CAPÍTULO 9

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—JUGUETE—


Jimin entró con un obvio ceño fruncido y una expresión de total enojo, la cual hacía que su atractivo rostro se convirtiera en una significativa señal de que no estaba de humor y, además, de que era mejor quedarse alejados de su persona. Los betas y alfas, que antes estaban ocupados cada uno en lo suyo, al mirarlo pasar por sus costados supieron que no debían de meterse en su camino, aunque el alfa de sangre pura ya afirmaba con toda seguridad de que ninguno de los lobos bajo su mando, en su sano juicio, tendría el valor suficiente para enfrentarle o preguntar siquiera sobre el porqué de su estado.

Había ingresado por la puerta trasera del edificio que le pertenecía y que daba justo al despejado callejón en donde se encontraban los contenedores de basura. A esa hora de la noche, y a poco de dar comienzo a la madrugada, no existía ni una sola alma que estuviera rodando por aquella calle. De todos modos, en donde el peligris y su manada residían, desde largo tiempo, no era precisamente una zona en la que se podría considerar como bonita o agradable, a pesar de ser tranquila y algo transitada.

Cuando acabó con el segundo trabajo del día y salió de la guarida, donde se ocultaba la maldita sabandija y sus colegas que le dispararon para defenderlo, le había enviado un mensaje a Hoseok para informarle que tendrían que posponer la salida, ya que estaría ocupado por varios jodidos días, a lo que el pelirrojo le contestó con un amistoso: "No hay problema. Yo, por ti, espero todo el tiempo que quieras ;)".

La divertida carita y respuesta del alfa mayor lo había puesto feliz por unos segundos hasta que recordó que debía encargarse de saber sobre el paradero de Namjoon, de qué castigo sería el mejor o adecuado para su incompetente grupo juvenil y qué hacer ahora con el vástago del empresario Jeon, en caso de que hubiera logrado escaparse. La última cosa era más importante que los dos asuntos anteriores.

Sin importarle en lo más mínimo, bajó al "topo" de su hombro derecho para así dejarlo caer sobre el duro suelo. Durante todo ese rato lo tuvo cargado y al llegar al inicio de las escaleras que dirigían a la parte subterránea de la edificación, simplemente, le cansó la sola idea de seguir teniendo sobre él al alfa y mandó al imbécil a saludar, y conocer de más cerca, al piso. De seguro, si el hijo de perra estuviera despierto o siquiera con algo de consciencia, se hubiera quejado por tan doloroso impacto, pero ya que ese no era el caso, daba igual.

Lo agarró del tobillo y emprendió su descenso por los peldaños. No le interesó el sonido del cuerpo golpeándose con cada una de las gradas de la escalera mientras bajaba, le interesaba mucho menos comprobar si el traidor salía más lastimado de lo que ya estaba. Había sido y sigue siendo, literalmente, una carga y pesaba como la mierda, pero no se quejó en voz alta de ello. Le subía el ánimo saber que, a fin de cuentas, estaría muerto en cuestión de minutos o, si tenía suerte, horas e incluso días.

Una vez que ya estaba en el amplio sótano, continuó arrastrando el cuerpo del alfa por el pasillo en donde se visualizaban diferentes puertas que conducían a habitaciones, que eran comúnmente usadas como almacenes o depósitos de algunas armas y diversidad de bienes. Se adentró en la penúltima puerta y ahí encontró a Taemin afilando una de sus amadas cuchillas.

El beta tenía un gran fanatismo y devoción por sus preciadas armas. Coleccionaba desde cuchillos de cocina hasta katanas totalmente originales y hechas en Japón por un viejo amigo que era herrero y chapado a lo antiguo. No había día en el que Lee no se quedara admirando y limpiando sus "tesoros". A su subordinado solo le faltaría ponerle nombre a cada una de sus armas para que Jimin ya lo mirara como un rarito.

►DAME SOLO UNA OPORTUNIDAD◄||국KOOKMIN민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora