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Estaba apoyado ante el hogar encendido, con una bata de brocado azul medianoche. Sin dejar de mirarlo se llevó una copa a los labios.

—¿Quieres una copa de brandy, ángel?

Comprendió que no era un sueño. Su voz era suave y sensual como la luz de la luna y la expresión de su hermoso rostro igual de seductora.

LuHan, que dudaba de si debía sentirse alarmado, buscó a tientas la bata de seda a los pies del lecho.

—¿Qué deseas, milord?
—¿Te sorprendería si te dijera que compañía?

LuHan lo miró con fijeza y él se encogió de hombros.

—Resulta que a veces el sueño me esquiva, en especial desde el accidente de mi hermano. Prefiero no enfrentarme a solas con mis demonios. ¿Por qué no vienes aquí conmigo junto al fuego?

Como no deseaba permanecer en situación tan vulnerable, se puso la bata sobre el camisón y se levantó del lecho. Cuando se hubo abrochado la prenda hasta el cuello, se acercó a él prudentemente, hasta colocarse junto a la chimenea.

—¿Cómo has entrado? Debes haber usado una llave.
—No. Tú tienes la única que existe.
—Pues ¿cómo?
—¿Me creerías si te dijera que hay un pasadizo secreto? Un antiguo barón Oh lo hizo construir durante el sangriento reinado de Cromwell para tener un rápido medio de escape. Pero mi padre lo usaba como un conveniente acceso a sus amantes.

SeHun señaló hacia un rincón de la estancia muy próximo a las ventanas.

—Un panel de ese muro se desplaza hacia un lado.

Una oleada de cólera invadió a LuHan ante su engaño.

—¿Por qué entonces organizaste todo el espectáculo de darme la llave del dormitorio si tenías acceso a él en todo momento?
—Reconócelo, ¿no te sentías más cómodo mentalmente creyéndote a salvo de mí?
—Dijiste que no vendrías hasta que te invitara.
—Dije que no te pediría compartir tu lecho... y no lo haré.

A LuHan no se le ocurrió ninguna respuesta, pues sabía que él tenía razón. Sin embargo, su lógica sólo reavivó su resentimiento.

Con tranquila mirada él añadió:

—Cumpliré lo que te dije, LuHan. No tienes nada que temer de mí.

Él lo miró fijamente maldiciendo su propia temeridad. SeHun sería a partir de ese momento una figura siniestra y amenazadora errando como un fantasma en mitad de la noche, metiéndose en la habitación siempre que quisiera y mirándolo dormir. Pero para su propia sorpresa, él no le temía, tan sólo estaba irritado.

Primero lo había obligado a aceptar aquella situación insostenible y luego había dejado de cumplir su palabra en espíritu ya que no en la letra.

—No te temo —replicó irguiendo la barbilla.
—Pero no confías en mí —puntualizó con débil sonrisa—. Tus ojos son lo bastante expresivos.
—Desde luego que no confío en ti. Creo que me has dado pocas razones para ello.
—Tengo que convencerte de lo contrario.

LuHan se removió incómodo sobre sus pies descalzos preguntándose si tenía derecho a pedirle que se marchara.

—Entretanto... —lo observó Oh demorándose en su cabello revuelto por la almohada— ¿no me harás compañía? —repitió—. Te prometo que esta noche no me siento inclinado a la seducción. Todo lo que quiero de ti es tal vez un poco de conversación.

Al ver que aún vacilaba, cambió de táctica.

—En realidad, he venido a darte las gracias.
—¿A mí?
—He visitado a YiXing después de cenar y accede a ver al doctor Underhill.

Seducción [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora