1
En las ruinas de una vieja y cuidad, en medio de las sombras creadas por el arribo del sol en la mañana, rodeadas de soledad las, alguna vez, imponentes estructuras, ahora yacen derruidas a merced del inclemente tiempo y el olvido; aquella gran civilización que una vez fue, hoy se muestra reducida a los escombros que dejan tras de sí la miseria, el olvido y la tragedia de un gran desastre.
El sepulcral silencio la zona fue interrumpido por el estrepitoso estruendo de un muro cayendo, aquello seguido de todo lo que rompe con la calma; pequeños animales rastreros huyendo por las calles, aves alzando el vuelo, la nube de polvo que encubrió los hechos, todo ello provocado por la veloz sombra que brincaba entre los escombros y huía del lugar a toda prisa, consciente de los ojos le fulminaban; aquel que blasfemaba desde lejos en su contra no podría alcanzarle, solo maldecir al insolente ladrón, que desaparecía al horizonte, en medio del cielo insanamente sucio y amarillento, que desde hacía años había perdido su color original.
Ella observaba aquel extraño cielo, que reflejado en sus enormes y azules ojos no parecía tan raro como era realmente, mientras el fuerte viento alborotaba de un lado para otro su largo, dorado y ondulado cabello, por un momento vio aves volar a lo lejos, mientras solo permanecía espectadora en medio de un pequeño y desierto espacio rodeado por montes de roca y chatarra de viejos edificios a su alrededor, en su pequeña bolsa cargaba todo tipo de curiosidades que iba encontrando a los alrededores, hasta que después de un rato miró de nuevo al cielo, después analizó pensativa su sombra, y de pronto como si hubiera olvidado algo salió corriendo hacia uno de los montes que bordeaban aquel lugar, y entró una pequeña cueva en la que desapareció.
Apenas unos instantes después de que ella entrara, otra persona ascendió por lo alto de los escombros que protegían aquel pequeño valle desierto, para entrar en él.
2
El eco de la gota que caía insistente en una corriente de agua, era el único sonido que hacía eco al interior de la oscura cueva, en la cual en un rincón, a la luz de un pequeño cubo brillante en una mesa, la joven niña analizaba los tesoros encontrados; llamó especialmente su atención un libro que recogió por el brillo de sus hojas, estaba roto, deshojado y no tenía nombre, su portada solo consistía en una gruesa línea vertical y otra horizontal, más corta, que cruzaba a la primera por arriba, en su interior, lo que las delgadas hojas de filo dorado relataban, era de sumo interés para ella, tanto que no escuchó los pasos que se acercaban cautelosamente por detrás.
-¿Qué haces? –Preguntó súbitamente el delgado joven de cabello oscuro detrás de ella.
-¡Ah! –Su respingo fue tal, que el libro que leía salió volando al suelo -¡Noah! ¡Me asustaste!
-Lo siento linda, no fue mi intención. –Contestó con una amable sonrisa.
-¿En qué momento llegaste? Y, además, ¿Cómo te fue? ¿Encontraste algo lindo? O ¿Tuviste alguna aventura interesante? ¿Viste algo nuevo? ¿Si trajiste la comida? ¿Qué trajiste? ¿Cómo vamos a comerlo? –Sus escandalosas preguntas llenas de emoción y curiosidad llenaron de pronto todo el eco de la cueva.
-Tranquila Dáltira, tranquila; veamos, eh, acabo de llegar, aun si me hubiera anunciado creo que igual te habría asustado, me fue bien, lo normal, eh, supongo que no hoy no hubo nada bonito para traerte, cosas brillantes y pedazos de metal ya tienes por montones, no pasó nada interesante, no fui a ningún lugar nuevo, si traje comida, a eso salí, ¿Qué traje y como vamos a comerlo? Eso es una mención especial que debes ver con tus propios ojos... -él sonrió jubiloso mientras buscaba el enorme costal que trajo consigo y que dejó en la entrada.
-Hoy comeremos algo más especial que de costumbre, linda, hoy comeremos carne, ¡Pero no cualquier carne como la de los animales pequeños! ¡No! Hoy comeremos carne de vaca... -Anunció triunfal mientras sacaba en enorme pedazo de carne aun sangrante de su enorme costal.
Ante aquella visión ella sonrió emocionada y comenzó a dar pequeños saltos alrededor del joven.
-¡Noah! ¡Eres genial! ¡Eras lo máximo! ¡Realmente conseguiste carne de vaca! Pero ¿Dónde la encontraste o como le hiciste? ¿Encontraste alguna persona que la tenía? ¿Tu mataste a la vaca? Espera, ¿Cómo son las vacas? –Su emoción no dejaba de hacer infinitas preguntas.
-Yo te había prometido que un día de estos comeríamos carne de vaca porque ya las había visto por ahí, y pues dio la casualidad de que una se topó hoy en mi camino, entonces, fue mi oportunidad, y pues, sí, son algo grandes, pero no tanto como otros monstruos que he conocido, más peligrosos, ¡Y aterradores! ¡Groar! –Al finalizar lo último, Noah hizo garras con las manos y comenzó a perseguir a Dáltira por toda la enorme cueva.
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Memorias del URIUM
Ciencia FicciónNoah y Dáltira son dos hermanos que viven aislados del mundo, dentro de una cueva en un pequeño valle, el cual los mantiene protegidos y ajenos al desconocido mundo que la terrible guerra radioactiva dejó años atrás. Mientras que él es el encargado...