Día uno: Maid

5K 447 94
                                    

Wei Ying tuvo un día pesado. Entre reuniones a las que no quería asistir y un par de problemas que Jiang Cheng no pudo resolver por estar en Londres, se sentía tan cansado y estresado que solo quería llegar y morirse en su habitación. Afortunadamente, pensó, su hermana estaría de visita en unos días. No la había visto desde la primavera pasada, cuando trajo a Jin Ling a la mansión por primera vez. Se preguntaba ahora qué tan grande estaría su sobrino, y si tendría la edad apropiada para jugar con A-Yuan.

—Si las inundaciones continúan, las cosechas se echarán a perder y nuestra gente no tendrá nada para comer. Además, nuestro principal cultivo no podrá ser enviado a China debido a la marea.

Parpadeó. Estaba en la casa de los Nie. El menor de los hermanos lo miraba fijamente, mientras Nie Mingjue estaba distraído mirando a Meng Yao, quien servía el té.

—Wei-xiong, ¿me estás escuchando?

—Uh, sí, claro. ¿El opio, decías?

—¡Wei-xiong!

—Si vamos a estar en un burdel, al menos que sea para entretenernos, Nie-xiong.

—No estamos en un burdel —repitió Nie Huaisang por enésima vez en el día—. Además, esto es muy importante. Escucha, todo esto es más peligroso de lo que creíamos, porque...

∆∇

Wei Ying salió corriendo de la casa de los Nie (que no era un burdel) al término de esa charla. Solo le tomó una hora en carruaje regresar a casa. Casi se quedó dormido ahí, pero aguantó, pensando en la recompensa que lo esperaba de regreso.

—¿Ha llegado Jiang Cheng?

El conductor del carruaje negó desde afuera.

—No, señor. Parece que su cita con la duquesa se alargó. Estará de regreso pasado mañana, si todo sale bien.

Sonrió.

—Por supuesto.

—¿Necesitará algo, señor?

—No, no. Me alegra saber que tendré la casa para mí solo unos días más —musitó, una risa escondida en la oración.

Finalmente llegaron a la entrada de la casa principal. Había un par de sirvientas que lo recibieron y le dieron la bienvenida. El jefe de mayordomos, Lan Huan, cargaba un niño pequeño que se retorció en cuanto lo vio.

—¡Ying-gege!

—¡A-Yuan! —saludó, con una brillante sonrisa. Incluso tenía estrellas en los ojos—. ¿Cuántas veces debo decirte que me llames "papá"?

—Mmm... ¿cinco?

Lan Huan rió cuando él resopló.

—Joven maestro, por favor sea paciente. Se acostumbrará pronto.

Asintió.

—Entonces, A-Yuan. ¿Dónde está Lan Zhan?

A-Yuan se tapó la boca.

—Oh, ¿ahora conspiran?

—Suba a sus habitaciones, joven maestro, por favor.

Wei Ying le dio un asentimiento a Lan Huan antes de correr dentro de la mansión. Su habitación estaba en el tercer piso y, ya que él y Jiang Cheng vivían solos en la casa, prácticamente tenía todo el piso para él. Los pasillos estaban oscuros, la noche estaba cayendo. Aun así, poco a poco, mientras caminaba, notó que la iluminación era tenue a propósito.

El aroma a sándalo invadió el aire de un momento a otro. Algo se agitó en las entrañas de Wei Ying y prácticamente voló hacia su puerta. Abrió silenciosamente, mas no fue necesario en absoluto. Frente a él se encontraba un hombre apuesto, vestido con un frac negro; el conjunto típico de un mayordomo, y la insignia brillante en su pecho que lo declaraba sirviente de la familia Jiang. Además, tenía un distintivo en su corbata de nubes, el último vestigio de la familia Lan desde que fueron salvados por los Jiang. Cabello atado en una coleta baja, y guantes blancos y limpios que no se ensuciarían ni aunque fuese a trabajar en los invernaderos o a alimentar a los conejos.

WangXian Week || EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora