Ganará quién sabe cuándo luchar y cuándo no luchar

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Someday I'll find my love
Someone to call my own
And I know at the moment we meet
Or my heart will start skipping the beats
Someday we'll say and do
Things we've been longing to

Though she's far away I'll find my love someday

Someday when my dreams come true

Someday my prince will come || Snow White and the seven dwarfs

Steve se acercó a la sala para cerciorarse de que las chicas estuvieran bien y lo que se encontró fue una imagen que le hizo sentir deseos que mucho tiempo atrás había dejado en lo profundo del hielo. Morgan dormía sobre el regazo de Natasha, mientras la mayor parecía haber caído rendida sobre el brazo del sofá. Se preguntaba como sería no haber desperdiciado tanto tiempo y tener una familia con Nat... 

Apagó el televisor e intentó marcharse para dejarles descansar, pero sabía que al despertar, Natasha tendría el cuello dolorido. Por lo que decidió intervenir, consiguiendo un par de mantas y almohadas, para luego acomodar a Morgan en el sofá de dos plazas, cubriéndola del fresco clima de la sala.  

Luego se acercó a la pelirroja para tomarla en sus brazos y recostarla sobre el sofá mas amplio de la sala; Pero no quería dejarla, quería seguir respirando su aroma dulce y sentir su cuerpo cálido contra el suyo. Después de unos minutos de observarla con detenimiento y besar su frente, la dejó sobre la superficie blanda, con una almohada bajo la cabeza y la manta cubriendo la parcial desnudez de su espalda y brazos.

—Steve...— Se quedó congelado al ser sorprendido tocándola sin su permiso. Por un momento pensó que estaba despierta, pero solo se removió para girarse y seguir durmiendo plácidamente. 

El rubio salió de la sala, con la intención de refugiarse en la biblioteca de su oficina y entretenerse con algo de lectura ligera hasta que llegara el medio dia; Necesitaba algo que le sacara de la cabeza las ideas de lo que pudiera haber sido si no se hubiera rendido tan fácilmente y hubiese luchado por mantener a flote su relación. 

Cada uno de los días después de terminar con Natasha, habían sido una lucha interna contra sus deseos de decirle que estaba arrepentido de haber dicho las palabras que les llevarían al precipicio, Nat solo le vio con decepción y después de un bien, salió del lugar y nunca volvió a tocar el tema. Solo ignoró que algún día habían sido tanto el uno para el otro. 

Claramente, no lograría olvidar a la pelirroja que ponía su mundo patas arriba en todos los ámbitos, no cuando sus dedos repasaban la dedicatoria en el ejemplar de El Arte de la Guerra que Nat le había regalado en su último cumpleaños; Aún cuando para ese entonces ya no estaban juntos, ella se preocupó por recordar la fecha y por procurar darle algo que el apreciaría. 

Once upon a dream...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora