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- Es real.

#Ivandy es real. Alberto lo ha confirmado en Twitter, algo se cuece en cocinas y no es únicamente el insistente #Lunerto ni los potajitos de Juana.

#Ivandy es un aguijón que traspasa como el fetiche de José María Le Pin, incansable a gracietas, el cual recuerda cada vez menos a Julito Iglesias y más a su disco rallado. Pero qué esperas cuando el puesto de payasito amable del grupo ya está ocupado. La edición del caos.

#Ivandy, más boicoteado que la capitanía del recién expulsado Michael, más intenso que un agudo de Luna.

La alegría al ver a su novia se opaca cuando ve en la pantalla grande Química los guiños de Iván a la suya.

Será un obstáculo para que #Ivandy sea real, pero él no es una fangirl de su propia ship. O qué te crees.

Estos días aislados por el luto y la tragedia le han hecho menos huraño.

¿Obstáculo, su chica? Qué tontería. Simplemente no quiere que lo sucedido en la cuarentena quede en un periodo gris sin mayor importancia, desapareciendo en la nada. Masterchef es cada vez más un programa que podría presentar el tal Jorge Javier, un Gran Hermano cualquiera, cierto: personajes y artistas variados, más que cocineros amateur. La intensidad vivida no ha sido poca, no puede diluirse sin más, queda sólida, presente, tan afectada como las explicaciones de Andy sobre sus platos.

Cabe preguntarse- ¿El beso fue real?

¿Los que vinieron después? No puede asegurarlo.

No cree que la opción de haberlo soñado antes, cuando ha sucedido, lo haga menos real. Tan imposible como Samantha cocinando.

Tan fuerte como la mentalidad de empuje de todos aquellos que nos han estado curando, protegiendo, atendiendo, informando en esta cruel pandemia.

Mientras, ellos son entretenimiento.

Y para ellos ha sido complicado buscar en qué entretenerse más allá de su cometido, aprender, mejorar en la cocina.

El confinamiento con su compañero... Con todos ellos, pero ninguno como él. Son más parecidos de lo que creen ser. Competencia, confianza y tesón en todo lo que hacen. Chispas que surgen desde esa rivalidad mal entendida... Como si la personalidad de Iván no le dejara pensar en otra mira que no fuera aprender y ganar. Roces. Roces.

Camareros, por favor, que salga diciendo que reconoce que agradece ser importante para él. El elegido.

No ha sido un sueño agotador tras limpiar cocinas. No todo. Rojo sobre azul.

Mezcla de sabores que recuerdan a un bosque, al olor de la brisa del Cantábrico refrescando ese calor pegajoso y artificial de la boca del metro de la que sale el gentío en plena puerta del Sol.

Existen muchas dificultades, sin duda.

Problemas, como no ser un equipo, mucho acusar, poco trabajar...

Evitando la zancadilla que los llevó a cocinar puré de bebé y algo cualquier cosa que sólo por ser, ya se merecía elogio.

Aquella elección de la eliminación, pasión y cocina... Y triunfo. Toca regodearse en el éxito, en los abrazos a oscuras... Iván opinando sincero y áspero. Como sus manos en su rostro, la barba casi haciendo daño, y la piel oculta por sábanas y mantas.

Callar más de lo que uno debe callarse nunca le hará ganar un reality. Y a veces toca defenderse aunque sea de sus propias expectativas. La ansiedad de Mónica llevaron a dos personas antes de tiempo a casa. Y Fidel. Y a aquel chico tan majo, el que era paracaidista de las Fuerzas Armadas... sí, hombre, el gaditano...

Nadie se acuerda de los buenos. De un equipo unido, sin tensiones, remando a favor del cocinado. Delantales blancos. Como sus sábanas. Como el contraste de sus sábanas con los brazos de- No.

- Mi pequeño pollito.

Déjalo, corre hacia la fila.

Las puertas se abren.

- ¡Bienvenidos, aspirantes!

"Dieeeez minutos de descaaaaaaansooo" anuncian.

- Si la audiencia pudiese votar para expulsar, ¿con qué % serías expulsado y por qué el 100%?- nuevo escalofrío.

Ya se ha alejado. No puede evitarlo. Sonríe y le lanza un beso.

- ¡Mi pequeño pollito!

Los compañeros, con Luna a la cabeza empiezan a reírse, sólo falta que les canten a coro Ivaaaandy

Prueba de eliminación.

- Qué vergüenza, señor juez.

- Cállate, si no me las saqué.

- Pero estudiar esas oposiciones te logró un mechón muy carismático- vuelve al ataque su amigo.

Por favor dime que no se ha sonrojado.

- De malo- se oye la voz de Juani. "Los quiero a todos" afirma ella siempre "pero -apostilla- aquel es mala gente". Y da igual cuándo leas esto. Abuelita encantadora, siempre apuñalando mientras se encoge de hombros. Y todos le jalean. Debería aprender de esas canas maquiavélicas, se dice nuestro abogado.

- Abogaaaadoooo -le llama Jordi. Ya están grabando.

Necesita un café de esos de Samantha. O mejor de un irlandés.

No puede volver a pasarle como esta mañana, medio dormido, regresando a por la taza que olvidó coger de la alacena para encontrarse con una diferencia de alturas en un beso inesperado y torpe. Muy torpe. No puede ser ése el último, se niega.

Es una broma, se dijo, se obligó a hacer una mueca. No le dio el gusto de poner otra cara.

- ¡Apártate, Iván, se puede saber a qué estás jugando!- cree que le dijo. O acaso lo soñó.

Y no, no lo sabe, no sabe que ambos se lo imaginan. Cómo podría continuar. Esa misma noche porque no van a eliminarlo.

- Con un intento, me sobra.

Iván paladea esas palabras. Son para él.

Así, a oscuras, como esta mañana. Los gallos del corral amanecen temprano.

Besándose con tanta desesperación que su cuerpo entero se alinea contra el suyo, se va curvando hacia el suyo, manos en la espalda, en los brazos, aferrándose.

- Tranquilo. Irá bien. La prueba. El cocinado.

Hay una nueva pausa en la grabación. ¿Por qué le da ánimos, ahora?

- ¿Viste que le han quitado a Gollum la opción de echarte?

Sí, la obsesión por ese pin es similar a la de aquel infame hobbit por el Anillo Único. No es mal apodo. Seguro que fue cosa de Juani. Quién sabe, pero cuando va a rebartirle lo nota.

Es tranquilizador y le provoca un escalofrío delicioso que recorre su espalda y se esconde en su nuca. Abre un poco los ojos, sorprendido, la cámara está pendiente de Pepe que pregunta a Michael en un inglés aceptable sobre sus ganas de volver a casa "don't stop dreaming, my friend" le advierte, con aprecio. No hay peligro. No les han visto.

Pero ha estado ahí. Un toque, suave, ligero con las yemas de los dedos sobre la parte interna de su muñeca. Escalofríos que retroceden a esa mañana.

Un bésame en un susurro ronco que no respondió.

¿Es otra gracia de las suyas para burlarse de él?

- ¿Te gusto?

- Un poco.

(fin)

Ivandy: PruebasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora