en la cama y se empezó a desvestir. - ¿Otra vez Flavio? Podrías avisar. 

Dije yo sonrojandome, él se empezó a reír mientras se cambiaba de ropa.

- Que pasa Samanthi, ¿te da vergüenza? - dijo Flavio riéndose. Me cogió en brazos y me dejó en la silla. Fuimos al salón donde encontramos a Anaju con el móvil. Esta me ayudó a ducharme y me llevó a mi casa. Pasé el día allí con mis amigas.

Al día siguiente

- Sam despierta ya, Flavio debe estar a punto de llegar para llevarte al médico. Va que hoy te quitan la silla de ruedas. - Me desperté de golpe y me incorporé en la cama.

Con ayuda de Eva me duché y me vestí. Cuando salí de la ducha pude ver a Flavio esperando sonriente en el sofá. Se había vestido con unos vaqueros rotos cortos de color azul y una camisa negra con piñas amarillas. Estaba muy mono.

- ¿Vamos? - No contesté, me había quedado demasiado impresionada al verle. Me dí cuenta a los pocos segundos de que me acababa de quedar embobada. 

- Claro - dije yo disimulando, aunque ya era demasiado tarde, se habían dado cuenta.

Nos subimos al coche de Flavio y nos dirigimos hacia el hospital. Me extrañaba que tuviera un Mercedes, y no era el mismo que el de su hermana, que también tenía otro. Por no hablar de la casa donde vivía. Su padre era taxista y no acababa de entender cómo podía ser que tuvieran tantos lujos.

Llegamos al hospital y Flavio aparcó en el parking. Este me llevó hasta los ascensores. 

- ¿Lista para que te quiten la silla? - me dijo él sonriendo.

- No sabes las ganas que tengo de andar. - Ni yo misma me lo podía creer. La semana me había pasado como si fuera un mes. No aguantaba más sin poder correr o andar.

- Yo no sé si tengo tantas ganas. - No me podía creer lo que acababa de decir. Lo miré un poco mal sin darme cuenta. - No me mires así mujer, lo digo por que ya no tengo excusa para dormir contigo. 

Me sonrojé por centésimas vez y le abracé. Estuvimos esperando en la puerta de la consulta hasta que nos llamaron.

- Buenas tardes, ¿Samantha Gilabert? - Me dijo la doctora. Asentí con la cabeza y nos dejó entrar. - A ver Samantha según tengo entendido te caíste por la calle y te rompiste uno de los músculos de la rodilla ¿verdad?

Asentí con la cabeza. La doctora fue muy maja en todo momento. Estubo haciéndome pruebas por un rato.

- Bueno según las pruebas ya estás mucho mejor, te podemos dar las muletas pero tienes que estar con alguien que te ayude en caso de que necesites algo. ¿El chico es tu novio? - me preguntó la doctora señalando a Flavio. 

- No

- Ojalá - Dijo Flavio al mismo tiempo que yo. No sé cómo lo hacía pero Flavio me hacía estar más roja que después de una hora en la playa. La doctora se rió.

- Bueno aquí tienes las muletas. - me dijo la doctora mientras me daba las muletas y se levantaba. Cogí las muletas y empecé a andar con ellas. Que bien se sentía usar al menos una de las piernas. En cuanto salimos de la consulta Flavio me cogió en brazos.

- ¿Eres consciente de ya puedo andar verdad? - le dije riéndome. Me dió un beso en la mejilla provocando que se me pusiera la piel de gallina. 

- Ya, pero me gusta más así.

𝒱𝓊ℯ𝓁𝓋ℯ 𝒶 𝒷ℯ𝓈𝒶𝓇𝓂ℯ | FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora