Capítulo 9 - Demente pero sexy +18

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Redacto el informe que necesito de los documentos que me dejaron en la universidad, reviso unos correos de la universidad y contestó otros del trabajo. Se me va el tiempo sin que me dé cuenta y miro la hora; falta un cuarto para las ocho. Me quedan 20 minutos para arreglarme, cierro el portátil y me meto al baño.

Me doy una rápida ducha, me coloco la ropa interior cuando siento una sed terrible.

¡Carajos no tengo agua en la habitación!

¿Cómo me pasa esto?

Siempre tengo una botella con agua en mi habitación.

Decido salir en ropa interior hasta la cocina y tomar agua, al darme la vuelta veo abrir la puerta a Alexa, que al verme se ríe, pero sigue hablado por celular, quedándose en la sala.

¿Con quién anda hablando ella?

Me devuelvo a la habitación y decido colocarme un vestido negro de tiras, unas sandalias doradas, argollas grandes, me maquillo sencillo con labios fucsia para que resalte mis labios con mi ropa interior negra; tomo mi bolso metiendo mi celular y algo de dinero, así como una toalla sanitaria, paños húmedos y una pantis para que no vaya a ocurrir un accidente.

Llamo el taxi y me sorprendo de que llegue tan rápido, cuando voy llegando al hotel le escribo.

Yo: estoy llegando

Alejandro: ya salgo

Bajo del taxi viendo que me está esperando en la puerta del hotel, me acerco a él a saludarlo en la mejilla por prudencia, pero para mi sorpresa Alejandro me planta un beso que me deja sin aliento; es excitante imaginar lo que viene después de ese beso. Me toma de la mano y nos dirigimos a su habitación.

Cuando entramos me siento en la cama.

—Ponte cómoda, ya vuelvo; olvide algo —dice dándome una Bretaña y sale de la habitación.

Me siento con la espalda pegada a la cabecera de la cama y las piernas cruzadas, el cuarto está algo frío por lo que decido halar la cobija que está a mis pies para taparme.

Como me dijo que me coloque cómoda, decido ver TV.

Lo miro cuando regresa —¿mucho frío? —pregunta, sonrió y niego con la cabeza—, entonces ¿por qué tan tapada?

Qué pena, ¿por qué es tan preguntón?

Sonrió penosa —Pues buscaba comodidad para mis piernas y la encontré con ellas abiertas, y pues no es nada decente que una mujer este con las piernas abiertas mientras está sentada.

—¡Ah no! Y ¿quién lo dice? A ver —Hala la cobija tirándola a un lado, me hala colocándome sobre sus piernas—, que sexy estás —susurra.

Me besa apasionadamente para luego mirarme con una cara de pecado que no puede con ella.

Frunzo el ceño al ver en la cama la computadora abierta, colocándome de inmediato inquieta, me remuevo de sus piernas. Pero se pone de pie recostándome a la pared dándole la espalda, se inclina y aprieta mis nalgas, levanta mi vestido y siento como muerde suavemente una nalga mientras las aprieta fuerte; no puedo excitarme por la inquietud del computador a lo que pregunto.

—¿podrías cerrar el pc por favor?, es que me pone nerviosa

—Claro, qué pena. Es que estaba pagando unas cuentas y olvide cerrarlo —Lo veo estirar la mano, cerrando el portátil. Me gira hacia él—. Nunca grabaría nada, no me gustaría que alguien más contemple lo que yo disfruto —Lo miro alucinada, pero me tranquiliza saber eso.

Fantasías en la perla I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora