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Emma está de mal humor, cuando nos levantamos en la mañana, se veía tan hermosa que simplemente no quise que se levantará de la cama conmigo. Besarla es estar en el cielo y más cuando ella se vuelve menos tímida.

Aún así siento que se asusta un poco cuando me acerco a ella por detrás para abrazarla, casi me golpea.
Estaba tan asustada que me sentí mal y otra vez enojado. Pero con los mimos que me hizo después lo olvidé por completo.

–¿A que hora vuelves?– pregunta, está parada en la entrada de la habitación cruzada de brazos y con sus cejas muy fruncidos. Esta muy enojada, yo tambien un poco.

¡Nos estropearon todo el viaje!

Después de comer al medio día, mi jefe llamo alterado diciendo que Fredy, el mesero de turno se fracturó una pierna y necesitaba que volviera inmediatamente, con la condición que me prestaría la casa cuantos días quisiera.

Tanto Emma como yo aceptamos un poco enojados. Tomamos el primer bus de regreso a la ciudad.

Así que ahora estoy por salir a trabajar en mi descansó.

–Tranquila podremos volver cuando queramos– la tomo de la mano y la abrazo, me encanta tenerla para mí y también besarla... En realidad me gusta todo si tiene que ver con ella.

Camino así hasta llegar a la puerta de entrada llevándola conmigo.

–No quiero que te vallas– ¡No me tientes!

Yo tampoco pero tengo que hacerlo– le besó la coronilla de la cabeza, para luego hacer un camino de besos por todo su rostro y terminar en su boca.

La beso suave y uno que otro suspiro que suelta me alienta a seguir beandola.

Si sigues llegarás tarde...

¡Maldita conciencia!

Me separo de ella, le doy un beso rápido y salgo de casa.

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Cuando llegó al restaurante al primero que veo es a Evan con el rostro más enojado que le he visto hacer siempre.

–Me alegra que llegarás, cinco minutos tarde– me mira de arriba a abajo de brazos cruzados.

–Tambien me da gusto verte de nuevo Evan– digo sarcástico.

El bufa y camina dentro.

– Atiende la mesa cinco, tu comensal favorito está aquí.

Camino hacia la mesa cinco, el hombre al verme sonríe.

–Gael, ¿Cómo has estado niño?

–Muy bien señor Wickly, agradezco su pregunta– digo mientras limpio su mesa– ¿Ya decidió que pedir?

–Si, dame el desayuno de siempre. Asiento y camino hacia la “ventana de Evan” hago mi pedido y me siento junto a mi jefe.

Espero una horda de preguntas que nunca llegó, creí que me regañaría por alguna razón desconocida, el siempre encuentra una.

–¿Espero y no hayan ensuciado las camas?– y yo que pensé que no diría nada...

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Salgo del trabajo a prisa.

Quiero verla...

Quiero verla...

Camino unos pasos hasta que siento mi teléfono sonar.

Pienso en Emma pero ella no tiene teléfono.

Déjame encontrarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora