VIII - No te conocemos.

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Narrador omnisciente.

El fin de semana se desvaneció en menos de lo previsto. El Domingo, Lya lo dedicó a terminar su tarea de pociones, a intentar descubrir rincones de Hogwarts y a tirarse en la cama todo el día. Los recuerdos del día anterior con los chicos Slytherins rondaron su mente en diversas ocasiones.

Los Gryffindor a penas la habían dirigido la palabra desde el Sábado por la mañana, y sentía que Hermione en el dormitorio la evitaba. Esa misma mañana de lunes se habían ido a desayunar sin ella.

Cuando llegó al gran comedor tras un tranquilo camino desde la sala común, Lyanne se sentó en la mesa de Gryffindor, y ésta, se hizo silencio.

Lya se pasó una mano por el pelo y suspiró amargamente.

—¿Se puede saber qué os pasa conmigo? —Preguntó Lya algo exasperada. Todos la miraron.

—Nada, que por conocernos de dos días no eres nuestra amiguita, no te debemos nada. —Escupió Ron con crueldad, ganándose un golpe leve en el brazo por parte de Hermione.

—¡Ron! —Reprendió. El pelirrojo se encogió de hombros. Lya no daba crédito.

—¿Pero a caso os he hecho algo?

Harry hizo amago de querer hablar, estaba algo rojo, pero Ronald le interrumpió.

—Juntarte con las serpientes asquerosas. ¿Qué hacías ayer con Zabini en el lago negro? —Exigió.

—No tengo por qué daros explicaciones de nada... pero si estaba con él es porque lleva sin saber sobre su hermano años y está comprometido con mi tía. Viven juntos. —Espetó Lya levantándose de la mesa y dando un golpe, lo cual causó un gran estruendo.

—Sí, claro... ¿Y Malfoy? Te estudiaste a su serpiente en la biblioteca, ¿o qué? —Soltó esta vez Harry sin pensar y con hostilidad en sus palabras. Lya abrió la boca de la impresión.

—¿¿¡¡Me estás llamando puta Potter??!! Teníamos que hacer el maldito trabajo de pociones, ¡imbécil! —Exclamó la casi rubia casi gritando y con los ojos repletos de lágrimas de impotencia.

Todo el comedor se mantenía expectante desde hace unos segundos. Al terminar de hablar la rubia, los cristales de la gafas de Harry y la copa con la que Ron se disponía a beber zumo de calabaza, estallaron en millones de cristales haciendo un ruido espantoso. Los alumnos se asombraron ante esto. Los gemelos llegaron justo en aquel momento.

Lyanne se echó una mano a la boca y retrocedió unos pasos ensimismada en sus pensamientos. Cuando la primera lagrima amenazó fuertemente con salir, escapó corriendo de aquel comedor a la sala común.

En la mesa de Slytherin Pansy Parkinson, una morena de melena corta y flequillo, de piel blanca y facciones marcadas, sonreía de lado.

—Por las barbas de Merlín... ¿¿Cómo ha hecho eso?? —Preguntó un moreno de tez clara a su costado.

—¿¡Y por qué diablos la pusieron en Gryffindor?! —Devolvió la pregunta un rubio platinado de mirada plata. Draco Malfoy.

Pansy ensanchó aún más la sonrisa.

—¿Lyanne Jade? ¿Pensáis que es reconocida en el mundo mágico por sus uñas de los pies o qué? —Ironizó Pansy. Crabbe se encogió de hombros, y la chica rodó los ojos.

—Pregunté a mi padre qué tiene esta chica de especial, porque su nombre me sonaba mucho... —Comenzó la Slytherin. —¡Y es que es hija de Arabella Jade!

Las serpientes hicieron una pausa para dejar que la morena continuase.

—Agh... ¡Que es heredera de Gryffindor y Slytherin! —Suspiró Pansy rodando los ojos. En ese momento todo el grupo empezó a cuchichear por las palabras de su amiga, y Draco salió del comedor con un paso acelerado.

Instinto. [Draco Malfoy & tú.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora