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Darwin estaba destrozado. Mental y físicamente, ya no encontraba que hacer, y no era el único, toda su familia estaba destrozada después de la muerte de su hermano, Gumball.

Estaban cenando pero todo estaba en silencio. Nadie se atrevía a decir una palabra.

Darwin sabía que no era así, pero no podía evitar sentir que todas las miradas que se dirigían a el eran culpándolo de todo lo que había ocurrido... Se sentía tan... Doloroso.

Pero nada era más doloroso que saber que las muertes ocurrían por su culpa.

Se levantó y corrió a su cuarto, cerrando la puerta con pestillo, y sentándose en el suelo, con su espalda apoyada en la puerta.

Se colocó a sollozar, nadie lo había seguido, y aunque era doloroso, suponía que eso estaba bien.

Decidió tirarse a su cama, a tomar una pequeña siesta, sería lo mejor para descansar de sus pensamientos que lo torturaban, escapar de la horrible realidad...

Antes de saberlo, ya había quedado dormido, su cansancio mental era demasiado. Físicamente también lo estaba, estaba más delgado, con ojeras, y más demacrado.

Pero estaba calmado, en paz ahora que dormía.

La calma antes de la tormenta.

Enfermiza obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora