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He aquí el capítulo 4. Les está gustando más de lo que yo pensaba, es casi preocupante xD

Anyway.

Aquí tienen la continuación, espero la disfruten, y recuerden que su apoyo me mantiene incentivado a seguir publicando esto.

Pasaron las horas y el cautivo Ulises se preguntaba qué hacer con su mísera existencia digital. Ni siquiera tenía el privilegio de ser el verdadero Ulises Berg, ¡Era un mísero programa de computadora! Un triste avatar en algún juego retorcido. Como Mario Bros. Excepto que Mario tenía super poderes: Como saltar muy alto y romper paredes con un puño. Él solo tenía el super poder de ser él mismo y eso, en sí, era una mierda.

Ni siquiera era una persona interesante en vida. Trabajaba en ventas y era un empleado promedio. ¿Necesitabas un auto usado? Llama a Ulises, él te ofrecerá un Toyota o un Silverado viejo con un par de rayones. Eso sí, aunque en los papeles del vehículo digan que el color del auto es Azul, a tus ojos siempre será gris; No vendida autos de muy buena calidad. De hecho siempre venían quejarse por fallos de funcionamiento.

¿Cuándo aprendería la gente que los autos actuales están hechos para fallar? Si uno quiere un trasto que dure más de 2 años sin fallar alguna vez, que se compre un Volkswagen.

Ulises entonces pensó en algo. ¡Era un programa! A lo mejor sí que tenía super poderes. A lo mejor debía averiguar cuáles. No era posible que esos nerds programadores hayan hecho una copia exacta de un humano sin agregar mejoras.

Se plantó frente una pared, dispuesto a usar sus puños y le propinó un puñetazo limpio a la pared rosa con impresiones de unicornios blancos... Se le salieron las lágrimas del dolor.

El pobre Ulises saltó en un pie con la mano aferrada al pecho, maldiciendo y derramando lágrimas de frustración, jamás volvería a hacer eso.

—¡Joder! Duele más que en el mundo real —Se quejó el hombre—. ¿Cuál es el punto de estar muerto si el dolor es peor aquí? ¿No decía Jesucristo que en el reino de los cielos no existía el dolor?

Si se ponía a pensar en la religión se deprimiría todavía peor. Después de todo abandonó la iglesia una vez se dio cuenta que todo aquello eran bonitas mentiras.

"Cuando te mueres te pudres, no hay más" solía pensar para sí mismo.

Qué ingenuo fue. De haber sabido que iba a acabar así... bueno, ni de chiste hubiera rezado, está claro que eso no habría servido de nada, pero le habría dicho a su hermano "si me muero ¡Por nada del mundo hagas una versión digital de mí!".

Cómo le hubiera gustado tener un tipo de epifanía al menos. Nadie te prepara para ser una copia de ti mismo.

—Espero ser un puta copia mejorada y uno exactamente igual a lo que era antes —pensó en voz alta—. Joder, no tengo super fuerza. Tendré que preguntarle a S qué es lo que puedo hacer —miró a su alrededor, encontrando únicamente juguetes regados por ahí. Un cambiador de pañales, una silla alta, un pequeño armario lleno de ropa de bebé hecha su medida y una pequeña mesita para dibujar y hacer actividades—. Espero que mojarme sin darme cuenta no cuente en mi programación, de verdad lo espero.

Sin embargo lo volvió a sentir. Una calor húmedo fue perfectamente palpable allí abajo en su entre pierna; estaba mojandose incontrolablemente. Apenas intentaba cerrar el grifo, intentando recordar cómo se supone que se usaban sus esfínteres se desesperó descubriendo no tenía ni la menor idea. Simplemente ocurría, se mojaba sólo y ya.

Nuevamente se sentía contrariado ¿Quién en su sano juicio programa un avatar para necesitar ir al baño o usar pañales? ¿Acaso Sonic el Erizo hacía pausas para ir al tocador? ¿Acaso Kratos usaba el baño antes de matar demonios? ¡No! Era una función completamente inútil. El tipo que programó este paquete no tenía idea de cómo la gente prefería pasar su existencia después de la muerte. Sí le hubiera dado a elegir, hubiera preferido estar en una aventura tipo mmorpg, de esas interminables del internet con múltiples misiones para obtener experiencia. Solo después de muerto tendría paciencia y tiempo para pasar el juego y levelear como se debe.

Pero no. Aquí no existían ítems mágicos ni éstadicticas de habilidad, ni siquiera XP. En lugar de ser interesante ¿qué era? Nada. Era un triste Sim. Peor que eso. Los sims podían soplar las velas de cumpleaños y dejaban de necesitar ayudar para usar la basinica.

Intentó por todos los medios quitarse aquella cosa de la entrepierna; estaba hinchada, olía a orines y le dificultaba caminar ¡Qué horror! Ulises era un desastre y se sentía como un desastre también. Para empeorar el asunto, no importaba cuantas veces desabrochara las cintas de su abultada protección anti derrames, esta siempre volvía a ponerse en su logar en una milésima de segundo, como si fuera si fuera un error auto corregido.

—¿Y ahora qué voy a hacer? Necesito un cambio.

Un sonido particular se escuchó en la lejanía. Una luz verde parpadeó tenuemente; Ulises se giró sobre su propio eje en busca del sonido; ¡Ahí! un oso al fondo de la habitación. ¡Era enorme! Media como 3 metros y medio desde su perspectiva.

—¡Hola mi pequeño Ulises! —lo saludó el animal de felpa con una voz que sonaba demasiado feliz—. ¿Cómo se siento mi marinerito hoy? ¿Mucha agua bajo en punto?

—¿Qué mierda está pasando? —se asustó el hombre, dando un par de pasos atrás. El peluche estiró sus brazos y tomó a Ulises del suelo, elevándolo y poniéndolo contra su hombro con dulzura—. ¡Oye! Bájame ¿Qué haces?

Sintió que el oso palpaba la parte de atrás de su pañal, sin mucho discreción.

—¡El pequeño Uli está mojado! Qué traviesillo eres. Vamos a cambiarte para que estés fresquito.

—¿Cambio? ¡No! Alto, Espera. No era a esto a lo que me refería. Bueno, sí era pero no así. ¿No puedo usar ropa interior normal? ¡Oye no! bájame! ¡No me veas!

Programado Para Ser TiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora