Ghost

Remordimiento

No había mucho por hacer, las cartas se habían tirado; y paso de tener full de ases a un joker descarriado.

¿Qué más hacer? Solo destrucción había siempre a su paso... ¿Era ese su destino? quizá.

¿Era su maldito nacimiento? Seguramente.

Fue ingenuo al pensar que un ser tan puro le podría pertenecer por mucho, ya era mucha suerte de por si; que hubiese sido correspondido.

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-Zetsu explicame. ¿De que diablos vienen todos esos comentarios en el pasillo?- el siempre pensó que la ojiluna era amada por todos, y de pronto descubrió que había una enorme animadversión contra ella.

-Es simple Obito, todas las actrices le tenían profunda envidia; es más, cuando tu te fuiste ella fue removida del papel principal, y aun cuando sabía que eso podría disgustarte en tu ausencia preferí mantenerla de perfil bajo; tampoco ayudo mucho la presencia de aquel familiar tuyo.- la voz de Zetsu sonaba algo nerviosa.

-Explicate.- soltó exasperado el peli negro.

-Simplemente, el venía a verla cada noche, hacía preguntas y ella siempre lo rechazó, eso aumento la molestia de las actrices principales que sentían que su actitud era la de una diva.- Zetsu se rasco la nuca. -¿Puedo saber por que la echaste?- su voz era baja, incluso algo temerosa.

-Ese no es tu asunto.- aquello le tenía desconcertado, ¿Ella rechazando a Itachi? pero si parecían muy íntimos aquella madrugada que vío por la ventana del domicilio Hyuga.

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La noche cubrió con su manto las concurridas calles parisinas, y a medida que las horas avanzaban el bullicio disminuía; nadie en su sano juicio de pasearía por aquellas calles plagadas de miseria; que aun cuando por la mañana ostentaban brillo, derroche y lujo; por las noches mostraba su pura esencia; la desigualdad de clases.

Amparado por los hijos de la noche, aquellos inadaptados, ladronzuelos de poca monta, deformes desamparados y vagabundos embriagados; Obito se escurrió oculto por su capa negra, tan larga y oscura que acompasada por sus movimientos simulaba el movimiento de una reptiliana cola.

Allí estaba de nuevo, espiando a través de la noche, descubriendo la frágil seguridad del domicilio de aquel humilde corredor de bolsa: Neji Hyuga.

Se infiltró por una ventana entreabierta, la casa ya cubierta en tinieblas y silencio le permitió pasearse a su antojo sin miedo ni pena; unas voces le sacaron de su ensimismamiento; una tenue luz de vela se colaba por la puerta más próxima, y no se resistió.

-Lleva días sin comer Neji- una voz femenina parecía dirigirse al primo de su amada. ¿De quién hablaba?

-Lo sé, lo noto en su semblante; le ha afectado demasiado la decisión de ese bastardo.- la voz severa del primo le hizo atar cabos; hablaban de Hinata, y su decisión de echarle. -Al fin había encontrado algo donde se sentía plena, y ese maldito vuelve de vacaciones solo para deshacerse de la pobre ciega.- escuchaba la frustración del hombre, y aun sabiendo que el bastardo del cual hablaban era el mismo, no sintió ira o reproche; empezaba a creer que lo merecía.

-Pero, no entiendo a tu prima querido.- escuchó el suspiro femenino, profundo sin duda. -Teniendo a un caballero del porte de Uchiha, ¿Sufre por el desprecio de un teatrero?- y aquello si que le había hecho hervir la sangre. -Es decir, era un trabajo; pero seguro tendría una mejor vida a lado de un exitoso millonario como él, debería considerar su oferta y casarse de una buena vez, no tendrá muchas como esa.- y aquello si que fue un golpe bajo a su magullada alma ¿Itachi le había pedido matrimonio a su amada? No, aquello no podía ser, él no lo permitiría así.