46. Reglas y llamadas

944 145 17
                                    


Luzu se levantó con un dolor terrible de cabeza. Parecía estar todo en orden hasta el momento, ayer le habían jugado una mala pasada de seguro. Maldijo a sus amigos y rió, se intentó levantar pero no pudo ya que tenía unas esposas, estaba enganchado a la cabecera de la cama. Grito a sus amigos que lo sacaran pero nadie fue en su ayuda. Aún estaba medio adormilado, ya había intentado huir pero no podía, el cabecero pesaba quien sabe cuánto.

Se alegró al escuchar la puerta abrirse, por fin pudo ver a... ¿Emiliano?

Ahí cayó en la cuenta de que había sido secuestrado. Todo tenía sentido, el mayor era el único que tenía llave a la casa de David Luzuriaga, él conocía todos los pasillos y bueno, el quería algo de Luzu. ¿Dinero? Se lo daba, ¿tierras? Se las daba. ¿Que quería el hombre?

—Buenas, Borja. ¿Como dormiste? Espero que bien, estás en mi habitación de invitados, es cómoda la cama hasta eso. Para ser una habitación sin utilidad está muy bien la cama—dijo el hombre sentándose cerca de Luzu el cual solo lo miraba atemorizado.—¿Que pasa?—El chico también se preguntaba aquello, ¿que pasaba?—Ya se que te preguntas, ¿te pegue? No, para nada, sólo te caíste, fue un accidente mío, perdóname. Tampoco te hice nada, solo te traje aquí.—el joven Luzuriaga intento acercarse a él para darle algún golpe pero no pudo.—Considérate con suerte, chico, no estás lastimado, ni en un horrible lugar, te puedo ofrecer una deliciosa comida y agua, quizás un poco de whisky, ya sabes, para olvidar a tu vida en el exterior.

—¿Por que?

—¿Por que que?—el mayor sonrío divertido.—Chico, mi intención jamás era matar a tu abuelo, a él le hubiera entregado el vino y ya está. Mi intención es que tu murieras. Dime.... ¿tu que harías por amor? Auténticas locuras, ¿no es así?—Luzu se quedó callando observando.—Mira, te ofrezco algo, no me gusta ver sufrir a las demás personas, es algo que simplemente no entra en mi cabeza, ¿extrañas el exterior? Aún no, por lo que veo. Si te portas bien, podrás andar por aquí, caminar por esta humilde habitación.

—¿Que es portarse bien?

—No gritar y no molestarte por las esposas.

—Tiene trabajadores que en cualquier momento lo pueden traicionar.—sonrío Luzu triunfante, esa fue de seguro la última sonrisa que le ofrecería a Emiliano Magno.

—Ya, ¿que son más? ¿Traidores o leales? Aparte, ¿quien me quisiera traicionar? Cualquiera... pues..—con su mano hizo un gesto de pistola y "apuntó" a Luzu para después con sus labios hacer el sonido de una detonación muy fingida.—Ya sabes, el lote incluye a sus familias y unos cuantos más.—Magno volvió a sonreír.—Mira, para que esto te guste más, si te portas bien hoy... podrás hacer una llamada a tu familia.

—No tengo familia, tú la mátate.

—Claro que tienes familia, tienes a tu padre y a tu madre, bueno, ella está en la cárcel y tu padre anda continuamente viajando, también tienes a tu hermano, ¿sabes algo de él? Pues mira, te ofrezco dos llamadas cada semana. Una a quien tú quieras, a tu novia o quien sea y tu familia.

A decir verdad, Luzu no sabía por qué cojones el mayor hacía aquello. Algo no cuadraba en la cansada mente de Luzu, era muy "buen" secuestrador, pero aún así lo aborrecía. Por el momento no le había hecho nada, quien sabe en un futuro, pero aun podría descansar tranquilo si se le llamaría descansar a estar así.

Aún no, aún nada

Lo que nunca imaginé [LuzuPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora