Pero él no ambicionaba irse de la urbe, la chica de quien estaba enamorado radicaba ahí utilizando la misma rutina, siguiendo el mismo patrón de vida, ocultándose en las sombras, escabulléndose entre los humanos, anhelando su libertad.
La llevaría con él, la embarcaría en un viaje de escape, la salvaría de la tempestad. Pero apenas cruzaban miradas en lugares oscuros, mientras se cubrían el rostro y contenía la respiración intentando no emitir ruidos, acompañados de otros nigrománticos. Seguramente esto no era lo que Gregory tenía en mente al crear magia. La sociedad estaba enferma, en cuarentena siguiendo fundamentos absurdos, que planteaban como excusa el orden, pero el pretexto era otro, era el poder de los superiores, la distinción de suerte, racismo, clasismo, sexismo, etc. Pero en el proceso no veían que trasmutaban el concepto de principios, por prejuicios que cegaban a la gente.
Hasta que Allison fue la primera en hablar. En un callejón, a las afueras de la ciudad, mientras se ocultaban, ella vestía un vestido largo color blanco desalineado. Su rostro se conformaba por manchar negras que le carcomían el color de su piel. Él no podía aparta su mirada de la chica.
Ella se incomodaba cada vez más con la higiene de los demás, no sabían cómo, ni cuando pasaría, pero en algún momento los humanos los encontrarían y dios sabe que atrocidades les harían. Así que era hoy o nunca.
- ¿Qué es lo que te intriga con tanta ansiedad? - Pregunto la cadavérica chica que estaba en cunclillas delante de él.
-Solamente estoy observándote. ¿También es un delito? - Inquirió Albert apremiándose a sí mismo a susurrar.
- ¿También? - Pregunto ella alzando su delgada ceja izquierda.
-Últimamente incluso inhalar aire es una falta.
-No es un delito, observar a los demás imponiendo incomodidad, no es un delito.
- ¿Incomodidad?, creí que lo disfrutabas, el sentirte anhelada.
- ¿Anhelada?
Bueno yo.
-No sabía que me veías de esa forma, es decir, ni siquiera sabes cuál es mi nombre. De hecho, no sabes nada de mí, nada de lo que ha pasado y comienzo a dudar que sepas por que todos nos ocultamos, tal vez tu ni siquiera eres semejante a nosotros.
-Allison.
- ¿Qué? –Pregunto extrañada ante la respuesta repentina.
-Tu nombre es Allison, soy semejante a ustedes. No tienes por qué temer, no tienes por qué sentirte amenazada, yo estoy aquí, tal vez, no soy el caballero que soñabas, pero a partir de ahora te aseguro que quien se atreva a ponerte una mano encima lo pagará y te aseguro que el precio será demasiado caro.
Esa mañana fue la primera vez que se le vio condolerse. Los balbuceos sin sentido de Albeth la hicieron quebrar, soltó todo lo que hacía meses cargaba.
Desde ese día fue acompañado a todas partes por su amable caballero protector. Salieron de la ciudad viajando a Cherry Hill, en todo tipo de transporte simulando ser simples mortales, fingiendo no huir de nada.
La mansión Mitchell ya eran ruinas compinches del arbolado bosque y nunca fueron visitadas por Alberth. Pero la sangre llama, su adorable hija las visitaba todas las tardes cuando deseaba juguetear con las singulares flores que crecían en el lugar, pero dejo de hacerlo cuando su hermana comenzó a caminar, Anastasia era mayor que Jessica por doce meses. La primera de piel pálida y cabello ocre, ondulado hasta los hombros, pero con sangre color azul en sus venas.
Por otra parte, Jessica, una trigueña con cabello liso, tan sedoso que te perdía en un sueño mientras lo acariciabas.
ESTÁS LEYENDO
EL ORIGEN DE LAS BRUJAS MITCHELL -MINI HISTORIA-
FantasyGregory Mitchell experimenta con el vientre de su esposa quien alberga al primer brujo en pisar la tierra. Zach Mitchell ayuda a todos aquellos marginados que merecen más creando toda una nueva especie de brujos y brujas. Cada uno de ellos contiene...