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Todos esos días habían Sido extraños para Darwin, su amigo no le había hablado en días, parecía que hubiera desaparecido. Su hermano no le había hablado, y por alguna razón nadie en su clase le hablaba.

Sintió como tocaban la puerta de su apartamento y fue a abrir, encontrándose con un nervioso castaño de ojos ónix, su amigo, Matías.

Este entró rápidamente y sin perder tiempo, sorpresivamente comenzó a besarlo.

Darwin se separó.

—H-Hey, ¿Qué ocurre?

Matías no le podía decir "posiblemente muera pronto, así que estoy aprovechando mis últimos momentos de vida". —Darwin... No tengo mucho tiempo, debo viajar pronto, y me gustas... Pero si no quieres está bien.

—¡N-No! ¡O-O sea si quiero!

Ambos siguieron con los besos y caricias, cosa que no le agradó mucho a quien los estaba escuchando de afuera. Quién había seguido al castaño durante todo el camino para ver qué pretendía.

Aparentemente las amenazas no habían sido suficiente para detener a Matías, así que ahora debería simplemente proceder al plan B.

Eliminarlo.

Enfermiza obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora