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Tadashi Yamaguchi 

Nuestros mundos eran tan diferentes. 

Y aún así nos compenetrábamos de una forma única. 

Nadie diría que me gusta Yamaguchi. Pero confesaré que estoy loca por sus huesos. 

Es tan dulce, que con solo una pequeña sonrisa hace que me derrita por dentro. 

Pero el que él se fijara en mi, eso estaba totalmente fuera de mi alcance. 

Yo era demasiado inquieta, fiestera, y avanzada para las relaciones. En cambio él es tranquilo, persistente y tímido. Además, que por su estilo, le gustarían las chicas dulces y yo, hablando de apariencia, no es que sea demasiado dulce. 

Las falditas rosas, y vestiditos de flores no van nada conmigo. Yo prefiero un vestido ceñido negro y unas buenas plataformas para disimular mi baja altura. Obviamente al colegio no me dejan asistir así, aunque mi maquillaje sí que define bien mi estilo. 

Las japonesas son delicadas para todo, hasta para maquillarse. Yo en cambio prefiero un color intenso en los ojos y un largo delineado. 

Por mi apariencia y actitud los rumores no me faltan. 

"Lucy se ha acostado con X hombre" 

"Es una guarra"

"Se valora muy poco para hacer esas cosas"

"Es demasiado fácil"

Esos comentarios eran usuales entre las chicas de mi clase. 

Sinceramente, no me afectaba en absoluto ya que yo sé muy bien lo que hago o dejo de hacer. No voy a dejar que el aburrimiento de otras personas afecte mi estado de animo.  

Ignorar los comentarios agotó mi paciencia por lo que comencé a contestar. 

--Oye Lucy, ¿es cierto que ayer se la chupaste a un chico por quinientos yenes? --Preguntó Akiko con cierta burla. 

--No sé, ¿por qué no le preguntas a tu padre? --Escupí como si mis palabras fueran veneno. Akiko se calló y el receso continuó. 

Intentaba centrarme en resolver aquel crucigrama, pero aquella sopa de letras no me lo estaba poniendo nada fácil. Cuando acabé de completar la hoja de ejercicios recogí mis cosas y lo dejé todo en el pupitre, cogí mi teléfono y un poco de dinero. Aún me queda media hora de receso y tenía un poco de sed, así que me levanté y me marche hacia las máquinas expendedoras. 
Cuando llegué metí unas pocas monedas y apreté la tecla "14". Batido de vainilla, mi favorito. A los pocos minutos divisé a Mei acercarse con una sonrisa de oreja a oreja. 

--¡¡Lucy-Chan!! ¿Cómo está mi super mejor amiga? 

--Tu super mejor amiga está bien, pero lo estará mejor cuando se beba el batido. 

--Vamos no seas ratona e invítame a uno. --Mei apoyó su mano sobre mi hombro y miró la máquina expendedora con un pequeño puchero. 

--¿Soy tu Sugar Daddy o qué? --Pregunté con cierto vacile a la vez que le compraba un batido a Mei. 

--Oye pues no lo había pensado. 

--Dos cabezas piensan más que una. 

--Pero nuestras neuronas están f, Lucy. 

Me encanta seguirle el royo, somo tan estúpidas cuando estamos juntas que me olvido la mierda de compañeras que tengo. Siento un pequeño codazo en mi hombro y cuando alzo la mirada diviso el por qué del golpe. Yamaguchi venía hacia aquí. 

Haikyuu One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora