Capítulo 5: Steve Rogers

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Steve alcanzó el botón desplegable de su paracaídas que estaba sujeto a su espalda mientras caía desde el quinjet en movimiento. A través de la vista, entrecerró los ojos a la altura sobre el oscuro páramo tormentoso que cegaba un poco sus ojos. A pesar de que los rayos y algún atisbo de luz aún se esparcía por el terreno, la oscuridad de las nubes ocultaba mayor parte de los secretos del bosque. Por lo que se hacía difícil ver más allá de los árboles circunvecinos.

Era necesario calcular la altura estimada para forzar un aterrizaje seguro. Y Steve estaba seguro que había 4.000 pies hasta tierra. Conociendo brevemente desde el monitor, la región, y la zona cercana al bosque junto al movimiento errante del viento, estaba juzgando que pronto entraría a las líneas de circunferencia de los pinos y matorrales. 

Si ese momento llegaba, podría ser peligroso. El viento era errático y salvaje, uno nunca sabía cuando podría cambiar la dirección de aterrizaje.

Entonces, la cuenta regresiva comenzó en su cabeza- 


3.400

3.150

2.000




Estaba en huelo admirando la nubes envueltas en el atardecer. Dentro suyo sabía que no había oportunidad de salir ileso cuando el avión no estaba en condiciones. 

Pero aun así albergó una mínima esperanza. Eso, o realmente quería escucharla una ultima vez. En su desespero, logró contactarse con el comando. Afortunadamente o desafortunado fue que Margaret Carter estaba allí. 

Su peggi estaba alli detras de la radios buscando alternativas y soluciones para verlo otra vez. Pero la realidad es que no quedaba tiempo. Y él era consciente de eso. Talvez ella tambien, solo que parece empecinada en no rendirse.

Steve Rogers- No, el Capitán América debía sacrificarse para salvar a todos. 

Pero a última instancia él le prometió tener una cita. Debían encontrarse.

"Entiendo. El sabado siguiente en el Club Stork."

"Trato hecho."

"A las 8 en punto. No te atrevas a llegar tarde. ¿Entendido?"

En ese momento sabían que esa iba a ser la última vez que pudieran escuchar sus voces. Atesoraban sus recuerdos del otro después de la muerte. 

Aunque sea una última vez.

Al final si nunca se podría cumplir tal promesa. 





Los ojos tormentosos de Steve se abrieron con la respiración estancada. Su pulso acelerado mientras parece recién despertarse de un sueño.

Inconscientemente mientras se encontraba dentro de sus recuerdos se había dejado llevar hasta alcanzar el botón del paracaídas. Había sido un movimiento automático y traumático.

Los huesos de sus manos crujieron bajo la tensión antes de aflojarse y dejarse seguir cayendo.

Hoy tenía una misión que cumplir. Esta vez no había forma de rendirse. Se lo había prometido al niño,  no había forma en que Steve rompiera una promesa otra vez.

«𝘌𝘭 𝘩𝘦́𝘳𝘰𝘦 𝘖𝘮𝘦𝘨𝘢 𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘭𝘦𝘫𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘴𝘢.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora