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Las chicas habían seguido al carro fijo desde hace unas calles, Mina no podía estar más que frustrada debido al desmadre que estaban ocasionando las chicas en los asientos traseros, cantaban, contaban chistes, se pegaban en el rostro.

Hasta que por fin paró el auto y sacó a ambas del carro.

— ¡Mina— ssi, ¿por qué nos haces esto?! no lo merezco soy tu unnie consentida— puchereó la conejilla queriendo fingir unas lágrimas.

— Bien, yo no me defiendo porque sé que la he cagado junto contigo Nayeonnie— se colocó nuevamente los lentes y empezó a andar viendo como Mina lo hacía pero sentada y manejando.

— Las veo a dos cuadras, cuida de Chae a partir de ahora las quiero ver correr a la dirección dada— . dijo mediante bajaba la ventanilla.

— Pero...Mina...— susurró Nayeon, logrando lo querido.

— Nada, ahora— .

— ¡Ah, tonta!— entonces se echó a correr a causa de la mirada enfurecida de la pengüina.

— Ve, tú también o no habrá divers...— y ella misma imitó a la mayor, bien no podrían perderse porque detrás estaba Mina vigilándolas.

Pasaron unos minutos de las risas serias de la pingüina cuando veía a las chicas correr y sudar, no sin más el impacto que Chae se había dado con una puerta de cristal de una tienda, debido a que una señora se disponía a salir del lugar.

Frenó el auto de instinto y rápidamente salió del auto.

— ¡¿Pero que le pasa vieja arrugada?!— inclinó sus rodillas hasta sobar el golpe de la otra gimiendo de dolor.

— ¡Eh lo siento, no la vi y no tienes derecho de gritarme e insultarme!— con una de las tantas bolsas de mandado que esta tenía se dirigió al hombro de la anterior.

— Oh, no...— susurró Chae e inmediato se puso de pie al ver que la que la atendía se volteaba a la señora ya mayor mientras la asesinaba con la mirada.

— ¿Y usted tiene derecho a golpearme?— dijo seria y con voz gruesa, picándole el hombro a la mayor.

— Mina unnie, vámonos no hagas idioteces— entrelazó su mano al hombro de la mencionada queriéndola jalar lejos de allí.

— ¡Está ruca, me ha golpeado Chae, tu la has visto!— y después de esto terminó con un puchero y lágrimas en los ojos de las cuales la menor se encargó de limpiar en el auto.

— Ya, sabes que no importa tanto siempre me golpeo, me sorprende que bajaras por mí preocupada.— dio un leve beso cerca de los labios rosados e hinchados de Mina, sonrojándose al momento de retirarse.

— Te amo demasiado, Chae pero esa vieja estaba loca, ahora mi cuerpo quedará con un moretón.— hizo berrinche cual calmó al sentir los labios de su novia impactar contra los de ella.

— Mina...— murmuró entre besos.

— ¡Nayeon!— gritó con los ojos abiertos apunto de salir.

𝘴𝘯𝘢𝘱𝘤𝘩𝘢𝘵 ✫ DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora