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Bueno ahora que no tenemos hogar, supongo que será hora de buscar uno nuevo. –Aunque Noah trataba de transmitir seguridad, sonaba bastante preocupado.
-¿A dónde?
-Realmente no lo sé, pero por ahora lo importante es movernos de aquí, a pesar de que estamos bastante lejos, nada asegura que esos monstruos sigan por ahí.
-Entonces supongo que no hay opción, ¡Noah, Señor Lulo! ¡Hora de partir! –cuando Dáltira terminó su frase, ya llevaba varios metros de avance.
Noah solo suspiró y comenzó a seguirlos.
A pesar de la determinada emoción de Dáltira por vivir aventuras nuevas y conocer el tan misterioso exterior para ella, su excitación tan solo duró un par de horas, hasta que entendió por completo todo el cansancio, calor y malestar que implicaba vagar por ahí sin rumbo.
-¡Noah! ¡Tengo hambre!
-Yo también.
-¿No tienes comida?
-Comimos todo lo que pude conseguir en la mañana, así que de hecho vamos hacia un rumbo donde con suerte encontraremos comida... o tal vez no...
Mientras conversaban, a lo lejos comenzaron a visualizar un montón de escombros y una débil columna de humo que aun salía de aquel lejano lugar.
-O cielos.
-¡Noah! ¿Qué es eso? ¡Mira porque tiene humo? ¿Ahí hay comida? ¡Vamos! –ella jamás había visto nada similar, ni entendía la distancia a la que estaba.
-¡Dáltira no! ¡Espera! Puede ser peligroso. –Él la detuvo en seco por el brazo. –Iremos, pero con cautela.
Ambos caminaron bastante más antes de llegar a su destino, solo entonces Dáltira comprendió que aquella fogata lejana, en realidad era el humo de escombros de un lugar mucho más enorme, reducido a cenizas.
-Noah, ¿Qué es todo esto?
-Son casas Dáltira, casitas como las que había detrás del pequeño valle.
-Pero son muchas, todos los escombros ¿Eran casas? ¿Por qué están todas quemadas?
-Porque los hombres de las capsulas pasaron por aquí.
-Las casitas atrás de pequeño valle estaban vacías, al igual que estas, ¿No?
Noah no contestó.
Mientras se adentraban en los escombros de la pequeña aldea, Dáltira observaba fascinada su alrededor, había muchas cosas y construcciones carbonizadas, pero aun así notaba alguna que otra cosa destacable, sobre todo muchos trastes, puestos al interior de la casas que permanecían en pie, como si estuvieran listo para comer, había juguetes, ropa, herramientas, algunos tirados y rotos, otros dispuestos en ciertos lugares como si alguien lo hubiera usado no hace mucho, también huellas de zapatos que parecían recientes, y sobre todo, cadáveres; cadáveres chamuscados, de diversas formas y animales enormes que ella jamás había visto.
-Noah, todos esos, animales, ¿Eran vacas? ¿Por qué se ven piezas tan enormes? ¿Noah? ¿Realmente no había otras personas aquí?
Noah quien iba unos metros delante de ella, no contestaba, de pronto, llegó a una intersección y antes de que Dáltira llegara, él dio media vuelta, la tomó de la mano, y regresaron sobre sus pasos.
—Ven regresemos, no hay nada más por aquí, ver tantos animales quemados comienza a ser desagradable para ti, además aquí hay cosas interesantes que deberíamos recoger— Dijo secamente sin dar tiempo a más preguntas ni comentarios, mientras alejaba rápidamente a su hermana de esa esquina que al fondo ocultaba muchos más cadáveres, de entre los cuales, ella sí hubiera podido distinguir algunas extremidades humanas sobresalientes en la gran pila de carne carbonizada.
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Memorias del URIUM
Ciencia FicciónNoah y Dáltira son dos hermanos que viven aislados del mundo, dentro de una cueva en un pequeño valle, el cual los mantiene protegidos y ajenos al desconocido mundo que la terrible guerra radioactiva dejó años atrás. Mientras que él es el encargado...