Ghost

Despertando Interés

Aquellos ensayos habían sido momentos atesorables para ambos. Francamente Hinata nunca se había sentido tan bien acogida por alguien ajeno a su familia nunca, y le era inevitable aquel sentimiento de pertenencia.

La noche del estreno había llegado, y sin duda los nervios estaban a flor de piel. Su vestuarios había sido cuidadosamente elaborado... Ella era la protegida del misterioso propietario de aquel teatro, y sin duda la modista y las maquillistas se habían esmerado.

La obra transcurrió con naturalidad, y cuando aparecio aquel angel a concluir el acto, miles de suspiros se hicieron presentes.

En una plataforma, sostenida por una baranda dorada para que no le afectará la elevación de aquel mecanismo. Apareció atabiada en un hermoso vestido blanco, que lejos de opacar la piel lechosa de la muchacha le hacía brillar por lo alto. Un corsé señido a su cremosa figura hacia destacar sus atributos más de lo que a Obito le ubiese encantado,y la falda larga pero con un profundo pijaso en la pierna izquierda dejaban ver sus torneadas piernas. Vaya que aquella joven era una caja de monerias. Y sin mencionar sus ojos opalinos, todo mundo quedo estupefacto por tan pura mirada, labios durazno y carnosos, pomulos prominentes pero facciones infantiles y aquella pequeña pero respingada nariz.

Su voz, su voz y aquella pieza fueron aclamadas aquella noche y las que le seguirían. En verdad Obito era un genio y ella... ella era su ángel de la música.

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Aquella belleza desmedida y su perfecta ejecución vocal paso todo menos desapercibida, fue aclamada y Obito se sintió regocigado de verle tan feliz y radiante. Pero aquello el nunca pondero que podría ser el inicio del caos.

Entre el público había una mirada oscura fija en aquella muchacha, y cuando aquel hombre se proponia algo no había quien le hiciera cambiar de parecer.

Itachi Uchiha, el primo que Obito no sabía que tenía. La familia Uchiha, son conocidos diplomáticos y mercaderes ingleses, y el no sabía que su padre habría construido su imperio con lo poco que pudo sacar de sus abuelos antes de ser desterrado por enamorarse de una mujer del espectáculo. Pero aquella noche, su primo movido por la intriga de la repentina venta de las propiedades de su desterrado tío y la posterior compra de un inmenso teatro en París por un nuevo rico, y el debía saber si aquel hombre, nuevo millonario de Francia tendría algo que ver con su fallecido y enloqueció tío Agato.

Sus planes se vieron desviados por aquella belleza, sin duda entendía mejor ahora a su tío, pues con semejante derroche de sensibilidad y hermosura ¿Qué hombre cuerdo no desearía perderse en los brazos de una artista? Sin duda, aquella mujer tenía que ser suya, y lo supo desde que la observó en las alturas.
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El camerino de Hinata pronto se vio repleto de regalos, desde bombones hasta las más exhuberantes flores, invitaciones a salir, y ofrecimientos de joyería a cambio de un gramo de su atención. Todas las demás actrices del teatro empezaban a envidiarla y otra pocas querían ser como ella.

Su ayudantes Elizabeth le leía el sinnúmero de cartas confesandole amor y devoción. A penas era la segunda semana de la obra y ella ya era toda una figura en París.

Aquello no pasó desapercibido por Obito, quien inicialmente emocionado por el exito empezó a componer la siguiente obra y pieza para su amada, pero quien cada vez se veía más lejana y acaparada.

Una noche más que observaba desde su comodo palco personal y veía a aquel hombre que cada función sin falta iba a ver su Hinata, y algo en el no le agradaba... Era demasiado familiar para su gusto.

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Aquella noche cuando esperaba a Neji en el pasillo interior, escucho unos pasos que no reconoció e inmediatamente trato de esconderse tras una enorme columna, pero una varonil y delgada mano se lo impidió.