♥️ C i n c o ♥️

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Lo observaba, esa cara de pendejo rico que cargaba Tobías jr era insoportable.

—Vaya, Katherine, no creí que realmente vendrías.

—Bueno, estoy aquí, por si no era lo suficientemente obvio para tu cerebro de nuez.

La misma agresividad de siempre. No pudo evitar observarla.

—¿Qué tanto me miras?

La ignoró con amabilidad y la invitó a pasar. Katherine, el gran enigma de Elmore, solo se sabía su nombre y apellidos, la chica que era atrayente para los chicos, y una engreída de baja clase para las chicas. No se sabía nada más de ella, sus hobbies, sus gustos, nada, y ahora... Estaba en casa de el, cómo si nada.

Katherine entró de mala gana.

—¿Gustas un poco de té?— preguntó el chico de cabello rizado.

—¿Ah? Está bien.— le sorprendió la respuesta tan calmada de ella, pero al verla se dió cuenta de que estaba concentrada en sacar sus libros y cuadernos de su mochila.

—¿De cuál quieres? Hay japonés, italiano, y--—

La mirada impaciente y asesina de Katherine lo hizo sentir nervioso.

—Diré que te traigan del más suave.

Katherine lanzó su lapicera contra la mesa con fuerza. —¡Rápido, bastardo, quiero pasar química!

Quedó observando la lapicera, tenía un personaje de anime colgando de ella, al sentir una mirada asesina sobre el desvió la mirada.

—¿Quieres miel o azúcar?— preguntó, intentando no hacer enojar a la Oppenheimer.

—¡Miel y azúcar!— miró la taza con los ojos brillosos, el chico de piel pálida exhaló con alivio, no la había echo enojar.

Katherine tomó la taza entre sus manos.

—La taza es importada, hace que el té sepa mejor--

—¿Qué? ¿Crees que porque la jodida taza es importada esta porquería sabrá mejor?— dió un sorbo al té, saboreándolo. —Esto sabe a trapo mojado.

Todos los empleados y Tobías jr quedaron impactados por la sorprendente y violenta honestidad de Katherine.

—Bueno, traeré café. Supongo que es lo único que tomas en casa.

Katherine dejó la taza de lado, y se levantó de golpe.

—¿Qué? ¿Crees que porque no somos tan ricachones cómo tu solo tomamos café?— Katherine era cómo siempre; volátil. —Tu y tus padres son la misma porquería. Yo me largo.— y dicho esto comenzó a guardar sus cosas.

Tobías Jr empezaba a sentirse nervioso.

—Ah, p-perdón, Katherine, no era mi intención ofenderte.

Katherine paró en seco. Era su orgullo o el de sus padres.

Dejó sus cosas en la mesa nuevamente.

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Ese bastardo la miraba demasiado, era imposible concentrarse.

—¿Tengo algo en la cara?

El chico de cabellos rizados miró a otra parte, avergonzado. La verdad es que Katherine concentrada con su colgante de anime en el lápiz era muy tierna, si no tuviera esa actitud, quizás sería más atractiva.

—Ah, lo lamento.

—¡Revisa, idiota! Ya terminé.— dejó el cuaderno muy cerca de la cara del chico de cabello negro, los ojos de Katherine estaban brillosos, Tobías jr debió tragarse un "aww".

—¿No crees que es muy grande este comedor?

—Oh, fue construido hace tiempo, era para cuando viniera nuestra familia de Inglaterra. Por eso es tan grande, porque--

—¿Estás presumiendo, idiota?

Dirigió su mirada al cuaderno de Katherine, revisando.

—Eres miserable.— comentó Katherine, con naturalidad.

Tobías jr frunció el ceño, volviendo a verla.

—¿Por qué lo dices?

—Ni con quinientas personas llenas este jodido comedor.— continuó. —Bueno, cada quien hace lo que quiera con su dinero.

Se dedicó a mirar los ejercicios de la pelinegra, indignado. —La mitad está bien.

Ella tomó el cuaderno de mala gana, volviendo a los ejercicios, resolviendolos.

El pelinegro recargó su mentón en una de sus manos, ¿Qué tenía Katherine que no tuviera el? El tenía todo, era hijo de dos millonarios, y aún así se sentía inferior ante esa chica uraña de actitud bipolar. Ella era pelinegra de hebras desordenadas, maleducada, de clase media, y ojos grises, el también tenía el cabello negro de rizos, ojos heterocromáticos, de actitud coqueta e impecable, y aún así, ¿Por qué le tenía envidia?

Katherine le lanzó el cuaderno, sacándolo de sus pensamientos.

—Revisa.

Comenzó a revisar, y todo estaba bien, sonrió.

—Está todo bien, Katherine.

—¡Mi papá se sentirá genial!— celebró, aunque volteó a ver al contrario, quien tenía la mirada perdida. Siempre había sabido de los problemas de atención de Tobías jr. Sonrió maliciosamente. —¿Quieres ir a mi casa?

—¿Eh?

Guía para ser padres. ┊BOMBWINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora