Dixon's angel (Carl Grimes y tu) [EN EDICIÓN]

CAPÍTULO 4: "Interrogatorio"

*NARRA ____*

He visto una iglesia a lo lejos, tal vez sea un buen refugio. Debo ser cuidadosa, podía haber alguien adentro.

—¡Ay, mierda!—grite al clavarme una espina de algún árbol en la mano.

La acabo de cagar, lo he dicho muy fuerte. Comenzaron a salir personas de la iglesia.

—¡Idiota!—me grito mi conciencia.

Intente esconderme pero...

—Pon las manos donde pueda verlas—dijo un señor con barba algo canosa y ojos azules, parecía ser el líder.

—La puta—murmuré sin que puedan escucharme.

Fui hacia ellos con las manos en alto. Estaba muy nerviosa, seguro me harán un interrogatorio, que no me gustan en absoluto, o me mataran, lo cual tampoco me agrada.

—Tira las armas—me dijo, apuntándome con la suya, actuaba como todo un policía.

Tire mi arma al suelo, mi cuchillo, mi arco y mi carcaj con las flechas. Todo en el piso, lo único que no tire fue el cuchillo de mi bota, no lo verán y en caso de que pase algo me podre defender.

Guardo su arma y vino hacia mi, pude notar a un chico de más o menos la misma edad que yo, con un sombrero de Sheriff y unos muy lindos ojos azules (siempre tuve cierta debilidad por los ojos claros). El niño no bajaba su arma, me estaba poniendo nerviosa.

El hombre de barba se acercó y comenzó a inspeccionarme en busca de armas, como ya dije "como todo un policía". Luego se paro enfrente mio y comenzó con el maldito interrogatorio.

—¿Cómo te llamas niña?—dijo él. Odio que me digan niña, lo odio. Me considero una mujer desde que tuve que madurar a la fuerza por el maldito apocalipsis.

—Hace tiempo que no soy una niña—dije fría y tapando mi cara con mi cabello—____, me llamo ____—dije corriendo mis cabellos y dejando ver mi cara.

—Ok ____, ¿te haré unas preguntas si?—asentí con la cabeza—Bien, ¿cuantos caminantes has matado?

—¿Caminantes?—él me miro como si fuera obvio de que estaba hablando—¡Ah! Te refieres a esas cosas—dije acomodando mi alborotado cabello—No lo sé, ¿quién llevaría la cuenta? Más de 500 seguro.

—Bien, ¿a cuantas personas has matado? —No pude evitar que se me escapara una lágrima al recordar todo eso.