Errores | intenabo

04

Gustabo mira a Conway, con la esperanza de que el hombre le diga que debería hacer en esa situación.

—¿Nos habrá escuchado?

—Yo que sé —utiliza su tono borde de siempre mientras se sube los pantalones y se coloca la camiseta por dentro de estos en un intento de lucir presentable de nuevo.

—¿Conway? —la voz de Horacio suena más cerca, casi junto a la puerta.

Ambos hombres estaban intranquilos por la situación.

Conway se adelanta y abre la puerta para encontrarse con el chico de la cresta frente a él. Se notaba a la perfección que se había despertado hace minutos y que había bebido demasiado.

Con suerte la borrachera de Horacio les serviría para que esa situación pasara desapercibida.

—¿He escuchado la voz de Gustabo?

—Si —Gustabo habla y se asoma un poco desde el interior de la habitación para ver a su amigo. —Estaba aquí para llevarte a casa

—Vale —responde Horacio antes de darse la vuelta y andar hacia la puerta de la entrada. Se mueve tan mecánicamente que ambos hombres dan por hecho que no sospecha nada.

—Joder —el rubio suspira. —Siempre igual.

—¿Siempre igual el qué?

—Siempre soy yo el que se queda con las ganas. Me he quedado sin paja. Estaba muy dispuesto esta vez.

El Superintendente le mira con el ceño fruncido y sin saber muy bien si era mejor responderle o quedarse callado. Era cierto, estaba dispuesto y deseoso de hacer eso justo antes de escuchar la voz de Horacio pero ya eso daba igual. No era un escenario que pudiera repetirse. Ya se habían aproximado demasiadas veces y se estaba volviendo un juego peligro.

—Vete a dormir con Horacio. —ordena.

—¿Y el pijama?

—No hay pijama para ninguno. Dormid ya, joder. —su tono suena exigente y cansado.

—Da igual que se la hayan chupado. Sigue amargado. —cometa entre dientes mientras sale de la habitación.

Gustabo no tenía otra opción que dejarse caer junto a su amigo y hacer un intento por dormir rápidamente. Cosa que no era demasiado difícil ya que era tarde y estaba cansado. Ojalá no le estuvieran atormentando tanto los pensamientos sobre lo que había pasado antes con Conway. Había sido un jodido error, lo sabía. Incluso esta vez no estaba borracho como para echarle la culpa al bendito alcohol.

A la mañana siguiente, Gustabo se despierta en cuanto siente los quejidos de Horacio a su lado. Cuando abre los ojos está confuso, pero inmediatamente recuerda que está en casa de Conway.

Cuando mira hacia la derecha se encuentra con su casi haciendo una mueca mientras le observa fijamente.

—¿Con todas las personas de la ciudad te tenías que follar a Conway?

Horacio estaba realmente dolido. Quería que la relación entre los tres fuera la de siempre y después de eso tenía miedo de que fuera complicado estar juntos tan habitualmente porque fuera incómodo o que incluso lo dejaran de lado.

—Horacio, joder.

Horacio se levanta rápidamente, aunque se marea claramente en el proceso y apoya una de sus manos sobre la mesa frente al sofá mientras recupera la compostura. Un par de segundos después toma aire y se dirige hasta la puerta principal, saliendo del hogar del Superintendente dando un portazo.

Gustabo suspira. Ni siquiera había follado.

Conway sale inmediatamente después de su habitación visiblemente recién levantado. Lleva puesto un pijama de cuadritos y esa imagen hace que el rubio se ría en cuanto lo ve.