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Dos de la mañana y quince minutos.

¿El día no podría haber sido peor para el oficial Lee?

Estuvo parado en esa esquina desde las siete de la tarde por haberse olvidado de una simple reunión y de que debía ir a su turno. Por ello, no sólo le regañaron de la peor manera, sino que también hicieron que ocupe el turno de noche para cumplir sus horas.

Pero eso no era lo que lo tenía mal, sino el hecho de que le hayan asignado un horrible lugar para cuidar, pues aquella plaza era terrible de noche y él estaba solo con su carro.

Lee no era miedoso, de hecho, hasta se consideraba el más hombre entre todos sus compañeros de trabajos.

"No le temo ni a la misma muerte." Es lo que siempre dice.

Pero él quería escuchar música y no podía por tener que estar atento a los sonidos.

La música es la vida para él, no puede estar ni un sólo minuto sin su preciado celular, sus auriculares de oro y su música. Pero desde que su padre decidió su futuro como un policía, tuvo que hacerse más responsable, sólo tenía míseros treinta minutos para escuchar música —que eran los minutos correspondientes al descanso.

Salió de sus pensamientos cuando logró oír unos ruidos provenientes de detrás de los árboles, justo al entrar a la plaza.

Y decir que se cagó hasta las patas es muy poco.

Se puso de espaldas contra el carro e intentó ver algo entre toda esa oscuridad.

Claro, el genio de Lee se olvidó de la linterna.

Por poco y se olvida del cerebro.

—Maldición. —Murmuró.

Tampoco podía usar la linterna del celular, pues su móvil estaba dentro del vehículo y perdería tiempo en abrir el auto y sacarlo.

—Sea quien sea, salga de ahí ahora mismo. —Habló tratando de sonar amenazante.

Pero claro, eso era lo más ridículo.

No escuchó respuesta alguna y los ruidos se detuvieron, cosa que hizo que el oficial se relajara al menos un poco.

Respiró hondo y se refregó los ojos.

Sólo faltaban pocos minutos para terminar su turno y que viniera otro policía, debía aguantar a pesar del cansancio.

Oh, quizás es el sueño que me hace escuchar cosas, pensó Lee.

Volteó para abrir la puerta de auto y sacar su celular, aprovechando que ya no se escuchaba ningún ruido y suponía que, sea quien haya sido, ya se había ido.

Una fuerte mordida en su cuello y un pelito que le quitaron al mismo tiempo fue lo que lo alarmó; inmediatamente giró para tomar de los pelos a aquella persona que le había mordido y prácticamente empotrarla contra el cofre del vehículo.

—Mi nariz, ¡eres un bruto! —Lloriqueó el que estaba contra el auto.

Esa voz chillona se le hacía bastante familiar.

Jaló de los cabellos del adverso y se dio cuenta que el tipo que estaba agarrando no era nada más ni nada menos que el lindo, molesto y estúpido que venía a joderlo cada vez que podía.

Esa cabellera pelinegra...

Sí, definitivamente era él.

Kim comenzó a moverse tratando de soltarse del agarre del más alto, pero sólo consiguió que el policía se enojaba aún más y lo apretara más contra el capó, haciéndole soltar un suspiro.

Agitado, cansado, enojado y cagado hasta las patas, así estaba Lee.

—Mhn~, qué salvaje... ¿lo haremos aquí? —El pelinegro aprovechó la cercanía que tenían -que por cierto, era demasiada- y movió su gran y firme trasero contra la hombría del oficial.— Diga que sí.

—Maldición, cierra la boca. —gruñó Lee.— Te llevaré conmigo, mira la hora que es... me has pegado un susto.

Lee esposó al contrario y escuchó como éste reía despacito.

—¿Tendremos sexo dentro del auto? Estoy ansioso por saber cómo maneja la pistola mi hombre. —Kim se mordió el labio, tratando de verse lo más sensual posible. Y es que le salía bastante bien.

Digamos que el oficial Lee no es del todo un caballero santísimo, pues apenas sintió el semejante trasero que poseía ese tal DongHaennie, ya estuvo pensando en mil y un posiciones en las que podría azotar esa maravilla de culo.

Pero bueno, había que controlarse. Uno no puede andar follándose a cualquier loco que le abre las piernas. Menos en el trabajo.

De los pelos, tiró al chico en los asientos traseros y le cerró la puerta.

—¿Me vas a contestar~? —Canturreó el pelinegro mientras veía cómo el castaño ocupaba el asiento del piloto y se abrochaba el cinturón.

—Mantente quieto, estamos un poco lejos, en unos cuántos minutos vamos a llegar. —Habló el oficial mientras ponía en marcha el vehículo.

¿Quedarse quieto? Kim podía hacer todo menos eso.

Con el vehículo andando, trató de pasar para el lado del copiloto.

"Benditos sean los autos sin la división", se dijo Kim.

Ignorando todos los gritos del policía, DongHae se sentó a horcajadas sobre él a penas el auto paró.

—¿Ahora vamos a divertirnos, señor oficial? —Puchereó el pelinegro mientras se apegaba al chico.

—¿Por qué a mí? —lloriqueó para sí mismo el policía, tirando la cabeza hacia atrás.— Haré lo que quieras, pero por favor, quédate quieto de una buena vez. —Suplicó.

¡Bingo!

Justo a lo que quería.

—¿Hará lo que quiera?... ¿Todito? —Preguntó DongHae a lo que Lee asintió varias veces.— Quiero una cita.

El oficial arqueó una ceja.

¿Una cita?

Pensó que le pediría algo como... sexo desenfrenado por una semana en lugares públicos, el tipo tenía cara de querer eso. Pero bueno, afortunadamente sólo sería una cita.

—Está bien. —El oficial asintió y, tomando a DongHae por las caderas, lo sentó en el lugar del copiloto.— quietito y en silencio.

Kim asintió, y sonrió ampliamente, y Lee puso el vehículo nuevamente en marcha.

Oh, lindo Lee, que Dios se apiade de ti.

𝑷𝒐𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑳𝒆𝒆 ◽ EunHae (+18) (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora