3. Cuidado con la planta

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Acabamos las clases y volví a casa exhausta. Había sido un día lleno de emociones y había conocido a personas increíbles.

Mi móvil vibró, Midoriya acababa de crear un chat de grupo para la clase. Envié un mensaje saludándolos a todos y empecé a registrar los números mis compañeros en el teléfono.

Enseguida, Midoriya me habló en privado

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Enseguida, Midoriya me habló en privado.

Cambié su nombre en mis contactos por "Deku"

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Cambié su nombre en mis contactos por "Deku". Al terminar, me vestí con ropa cómoda y me preparé para jugar a videojuegos el resto de la tarde.

De repente, alguien llamó al timbre frenéticamente.

- ¡Ya voy, ya voy! - me encaminé a la entrada mientras el timbre no dejaba de sonar.

Abrí la puerta bruscamente y me encontré con Bakugou. Iba cargado con una caja enorme que le tapaba la cara.

- Voy a entrar - anunció.
- ¿Pero qué haces aquí? - pregunté con rabia. Él me ignoró y siguió adelante- ¡Cuidado con la...!
- ¡Maldición! - chocó contra una maceta situada cerca de la puerta.
- ... planta. - suspiré resignada, terminando la frase - ¿Estás bien?
- Tsk, cómo si una mierda de maceta puediese hacerme daño - resopló dejando la caja en el suelo.

Le miré con curiosidad, esperando que me explicase para qué había venido.

- Esas son mis revistas de All Might. - murmuró señalando la caja - Coge todas las que tuvieras y acabemos con esto.
- ¿Pe - perdón? - abrí mucho los ojos, no podía creer lo que estaba escuchando.
- ¡Rápido, maldita sea! No hagas que me arrepienta - contestó, mirándome fijamente y frunciendo el ceño.

Me arrodillé y abrí la caja. Tuve que contener un grito de emoción. Su colección era todavía más grande que la mía y cada revista estaba cuidadosamente conservada dentro de una funda de plástico transparente.

- Wow, es increíble - susurré.

Bakugou dejó escapar un gruñido de orgullo, poniéndose la mano detrás de la nunca y esbozando una media sonrisa.

Empecé a mirar todas las revistas con detenimiento y a coger aquellas que formaban parte de mi colección. Casi había terminado de inspeccionarlas todas cuando vi una muy especial.

- Madre mía, ¿también tienes ésta? Yo nunca conseguí encontrarla, es una edición muy limitada y... - la cogí para verla mejor - no puede ser, ¡está firmada!
- ¡Ja! - exclamó con prepotencia - Hice cola durante tres días para conseguirla.
- ¿Pu...puedes prestármela? - titubeé, me daba vergüenza pedírselo, pero no podía dejar pasar esa oportunidad - Te la devolveré mañana mismo.
- ¿Ah? ¡¿Y dejar que la manosees?! Ni de coña, paso de que la destroces.
- Pero, tendré mucho cuidado, no te preocupes, yo...
- Te he dicho que no, ¿qué es lo que no entiendes?
- Está bien - musité apenada y agaché la cabeza - no insistiré más.

Hice ademán de volver a colocarla en su lugar, pero Bakugou me la arrebató de las manos.

- Tsk.
- ¿Qué pasa? - pregunté sorprendida.
- Te he dicho que no te la presto, no que no puedas leerla, estúpida.
- ¿Eh? - no estaba entendiendo nada.
- Yo pasaré las páginas para que no toques mi revista con esas manazas.
- ¡Oh! ¡Muchas gracias, Bakugou! - sonreí ilusionada, ignorando sus insultos - Ven.

Le hice un gesto para que entrase al salón y fuimos hacia la mesa. Nos sentamos y empecé a leer. Cada vez que terminaba una página le hacía una señal a Bakugou y éste pasaba a la siguiente, rozándome ligeramente el brazo cada vez que se acercaba.

No podía evitar que se me escapase algún comentario de sorpresa o admiración de vez en cuando. Él no contestaba y se limitaba a mirarme.

- Por favor, ¡qué lento lees! - dijo resoplando.
- Oh, podría leer mucho más rápido, pero estoy disfrutando el momento, ¿sabes? - le expliqué.
- Maldita seas, ¡termina de una vez!

No le hice caso y seguí leyendo despacio. No volvió a quejarse. Finalmente acabé y solté un suspiro de satisfacción.

- Ha sido una pasada. Gracias, de verdad - le miré muy entusiasmada.
- En fin, yo me largo de aquí ya - se levantó y recogió su caja, ahora mucho más vacía.

Fui hacia la entrada y le abrí la puerta.

- ¡La planta, la planta! - grité, demasiado tarde.
- ¡Mierda! - volvió a chocar con la maceta.

Me reí sin querer y él me maldijo. Empezó a andar hacia su casa.

- ¡Bakugou! - exclamé para que se diese la vuelta.
- ¿Ah?
- Acepto tus disculpas.
- Aquí nadie ha pedido disculpas, ¡¿te enteras?! - respondió alterado y siguió caminando.
- Lo que tú digas. - empezaba a entender algo más de la personalidad de ese chico - Puedes venir a leer las revistas que me he quedado cuando quieras - le ofrecí.
- Pensaba hacerlo de todas formas - contestó sin girarse.

Cerré la puerta y me metí en mi habitación. Me puse ropa de deporte, me apetecía salir a correr un rato. Iría a un parque que había visto detrás de casa, parecía un buen lugar para entrenar.

Por el camino, pensaba en Bakugou. Acababa de descubrir que detrás de toda esa fachada de orgullo e insultos se encontraba una persona noble, justa y buena. Pero eso sí, estaba muy bien escondida. Había sido toda una sorpresa.

Sonreí, contenta por haber podido recuperar mi colección completa, y empecé a correr.

Hazme explotar (Katsuki Bakugou y tú )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora