Capítulo 12 - Te cogeré sin quitártelo +18

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Lo miro y sonrió —Me encantaría —respondo

Alejandro hace señas al mesero y cancela la cuenta. Salimos de See Beach, tomamos un taxi y nos dirigimos al hotel, en el camino me toma de la cintura y me monta en sus piernas mientras me besa, siento sus manos en mis piernas, y como mi vestido les da acceso a ellas por completo, llega hasta mi vagina y empieza acariciar mi clítoris.

Está muy juguetón él

Y a decir verdad me encanta, me gusta

Me gusta que demuestre sus ganas, nunca pensé poder estar con un hombre como él y menos en la manera como han sucedido las cosas.

Alejandro sigue acariciando mi vagina y besándome, no le importa lo que pueda pensar el taxista además de que no reside en la ciudad, pero con toda la calentura que siento, a mí tampoco me importa lo que pueda pensar o decir el taxista.

Me besa mientras mete uno de sus dedos en mi vagina y me hace gemir, pero logra ahogar mi gemido con su boca.

Quiero más

Deseo más

Quiero que me coja sin limitarse

Con dureza, con mucha dureza

Para mi buena suerte llegamos al hotel, cuando voy a bajar, me aprieta una nalga y eso me hace sonreír por lo espontaneo que es.

Entramos a su habitación luego de pedir la llave en la recepción

—¿Quieres un trago?

Con ganas de él, siendo algo morbosa muerdo mis labios —sí, me encantaría.

—Dame un momento

Alejandro sale de la habitación y decido ponerme cómoda, me quitó los zapatos y el vestido, recostada boca arriba en la cama con las piernas abierta. Dos minutos más tarde Alejandro entra con dos vasos con hielo en su mano y al verme se muerde los labios.

Esa era la reacción que quería

—Que rico, segura que ¿quieres el trago? —Asiento, entonces agarra la botella para servir los dos tragos y me entrega uno.

Sin moverme de la cama se lo recibo y le doy un sorbo, pero cuando lo hago, lo tiro a mi boca hacia atrás y volteo mis ojos en forma de placer mordiendo mi labio inferior.

—Alejandro quiero que me comas la vagina sin que tengas que cohibirte de nada en absoluto —pido mirándolo fijamente.

Alejandro sonríe, toma un trago de su vaso, se quita los zapatos; se arrodilla frente a mí; espero con ansias.

Me acaricia la vagina por encima del panti blanca, poco a poco la corre hacia un lado y siento como lame mi clítoris lo que me hace estremecer. Se detiene y lo miro sin entender porque me ha dejado quieta; toma otro trago largo y agarra mis piernas arrastrándome hacia él, las abre más y deja caer un poco del trago en mi panti dejándome más húmeda. Rueda el panti a un lado, hace lo mismo, pero esta vez siento su lengua por alrededor de mi vagina, lo que siento como una deliciosa tortura; inesperadamente succiona el trago en mi vagina y gimo por el placer, siento su lengua nuevamente que la mete en mi vagina, luego para y chupa uno de mis labios, así como el otro; eso me hace gemir aún más.

Deja su lengua recta y dura, la mete y la saca de mi vagina sintiendo ya mis muslos tensos por tales movimientos; me retuerzo, pero el aprieta más mis piernas. Sigue así devorando mi vagina, lo tomo del cabello haciendo que se pague más y desesperada por más —Quiero más por favor... —digo en un susurro.

Alejandro sonríe de manera macabra, se levanta y se quita el jean, el suéter dejándolos a un lado de la cama; miro su pene que está duro muy duro.

Muerdo mis labios

Fantasías en la perla I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora