𝔡𝔦𝔢𝔷

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Estoy de pie vigilando a los rehenes mientras esperamos a que entre el equipo médico para operar a Arturo. Camino tratando de ocultar mi nerviosismo, pero al parecer Tokio lo nota porque me hace una seña para que me acerque.

–¿Qué pasa? —Susurro cuando llego a su lado.

–Estate tranquila, vas a poner nerviosos a los rehenes.

–Estoy tratando. —Tokio me sonríe levemente y me da un golpe amistoso en el brazo para comenzar a dar vueltas frente a los rehenes.

Nairobi junto a Berlín y Rio aparecen frente a nosotros. Los rehenes tienen sus caretas listas para recibir al equipo médico.

–¿Estáis listos? —Nairobi grita y los rehenes murmullan que sí— Bueno, están listos.

–Mercedes. —Berlín se detiene frente a la profesora— ¿Estás lista?

–Sí, señor.

–A ella la quiero fuera de aquí. —Dice Berlín apuntando a Alison— Siena, llévala a un despacho. Río, ve con ellas.

Tomo a la británica por un brazo y caminó con ella hasta una de las oficinas con el ruloso siguiéndonos. Puedo escuchar a Nairobi dando instrucciones a los rehenes antes de salir completamente del vestíbulo.

***

Muevo mi lápiz rápidamente mientras veo la maqueta blanca y al profesor dando vueltas alrededor de ella.

–Entrarán. No se si durante un asalto, durante una emergencia. Si será el de la Cruz Roja o el de las pizzas, pero lo que está claro es que van a intentar infiltrarnos a alguien. Y esa será nuestra oportunidad para intentar colocarles un cabello de Troya. ¿Sabéis lo que es?

–No lo sé, pero la rima es fácil. —Denver sonrió.

–¡No! —Le advirtió el Profesor mientras caminaba por el pequeño pasillo que quedaba entre los pupitres— El cabello de Troya...

–¡Lo que me sale de la polla! —Denver río.

–Que te calles y concéntrate de una puñetera vez. —Moscú lo regañó mientras le pegaba en la nuca— Perdón.

–Lo siento. —Denver pone ojitos de niño regañado.

–Los griegos estaban en guerra con los troyanos. —Alzó yo la voz por primera vez en la clase, el profesor me mira— Un día los troyanos encontraron en las puertas de su ciudad un caballo de madera. Era enorme. Y, por su vanidad, pensaron que era un obsequio de rendición por parte de los griegos. Así que abrieron las puertas y lo metieron dentro. Pero el caballo estaba hueco y repleto de guerreros griegos. Esa misma noche los troyanos perdieron la guerra.

–Joder con la escolar. —Denver pinchó su lápiz en mi hombro.

–No jodas. —Me volteé para devolverle el golpe.

–Gracias, Siena. —El profesor alzó la voz— Bueno, eso es exactamente lo que vamos a hacer nosotros. Cuando intenten entrar y piensen que están ganando la batalla...

***

Cuando entramos en el despacho, Alison se deja caer en el suelo apoyando su espalda en la pared. Río cierra la puerta y yo me quedo de pie mirando nada en particular, pero me volteó a escuchar la voz del castaño.

𝐃𝐎𝐍𝐓 𝐂𝐀𝐑𝐄 𝐀𝐓 𝐀𝐋𝐋; ʟᴀ ᴄᴀsᴀ ᴅᴇ ᴘᴀᴘᴇʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora