Día cuatro: Cacería nocturna

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Como el vino que se derramó de sus labios, Wei WuXian se escapó de él con el viento. Jugueteando entre los árboles, bebiendo elegantemente, y todavía, siendo capaz de localizar sus objetivos. Lan WangJi bebía la vista y lo embriagaba por sí solo. La luna estaba en lo alto, no había nubes que cubrieran su brillo. Y Wei WuXian resplandecía como solo él podía hacerlo.

Salieron del Receso de las Nubes tarde ese día, después de asegurarse de que los conejos habían comido. Volaron en dirección al norte, a los límites de Gusu, para vigilar a los discípulos que habían salido la noche anterior con un caso común de un espíritu vicioso que había matado a tres personas en un lapso de medio mes. Las Torres de Vigilancia no habían reportado ninguna anomalía con ellos, pero Wei WuXian estaba nervioso, porque era la primera vez que salían sin Wen Ning. Él también lo estaba, por supuesto. Desde que las generaciones posteriores a la guerra comenzaron a salir de cacería nocturna, él no había dejado de preocuparse por ellos. Ahora que Lan SiZhui estaba en ese grupo de discípulos, su estado de alerta y paranoia había aumentado.

Sumándole que Wen Ning había desaparecido desde un par de semanas atrás, solo podía pensar que debía vigilar a los discípulos todo el tiempo. Claro, su tío no pensaba igual, y lo obligó a quedarse en el Receso un día más para que ellos tuvieran la oportunidad de experimentar solos. Aun así, él y Wei WuXian decidieron esperar hasta media noche, lo que contaría como el día siguiente, para escabullirse del Receso. Afortunadamente ocurrió antes que eso, porque uno de los cocineros dijo casualmente que ya hacían falta nabos, y los nabos no se cultivaban en Caiyi.

—Lan Zhan y yo podemos ir por ellos —ofreció Wei WuXian de inmediato—. Está de camino hacia donde vamos, de todos modos.

Eso era verdad. En realidad, era una coincidencia afortunada que pudieran conseguir nabos en la ciudad a donde los discípulos habían ido. Sin objeciones por parte de los cocineros, fueron enviados antes del toque de queda, para regresar lo más pronto posible con los nabos.

Entonces, ambos se apresuraron en dirección al norte de Gusu.

Les llevó aproximadamente cinco horas llegar en Bichen. La ciudad era ruidosa, más de lo que Caiyi sería alguna vez. Pero no le molestó en absoluto, porque sus preocupaciones eran otras. Wei WuXian rápidamente empezó con su trabajo, preguntando por aquí y por allá la anomalía detectada por los pobladores. Cuando indicaron que la última persona fallecida era el hijo del posadero, fueron allí.

—Ah, es cierto —contó el posadero—. Mi Xiao-er desapareció cuando estaba cerca del lago. Lo encontramos dos días después, ahí mismo, pero ya no estaba con vida. Les dije a los cultivadores dónde estaba la zona, y partieron por la tarde, pero no han vuelto.

Wei WuXian se alertó de inmediato.

—¿Ninguno?

—No. Eran un grupo de siete, si no me equivoco. Reservaron habitaciones aquí, y dijeron que regresarían antes de que cerráramos, pero sigo esperándolos.

Lan WangJi sintió de inmediato que su corazón se aceleraba. Wei WuXian pidió las indicaciones y luego agradeció al posadero. Ambos se dirigieron a la orilla de la ciudad, donde empezaba un bosque espeso. Según las indicaciones, el lago estaba a menos de diez li al este. Notaron, alrededor de la zona, que había energía resentida impregnada en el aire; pero no era tanta, no como pensaban que sería.

—Qué raro... —murmuró Wei WuXian—. Lan Zhan, ¿seguro que vamos en la dirección correcta?

—Mn. Estamos cerca del lago.

Wei WuXian asintió.

—No se ve tan salvaje.

—Aun así, mató a tres personas en dos semanas.

WangXian Week || EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora