-Gracias por venir Justin, y por entenderlo...
La atraje entre mis brazos, una de mis manos sujeto con fuerza su nuca atrayéndola hacia mí. Uní nuestros labios mientras que con la mano libre la acerque a mí sujetándola por la cadera. Al principio ella no reacciono, sus labios estaban inmóviles, pero en ningún momento se aparto. Debo decir que su barriguita de embarazada nos separaba bastante, pero las ganas por besarla eran mayores que los impedimentos. Apoye su cuerpo en la puerta mientras nuestros labios seguían rozándose. Poco a poco ella comenzó a mover sus labios con los míos. Nos separamos por la falta de aire, nuestras miradas se clavaron la una en la del otro. Esta vez fui yo quien me sorprendí, ahora ella era la que me besaba. Esta vez el beso era más apasionado, nuestras lenguas jugaban a rozarse. Sus manos estaban rodeando mi cuello, jugaba con el cabello de mí nunca, haciendo erizar mi piel. Sentí como lagrimas caían entre nosotros, su cuerpo temblaba. Me separe de sus labios para poder mirarla a los ojos. Escondió su cara entre sus manos mientras lloraba.
-Vete Justin
-¿Qué? - Dije confundido
-No hagas esto más difícil por favor...
-Yo creía que tu... - no me dejo terminar
-¿Justin que esperabas? ¿Que con un beso te perdonara todo? Me dejaste sola Justin... - sus ojos reflejaban dolor, y eso me mataba. Sabía que tenía razón no podía hacer nada, la solté y abrí la puerta, acaricie su mejilla y deposité un corto beso sobre sus ahora rojos he hinchados labios. El cielo estaba cubierto por nubes negras, las calles de ese pequeño barrio estaban desiertas. Que ironía, era justo como me sentía yo. Sentía que dentro de mí había una batalla, que en verdad yo mismo me busque. El día que esa princesita entro en vida supe que la iba a revolucionar, no me podía engañar la amaba tanto que hasta dolía. Cada día a su lado había sido especial, ella había conseguido rescatar al Justin divertido, al Justin cariñoso, simplemente ella sacaba lo mejor de mí. Me gustaba toda ella, desde que se levantaba por las mañanas hasta cuando dormía, me gustaba su lado tierno pero su lado enfadado era realmente sexy. Amaba la sensación que sentía cuando nuestras pieles se rozaban la una con la otra, solo piel con piel. Adoraba recorrer su cuerpo con mis labios, las horas parecían segundos a su lado. Suspire pesadamente, metí la llave en el pomo de la puerta. Rece porque Lisa y Jackson no estuvieran peleándose una vez más, ahora mismo necesitaba relajarme. Pero mis rezos fueron en vano. Los gritos de Lisa inundaban el ambiente. Hogar dulce hogar, como me gustaría estar con ella... - pensé. Cogí un paraguas y salí nuevamente de casa. Entre en una peña cafetería, pedí un café, un boli y un folio. Esta era la hora de arreglar las cosas, de poner mi vida en orden, de pensar una vez en lo que yo quiero y en lo que me hace feliz.