Andy ha exagerado su toque coqueto/pijo, asumiendo que ha entrado en Masterchef 8 por dar el perfil de un personaje tipo.
Samantha lo ve más auténtico y muchísimo más divertido que a la mayoría.
Andy es puro nervio, miradas, truquitos mentales a sus compañeros...
También sonrisas que se escapan, delatando que es un amor de niño. Míralo con su novia. Ella diciendo "mucho" a la pregunta general de si familiares y concursantes se han echado de menos. Y que si es su mejor amigo y muy divertido. Adorables.
Alguien que siempre se lleva bien con todos -ella lo dijo-, que debe hacerlo y mantenerse en su papel también en el mundo laboral... es ahora puro show.
Desde los estilismos cuidados, platos decorados, los consejos sobre estrategia que da buscando reacciones en los demás, su gesto patentado de seguridad, tan carismático como dulce... Sinceramente, cree que no han sabido cogerle el punto a un plato demasiado ácido, cremoso y refrescante.
Como dice Julio: me encanta.
Andy cuelga la toga, se pone su delantal y entra de lleno en el show.
Seguro que le parece muy gracioso, que le llama la atención, que la gente reaccione de forma visceral a sus comentarios -que él ve tan lógicos-.
Algunos lo censuran, de frente, con el cuerpo erguido, dispuesto a soportar el golpe, cuerpo trabajado con esfuerzo... Iván
Andy ha elegido buenos rivales: este deportista gallego que valora la humildad de la cual carece y que procura actuar de acuerdo a los protocolos sociales el grupo, el equipo entrenando, la manada que protege. Alma de cántaro. Samantha está segura de que el problema no es el saber estar que Andy tenga, el cual está convencida podría estar en una barbacoa de colegas en Benidorm, en la comida de celebración de un pobre diablo que gracias a él no volverá a la cárcel, o comiendo en la Gran Peña, en su día a día. Alternando sin desentonar lo más mínimo y ganando contactos en ambientes diametralmente opuestos.
Es fácil ganar adeptos cuando el contrario no se defiende.
Los bienpensantes que te quieren imponer la dictadura de su libertad suelen ser chicos con complejos.
Iván decía que una chica, hace años, saludó con dos besos a todos sus amigos menos a él. Al parecer estaba algo pasadito de peso. Ése fue el toque de atención en su vida. Cuídate y sé bueno.
Samantha entiende que el reconvertido Iván lo hace por ayudar. Como un exfumador que quiere que no cojas un puro en la boda de tu hijo, de tu mejor amigo... la intención no es mala. Pero hasta un abogado bien puede ser un diablillo o Juana querer maquillarse con Luna de vez en cuando, ¿y por qué no?
Pues no. Iván defiende su posición, como en los juegos de equipo. Alto, imponente, contra un joven doce años menor que él.
Andy, carisma en vena, le mira con la ceja alzada, orgulloso. Mirando hacia arriba pues hay una considerable diferencia de altura entre ellos disfrutando de la novedad de la transgresión... e Iván se calienta. Y las redes arden.
El #Ivandy ...mejor no entrar en eso.
Iván no acepta al que se toma una norma de forma literal para demostrar lo absurda que es.
A Samantha le encantó. Era la comidilla de la semana. Y lo sabía.
No, Iván se niega y, si pudiera, dejaría siempre en el banquillo a Andy. Que no, no puedes reírte de las normas tontas que buscan la lágrima y el minuto de oro.