Danganronpa: Beta Memories (Libro Uno)

36. Puentes ardientes

En la sala de juicio, todos guardaron silencio mientras presenciaban la muerte de Nagito. Su confesión todavía estaba dando vueltas en sus cerebros. ¿Era Akane la verdadera traidora? Por supuesto, Monomi se vio obligada a derramar los frijoles en la Fundación Future durante el juicio. Ella también fue ejecutada.

Los cinco estudiantes restantes quedaron en ruinas emocionalmente. Sí, a todos les sucedieron muchas cosas durante su viaje, pero esta fue la más devastadora.

—Bueno, ahora... ¡esto es! ¡El viaje de clase ha terminado oficialmente! —Monokuma anunció—. Ahora, tenemos que ir a nuestra ceremonia de graduación.

—¿Ceremonia de graduación? —Ibuki preguntó—. ¿Qué quieres decir?

—¡Upupupu! ¡Es una sorpresa! ¡Todos, agarren sus cosas y diríjase hacia la estación! —él ordenó antes de desaparecer.

—No me gusta el sonido de esta 'ceremonia de graduación'. Chiaki comentó mientras ella y los demás salían de la habitación.

—Yo tampoco... —acordó Hajime, tomando su mano—. Tengo la sensación de que lo peor está por venir.

—¡No lo malinterpretes! —Ibuki gimió, haciendo reír a los demás.

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Afortunadamente, todos empacaron muy liviano, por lo que pudieron entrar y salir del hotel en unos minutos.

—Es extraño que las cosas de los demás desaparezcan después de morir —Peko se dio cuenta cuando cerró la puerta detrás de ella.

—Hmm —Gundham reflexionó—. Ese es un punto interesante.

—Vergüenza también —comentó Ibuki—. Realmente quería una bata de laboratorio de Mikan. ¡Se veía TAN cómoda!

Nubes oscuras entraron retumbando, ocultando el cielo azul. Chiaki se sintió nerviosa cuando escuchó truenos. Sin embargo, lo último que esperaba era que el suelo temblara. Sintió los temblores e inmediatamente se detuvo. La destrucción de la tercera isla apareció en su mente y comenzó a correr delante de los demás.

—¿¡Chiaki!? —Hajime gritó—. ¿¡Qué pasa!?

Ibuki y Peko se miraron mientras también sentían los temblores. Miraron hacia atrás y fueron testigos de cómo el hotel era tragado con la lava salpicando hacia arriba.

—¡Mi*rda! ¡No otra vez! —Ibuki gritó mientras ella y Peko corrían hacia los chicos. Peko agarró el brazo de Gundham e Ibuki agarró el de Hajime y los arrastró con ellos.

—¡Hey! ¿Qué demonios? —gritó Hajime—. ¡Ibuki! ¡Me estás lastimando!

—¡Menos queja, más carrera! —ella respondió bruscamente, mirándolo con mirada penetrante.

Chiaki los agitó, gritando.

—¡Darse prisa!

Apenas lo lograron cuando entraron en el vagón del tren e inmediatamente se movió a un ritmo rápido. Todos se aferraban a los postes por su vida mientras presenciaban que la lava cubría la masa terrestre en un infierno de fuego.

—Jesucristo... —murmuró Hajime. Escuchar una cosa acerca de la destrucción de las islas fue una cosa, pero fue otra cuando lo ves de primera mano.

—No volverás ahora... —Ibuki suspiró mientras se sentaba en una silla. Peko se unió a ella, Gundham se sentó solo y Chiaki fue a Hajime.

Cuando se acercaron a la plaza central, sucedió algo extraño. Hajime se sintió mareado en su asiento. Su cabeza daba vueltas y le dolía en un dolor insoportable. Se dio cuenta de que no era solo él mientras todos gruñían en agonía. Comenzó a ver sus visiones reproducirse en su cabeza. Lo último que vio fue a Nagito antes de perder el conocimiento.