PrevioFinal

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Con la noche a medio camino, todo lo que queda son restos: los créditos de la película, platos vacíos, vasos abandonados y ellos, Andy e Iván, sentados en el sofá con las rodillas tocándose.

Viendo cómo la imagen de la pantalla funde a negro, Iván busca su mirada y Andy sonríe soñoliento.

- Muy buena peli, yo me voy a dormir ya que es tarde -dice poniéndose en pie.

Ah, y Alberto.

No se habían fijado en que Andy está reclinado sobre Iván, medio recostado sobre él con el brazo apoyado en su abdomen; cuando van a recolocarse, ven que su compañero ya los ha dejado solos.

Además, ¿a quién intentan engañar, al capitán del barco Ivandy?

Aprovechando la ocasión se recuesta sobre él y el tiempo desaparece, le relaja tanto escuchar sus latidos...

No se mueven hasta que Iván pregunta - ¿A ti qué te ha parecido?

- Creo que me he dormido.

- Ya lo sabía yo, propones película y al poco te caes del sueño.

- ¿Pero a que era una buena peli? Me la recomendó un amigo. -Iván hace un ruidito al notar una repentina falta de presión en su cuerpo. - ¡Oye, no te has terminado el postre! Iván, Iván... ¿Qué ha sido de ti? - chasquea la lengua burlándose, se inclina para recoger el cacharro con los restos del brownie y, haciendo una mueca, se detiene, observando su reacción, siempre dispuesto para tomarle el pelo.

- Un día descubrí el deporte y la alimentación saludable.

- ¿Prefieres comer frugalmente a disfrutar de mis postres?

Iván es una sonrisa lenta y comprensiva, ilumina sus rasgos y le hace parecer eternamente joven - ¿Y si tú lo combinases con algo de deporte? Fuera tenías tu rutina de ejercicio, pero en la casa... - estira su mano hacia él ayudándolo a acomodarse a su lado.

- Ya lo intentaste.

- Eres un caso perdido - lo dice con todo el cariño del mundo.

- ¿Y ya está? Menuda forma de motivarme para mantener mi figura.

Andy suelta una carcajada: Iván ha procurado guiñarle el ojo mientras se reía y ha quedado muy cómico. Reconoce que algo de ejercicio sí hacemos juntos.

No, no sabe qué les está pasando en esa casa. No es que ya importe, supone.

Se besan, con la calma de antes de las tormentas, una y otra vez notando la marea que sube en su interior. Iván, como el pasajero debilitado busca un soporte, apoya una mano sobre su corazón, sonriendo, sí, ese toque que va quemándole la piel, activando reacciones y provocando a su honor, al amor que ambos tienen fuera porque allí siguen ellas, esperando.

No puede creer que para el leal gallego sea tan sencillo. No lo han hablado. Ellos no tienen conversaciones en serio, no podrían soportarlo.

No es tan sencillo. No lo es para él, no puede serlo y además no puede evitarlo.

Iván siempre estuvo cerca. Atrayéndole. Estaba seguro de que sucumbiría.

Siempre ha respondido así a todo lo que tiene relación con Iván. Sí, debajo del delantal o de la toga es sólo un humano, y ardería para siempre en nombre de un amor por el que valdría la pena luchar.

Ni se les pasa por la cabeza que están en una zona común y de paso.

Al cabo de un rato una pequeña luz brilla lo suficiente desde la ventana que da al salón, debe provenir del cuarto de las chicas. Ah, es que han dejado caer un plato, pues menos mal que estaba vacío. Se han detenido para recuperar el aliento. Iván está recostado sobre su espalda y Andy se deja caer sobre él, con los brazos extendidos a un lado y las manos separándose de las de Iván. Busca dónde ha dejado su camiseta por si tuviera que recogerla.

Ivandy: PruebasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora