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Nunca habría imaginado que su papel en Rosewood fuera a ser tan fácil, y tampoco había esperado emociones tan encontradas. En muy breve espacio de tiempo, los dos Oh habían conseguido afectarlo de modo irracional. SeHun, cautivando sus sentidos y envolviéndolo en su hechizo sensual, y el joven YiXing atrayendo poderosamente su corazón.

Su respuesta a SeHun lo desconcertaba e inquietaba al máximo. No le gustaban en absoluto los tiernos sentimientos que él había despertado en su interior. Era en extremo necio que se permitiera sentirse emocionalmente atraído hacia él. Tenía que recordar que su seducción era para SeHun un juego impulsado por la venganza, y que él era su presa.

Casi deseaba concluir ya con esa inseguridad. Por la razón que fuera, él le había concedido un aplazamiento, retrasando la realización de su trato. Pero LuHan había llegado a un punto en que la perspectiva de compartir su lecho no le resultaba tan angustiosa como la tensión de aguardar a que cayese el hacha. Sólo podía considerar el acto sexual con temor y, a la fría luz del día, era incapaz de creer en la suposición de SeHun de que él podía ser un Hombre apasionado.

LuHan razonó que, cuanto antes se consumara su trato, antes descubriría Oh la verdad sobre él y antes concluiría su persecución. Una vez que él viera cuan poco brillante era, se cansaría, y tal vez lo enviaría a hacer su equipaje.

Sin embargo, salvo por la amenaza que pendía sobre su cabeza, su vida era allí más agradable de lo que tenía derecho a esperar. Lo más raro era no tener que preocuparse constantemente de sus medios de subsistencia. Durante los últimos dos años, había dedicado una parte considerable de cada día a decidir el mejor modo de alargar un cuarto de penique. El dinero, en cambio no era problema para SeHun, sobre todo cuando se trataba de la recuperación de su hermano. Había accedido rápidamente cuando LuHan sugirió que una modista y una sombrerera podrían elevar la moral de Yixing.

El joven se negaba rotundamente a salir de la finca, ni siquiera para ir de compras; sin embargo, LuHan creía que sería beneficioso que el muchacho volviera a interesarse por su aspecto.

—Pero no necesito trajes nuevos —protestó Yixing, mostrando una vez más que poseía una vena obstinada—. No tengo dónde llevarlos, puesto que me propongo no volver a salir de aquí.
—Tal vez no —lo engatusó LuHan—, pero mi hermana JiYeon cree que no hay nada como un sombrero nuevo para hacerte sentir guapo, aunque puedes arreglarte con un chal o dos para nuestras visitas a los jardines. Por otra parte, necesitarás un traje para la piscina que tu hermano está construyendo para ti en el invernadero.

Al llegar la sombrerera con sus sombreros adornados con cintas, lazos, encajes y plumas de avestruz, Yixing encontró dos que la atrajeron especialmente.

—Supongo que los sombreros que venden en Londres son más elegantes que los que se pueden encontrar aquí en el campo —le dijo a LuHan, algo melancólico, en cuanto volvieron a estar a solos.

—No siempre, aunque los precios son más exorbitantes allí.
—Debe de ser maravilloso vivir en Londres.
—En realidad, a mí la ciudad no me gusta mucho.
—¿No? Pero si allí hay mucho que hacer y que ver. Bibliotecas públicas, librerías y museos, obras de teatro, representaciones de ópera...
—Ésas son ciertamente las ventajas, pero yo estaba pensando en el torbellino social.
—¿Te refieres a bailes, reuniones y cenas?

LuHan asintió mientras envolvía en papel de seda el sombrero de color limón que YiXing había escogido. Durante el punto álgido de la temporada no era insólito recibir media docena de invitaciones para una sola noche. Cuando él tenía la edad de Yixing, la perspectiva de un baile era de lo más emocionante. Pero al hacerse mayor había ido estando menos cautivado por la jaula dorada de la sociedad londinense, el vacío, el despiadado fingimiento, las hirientes y vengativas habladurías. Y cuando su marido había comenzado su espiral hacia abajo, las veladas se habían vuelto casi insoportables. LuHan se recordaba con el rostro tenso durante horas, con una sonrisa estereotipada en los labios, soportando las miradas sombrías de aquellos que en otro tiempo aseguraban ser sus amigos. No obstante, no deseaba estimular las solitarias inclinaciones de Yixing.

Seducción [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora