Enfermiza obsesión.

Final

Los vecinos habían llamado a la policía, está había acudido al lugar, topandose con la macabra escena, encontraron a la pelirrosada amarrada a una silla, vendada y amordazada, a los padres de los niños muertos, al asesino muerto también, y a Darwin inconsciente en el suelo.

Ahora las cosas habían mejorado, o al menos para Anais, que de a poco iba superando su trauma, pero Darwin...

Darwin no había mejorado en nada, desde que lo hospitalizaron en el hospital psiquiátrico, no había dicho ninguna palabra, solo dormía, y cuando despertaba, solo miraba al techo sin decir nada. Su mirada ya no brillaba, y parecía que estuviera muerto.

Anais se dirigía a la habitación de su hermano, llevaba unas galletas, las preferidas de Darwin, entró y su hermano estaba dormido.

Se sentó en el borde de la cama, y comenzó a mover a su hermano para que despierte, pero no despertaba.

Llevó su mano temblorosamente al cuello de Darwin, descubriendo que ya no tenía pulso.

Darwin se había suicidado.

Corrió rápidamente a llamar a una enfermera o doctor, pero ya era tarde Darwin estaba muerto, descansando en paz, por fin había logrado descansar de todas las muertes, de toda la carga, de toda la culpa.

Por fin se reuniría con todos, y estaría feliz.