47. Fallar

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Era imposible que a Luzu no le dolieran los brazos de estar la mayor parte del día en ese cuarto atado a la cabecera de la cama. ¿Cuanto había pasado desde que Magno le había ofrecido hablar con su familia y con sus amigos? Parecían años ahí. La habitación donde estaba había una ventana pero era inútil, del otro lado parecía haber piedras o grava. No entraba la luz del sol o de la noche.

—Hola, Borja.—saludó Emiliano entrando a su habitación con una sonrisa.—¿Pasa algo?

—¿Por que no te molestaste en taparme los ojos o atontarme con droga?—pregunto tragando saliva.—¿Qué pasa contigo, Emiliano?—la estúpida sonrisa de Emiliano Magno lo dejó perplejo.—¿P-por qu-que me miras así?

—¿No te has dado cuenta? Pensé que eras más listo, Borja. Tu abuelo me contaba maravillas de ti.

—¡No te atrevas ni a mencionarlo, tu lo mataste!—chillo Luzu como pudo, en cambio recibió una bofetada.

—Yo no lo mate, lo hiciste tu, si tan solo te hubieras tomado el vino o por lo mínimo tirarlo, hombre, pudiste salvarlo, tú sobreviviendo y él también o tu muriendo.—dijo burlón.—¿No lo habías pensado? Que inútil, no me extraña que estés solo por ahí, esas amistades que tienes son falsas... y ese amor es solo una cosa de la noche a la mañana. Es lujuria juvenil. ¿No? ¿Me equivoco, Borja?

—No es lujuria... es amor... creo que es amor lo que siento.

—Niño, tú eres un crío, yo soy mayor, ya te digo yo que eso no es amor ni será amor, antes muerto Merlon que se llame amor a lo que traes con el de piercings.

Emiliano repetía constantemente que él fue quien mató a David Luzuriaga, y le tiraba mil mierdas más que si Luzu lo negaba, bofetón. Cualquier cosa que no fuera aceptar aquello le tocaba golpe. Quizás eso fue lo peor, que al decirlo y recapacitar las palabras cada vez se le hacía más lógico.

Miraba sus demacrados brazos, llenos de pellizcos salvajes que se harían pronto unos pequeños moretones. Trago saliva cuando vio que Magno sacaba una cuchilla, eso lo aterrorizó. Empezaron los cortes, pasaba por su mejilla dejando en estas cicatrices horribles para en un futuro.

El dolor en ese momento era insoportable para su cuerpo, pataleaba para que lo dejara libre aunque inútilmente. Eso contaba como tortura física y psicológica. En unos de aquellos ataques por liberarse le soltó una patada a Emiliano, aquello no le gustó para nada. El mayor levantó el mentón de Luzu agresivamente haciendo que se miraran fijamente.

—Eres un hijo de perra, te dije que-

—Se muy bien lo que dijiste pero fallaste, y yo fallo.

En un instante Magno desapareció pero al poco tiempo apareció con una botellita de alcohol.

Sintiendo la botella de alcohol pasando por donde Emiliano había cortado minutos antes ardía literalmente como el infierno. Quitaba el brazo que tenía suelto pero eso servía para que el agarre del mayor se aferrara a la parte superior de su brazo. Doliéndole aún más. De su bolsillo sacó un limón e igualmente lo pasó por las múltiples heridas. Chillaba como loco, su cordura y sumisión completa al dolor eran extremas, en cualquier momento podía desear que lo mataran. Había torturas peores pero aquello era lo máximo que el muchacho estaba dispuesto a tolerar.

Lo que nunca imaginé [LuzuPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora