03

5K 607 418
                                    

El tercer error.

Su móvil suena a las tres de la mañana dos semanas después de el segundo extraño encuentro con Conway.

—Ven a mi casa. Ahora. —la voz ronca de Conway le ordena al otro lado de la línea.

Gustabo traga saliva. Nada bueno podría salir de ir a casa de Conway a esas horas.

De todas formas, se coloca una sudadera negra junto a unos pantalones deportivos del mismo color y coge las llaves de su coche.

El camino a casa del Superintendente se le hace demasiado corto. Por alguna razón, estaba nervioso. Mucho más de lo que debería pero la llamada significaba que su estrategia de ignorar a Conway para que fuera él quien le llamase estaba siendo todo un éxito. Casi parecía lo contrario cuando en comisaría no había mostrado ninguna señal.

Llega a la puerta de su jefe en cuestión de minutos y llama dando un par de golpes a la puerta.

Conway estaba borracho. Era algo visible. Se encontraba con el pelo revuelto, sin corbata y en sus ojos había un extraño brillo. Gustabo piensa que si está triste debería de haber llamado a Horacio y no a él.

—¿Qué pasa, Conway? —pregunta con un tono casual.

—Pasa. —ordena.

Le estaba poniendo de los nervios que le ordenara así. Encima que había conducido rápidamente en plena madrugada, no obtenía ni un poco de agradecimiento. Nada nuevo.

El mayor cierra la puerta cuando Gustabo da unos pasos hacia el interior de la casa. Ahora que tenía al menor delante se estaba arrepintiéndose de haberlo llamado tan impulsivamente. Aunque bueno, ya no podía retractarse.

—¿Que quieres, viejo? —pregunta por segunda vez Gustabo con un tono bastante impaciente que desagrada a Conway.  —¿Me has llamado a las tres de la mañana por que quiere continuar lo que siempre dejamos a medias?

Conway no dice nada, pero la forma en la que curva sus labios en una sonrisa brillante dice mucho.

—¿Enserio crees que estoy tan desesperado que tengo que llamarte?

—La gente normal se hace unas pajas, pero usted es raro, Conway.

El silencio se instala de una forma extremadamente incómoda.

—Horacio está aquí.

Comway señala al chico de la cresta que descansa plácidamente tumbado en el sofá de la sala, no muy lejos de donde se encuentran.

—Lo invité a beber porque estaba realmente triste por algo y ha terminado así.—suspira —He bebido también así que no es buena idea que yo lo lleve a casa. Aunque tampoco tengo ni idea de donde vive ahora, cambia de vivienda cada dos días.

Gustabo hace una mueca, decepcionado por estar ahí por eso. Pensaba que era un motivos totalmente distintos y solo era porque el Superintendente y Horacio habían bebido demasiado después del trabajo. Estaba decepcionado. Aunque bueno, estaba todavía a tiempo de hacer algo para compensar estar despierto a las tres de la madrugada por culpa de ese hombre.

Por eso, Gustabo piensa que es momento de actuar de una vez, por eso, coloca sus manos en los hombros del mayor y se abalanza para besar sus labios. Esa acción es esquivada inmediatamente por Jack que mueve su cabeza para evitar al beso.

—Nada de besos hoy. —prácticamente era una orden.

El chico de ojos azules suelta un pequeño quejido por esas palabras y la acción antes de ellas. No entendía esa reacción pero tampoco tenía ganas de cuestionarla ya que eso daría pasó a una pelea bastante innecesaria.

Errores | intenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora