Capítulo 11

85 12 2
                                    

MATT

—¿Estamos haciendo lo correcto?

—Sabes que sí —contesto de mala gana. El tema ya había sido discutido extensamente, no había por qué ser repasado.

—No, no lo sé. Una llamada de parte de un desconocido no me asegura nada —arrebate Margaret —. Debiste informarme, Matt. La falta de comunicación es la que creó todo esto en primer lugar —asegura con culpa en sus ojos.

Incluso molesto, era inevitable que mi semblante se suavizara ante la mirada de mi esposa. Sabía muy bien cómo se sentía, y no pude evitar reflejar esos sentimientos en mí.

—Pensar en el quizá no nos ayudará, Maggie. Esto no fue nuestra culpa, no había manera de evitarlo —tomo su mano con ternura —. Lo único que podemos hacer ahora es quitar las piezas rotas, para así sanar como matrimonio. Arreglar nuestras vidas sin preocupaciones.

Su rostro se relaja ante mis palabras. Sabía cómo persuadir a mi esposa, aunque eso no funcionaba conmigo.

Mi opinión le era muy importante, al igual que mis actitudes y, aunque me sienta terrible, era lo que se debía hacer por nuestro bien. Incluso si la decisión era egoísta al ojo ajeno, no podíamos dejar de velar por nuestras propias necesidades.

—Señor y señora Berzosa —llama una mujer joven —. Pasen, por favor —invita cordialmente.

Margaret me mira una vez más, cuestionándose a sí misma tantas cosas; lo podía ver en sus ojos.

Le doy un leve asentimiento y, con nuestras manos entrelazadas, ambos entramos a la oficina.

—¿Dónde está él? —hago salir mi duda. El hombre no se encontraba en la habitación.

—Él no los podrá atender hoy. Está ocupado con la llegada de los niños nuevos —explica la mujer —. Me dijo que esperaba recibir algo por su parte —menciona al sentarse.

—Sí, lo hemos traído —respondo al momento en que Margaret comienza a buscar en su bolso. Noto como lo hace con lentitud.

—Aquí está —pasa la USB con inseguridad. No deja de mirar su propia mano como si de un arma se tratase.

—Tranquila... —susurro besando sus nudillos. Ella me sonríe, pero es una sonrisa que no alcanza para ser verdadera.

Margaret era la más afectada por esta decisión, pero era algo que debía de hacerse si queríamos mejorar nuestras vidas. No podíamos llevar tantas cargas sobre nosotros cuando aún cargábamos con las pasadas.

—Eres la mejor madre del mundo —afirmo cuando ya estamos en el auto.

—No, no lo soy —interrumpe con ojos cristalinos —. Las madres no entregan a sus hijos... no de esta forma...

Verla así me hace replantearme muchas cosas, pero no puedo perder mi compostura cuando ya habíamos hecho mucho para llegar hasta acá.

—Maggie —tomo sus manos y sostengo su rostro cual frágil porcelana —, fuiste la mejor madre que pudiste haber sido. Es nuestro turno de mejorar, y eso implica dejar de ser padres por un tiempo —acaricio sus mejillas mojadas.

—¿Cuánto será ese tiempo? —pregunta con la voz entrecortada.

—El que sea necesario —respondo antes de abrazarla por completo —. El que sea necesario...

....

Creo que esto les da una pista de lo que pasa.

¿Qué teorías proponen?

Recuerden votar.

El Amigo ImaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora