*BIP*
-¿Aló, ya tienes todo listo?
-Solo falta tu firma.
-Te lo envío en un momento..., listo.*BIP, BIP*
-¿Tienes todo bajo control, verdad?
-¿Con quién crees que estás hablando? Sabes que todo lo que yo hago es con profesionalismo.
-Lo sé, aún así sabes cual es mi situación.
-Con lo poco que sé. ¿Cuándo llegas?
-Cuídate, Mario.«¡De vuelta a casa!»
Fue lo que pensé mientras estaba en el avión de regreso a Perú. Antes de subir al avión tuve que llamar para saber si todo estaba bien y de acuerdo al plan, no quería que nada se saliera de control. Cualquiera que sepa de mi vida personal pensaría que es por la muerta de mis padres y que necesito ir a verlos y decirles adiós por última vez -pero no es así, nadie sabe mi pasado- aunque sé que tendría que verlos, no quiero, ni tampoco lo deseo. ¿La razón? Es simple, ellos me lastimaban poco a poco.
En mi niñez fui una niña como cualquiera, me gustaba jugar con todos, prácticamente en una familia muy armónica si se puede decir. Vivía con mi abuela pero luego nos mudamos, a un lugar que se podría decir un poco lejos, aun así eramos unidos, casi siempre iba a visitar a mis abuelas. Cuando llegué a la primaria conocí a varios niños y aunque ahora no me acuerdo de todos -casi nadie- tengo rara vez comunicación con ellos y con mi situación lo mas preferible era mantenerme alejada. Conforme fui creciendo, mis responsabilidades aumentaban pero no solo eso las discusiones, los gritos y a veces los insultos estaban estancando en la casa nueva - lo llamaba así- lo único que hacia era llorar abrazada a mi muñeca naranja y junto a la pared bajo una luz oscura y clara a la vez, sonidos de personas que no conocía me llegaba ha imaginar para que me consuelen, me desahogaba al punto que mis ojos quedaban secos y la almohada mojada de lágrimas de tristeza y desesperación.
Cuando tuve ocho le decía a mi mamá que quería una hermana o hermano, me sentía sola en una casa grande -en mi abuela solo vivíamos en un cuarto- pero ella solo me sonreía. Un día la acompañe al hospital, ella tenía una consulta con el ginecólogo, cuando la llamaron mi madre me sentó y comenzó a conversar con el doctor y de lo poco que pude entender y ahora recuerdo es que ella no podía tener hijos ya que tenía una enfermedad, el doctor le mando pastillas que eran para controlar los dolores de la enfermedad. Cuando mi madre le contó esto a mi padre y él solo lo llegó ha aceptar. Mi padre siempre decía que quería un hijo hombre pero sabía que no podía así que lo tomábamos como una broma.
Al tiempo, escuché a mi madre decirle a mi papá que iba a dejar de tomar las dichosas pastillas, no supe que reacción tuve mi padre estaba escondida en el ropero aunque ahora supongo que lo tomó a bien. Dos meses más tarde mientras comíamos mi padre me dijo inesperadamente que iba tener un hermanito como regalo de navidad, yo no le creí y aunque mi madre me lo haya confirmado me rehusaba a creerlo . Mi madre insistió que era verdad y aunque por dentro estaba de lo más alegre, lo que único que pude decirle era «Ah...». Al llegar al colegio lo primero que hice fue contarle a una de las amigas más cercana que tenía, en ese momento, la noticia de que iba a tener un hermano(a) -quería que fuera mujer-, ella se sorprendió conmigo en el salón, luego le dije que lo guardará como secreto y no quería que nadie lo sepa todavía.
Cuando cumplí 10 años mi madre ya estaba con su barriga grande del embarazo, yo no veía las ganas de ya tener a mi hermano, con el tiempo ya lo había aceptado y se hacía evidente de que lo iba a tener. Cada vez que dormía con mi madre, la abrazaba tocando su barriga y siempre me decía mentalmente que lo iba a proteger de todo -los castigos, gritos y golpes- me hacía feliz pensar en él o ella, tiempo después me dijeron de que iba hacer varón, toda la familia se emocionó, yo también y aunque me hubiera gustado que sea mujer lo importante era que está personita con quién compartiría parte de mi vida, iba hacer la más feliz del mundo, pase lo que pase yo no iba a permitir que nada malo le sucediera y a pesar de mi corta edad, yo ya estaba haciendo planes para que nada inesperado pudiera pasar durante la larga estadía que tendría que llevar en esta casa.
Meses después nació mi hermano, mi padres lo llamaron Samuel -les gustó el nombre bíblico- a mí me gustaba el nombre, aunque no por las mismas razones que mis padres.
Mi primaria terminó y mi salón celebró la famosa "promoción", me acuerdo que estaba feliz por el vestido, peinado y las cosas bonitas que iba haber ahí. Todos fuimos al local -cerca del colegio- bien vestidos, con sus respectivas familias, fue un día inolvidable y gracioso ya que supuestamente el salón tenía que bailar como era costumbre en ese tipo de fiestas, pero nadie de nosotros movió una solo dedo por bailar, nos quedamos inmóviles, por último los padres se enojaron y nosotros comenzamos a jugar; creo que no era preocupación en ese momento. Samuel también estuvo ese día, tuvieron que comprarle un terno para que se presente, cuando llegamos todos lo querían abrazar pero a él no le gustaba y comenzaba a llorar, yo me acercaba a él y comenzaba a menearlo para que se calmara un poco aunque a veces me enredara con mis zapatos y el vestido rosa que llevaba puesto.
Al ingresar a la secundaria fue en un colegio distinto o mejor dicho a un colegio público, no me molestaba en absoluto pero sí consideraba extraño ya que tenía que socializar y se me hacía un poco difícil, como iba hacer nuevos amigos, toda mi niñez la pasé con las misma personas y ahora en mi pubertad estoy en las nubes. Cuando entre al salón donde me tocaba estudiar habían muchos chicos solo había cuatro chicas en diferentes lugares y las mesas estaban en forma grupal, al principio solo me quedé parada en la puerta pensando donde me iba a sentar hasta que solo me decidí por obtener la silla más cercana a la puerta.
Al principio mi madre me recogía con Samuel al colegio luego dejó de hacerlo y cuando tenía que regresar me pasaba por toda una universidad para llegar a mi casa, no era muy largo y aunque lo parecía, cada día se me hacía más corto.Conocí a varias personas y fue en ese momento que también me encontré con distintas personalidades, cada una tenia algo que trasmitir, al principio creo que se me hizo adaptarme pero luego como me adapte me sentía cómoda. Llegó un momento en que me di cuenta que yo había cambiado, ya no era la misma, pero me sentía bien conmigo misma, era como si quisiera ser libre sin embargo ya no podía actuar cuando llegue a conocer a todos los de mi salón y entre en razón mis notas del colegio habían bajado ya no estaba dentro del promedio, sabia que esto me iba a traer dificultades a mis estudios en el futuro así que tuve que tomar una decisión muy severa y era controlarme, intentar volver a mi yo de antes, a la chica tranquila y estudiosa pero algo en mi no quería, así que tuve que alejarme de ellos. En segundo años que estuve ahí ya había mejorado mis notas -estaba dentro de los primero puestos- mi personalidad era un poco confusa de tal amanera que me comportaba de una manera diferente cada vez que iba a lugar que no conocía, sabia que tal vez me traería a mi misma pero tenia que ir despacio, todavía tenia algunas amistades en mi salón. Todo estaba yendo bien conmigo estaba superando mis cambios de personalidad hasta que mis padres tienen una pelea fuerte yo estaba en la mitad de mi secundaria, estaba planeando mi futuro para cuando termine el colegio y tal vez el de mi hermano, yo no quería que él pasara por lo que yo pasé, todo lo que hacía era por él. Tras la pelea intenté mantenerme fuerte para no caer en el vació y perderme; cada noche abrazaba a mi hermano -dormíamos juntos- para recuperar fuerzas, intente alejarme lo mas posible de los problemas de hogar pero era imposible, sentía que todo el peso esta en mí y no podía, mientras que estaba en el colegio fingía que todo estaba bien y pensé mantenerme así hasta terminar el año por lo menos. Un dia llego una conocida mia de mi inicial, cuando la reconocí se me hizo raro verla acá, le pregunte como estaba y que hacía acá a lo que ella me respondió que se iba estudiar acá, yo me quedé sorprendida no encontraba el problema hasta que con el tiempo sentí que me quito a mis amistades cercanas que tenia y ahí si mi mundo se vino abajo, estaba sola, no sabia donde refugiarme, en la noches solo tenia a mi hermano pero el era muy pequeño para entender todo lo que me estaba pasando. El tiempo que faltaba para que termine el año era poco así que tuve que soportarlo sola, sin contar con nadie y quedarme callada, esperando que todo esto pase. Faltando un mes para que acabo toda mi farsa en el colegio comencé hablar con un compañero, siempre lo vi con una persona de mal vivir, aunque eso aparentaba estaba totalmente equivocada, de cierta manera era un poco irresponsable respecto a sus estudios es a un persona muy directa y sincera ante todo, cuando comenzamos, hablar fueron de cosas triviales, no tenia sentido y cada dia fue así, hasta que un dia creo que tuvimos un poco mas de confianza y me ofreció un polvo blanco, inmediatamente en mi cabeza la palabra "droga" tenía que alejarme de el, era peligroso estar mas cerca , pero el vio cara de atónita y rápidamente dijo no me iba a invitar, de mi parte solo lo mire frunciendo las cejas, quería decir que era todo lo contrario, él solo se rió al verme y dijo que era una broma solo quería decirme que estaba caro y contarme su historia de como el y sus amigos tuvieron que hacer varias cosas para conseguir el dinero y comprarlo; yo lo escuche y aunque sabia que estaba en contra de mi permanecí a su lado hasta que termino el colegio, fue una amistad media rara a mi parecer, jamás habíamos hablado con tanta confianza como las ultimas semanas pero ignore todo eso, quería pasar unas vacaciones tranquilas junto con mi hermano y parecer las cosas fueron mejorando ya que milagrosamente mis padres se recociliaron y actuaban como si nada hubiera pasado. No podía decir mucho los ultimos meses fueron agotadores y esperaba que el año siguiente cambiará.
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RECUERDO
Teen Fiction¿Cuál prefieres luchar por el amor de tu vida o en la única persona que qieda de tu familia?