Capítulo 14

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DR. HAFFMAN

Paciente 506: Berzosa, Tadeo
Diagnóstico: TID, alucinaciones, ansiedad severa.
Habitación: B506

Era mi último paciente del día. Sin embargo, era el paciente que más me fascinaba tratar.

Tadeo, un niño con tan solo 10 años de edad, fue diagnosticado con TID o Trastorno de Identidad Disociativo; en este caso, fue en forma de no posesión, en la que la personalidad no toma posesión del cuerpo. Además de presentar ansiedad severa, causándole alucinaciones sobre su segunda personalidad y situaciones que jamás ocurrieron.

Al inicio, los padres de Tadeo buscaban terapia familiar, debido al distanciamiento social de Tadeo como resultado del incidente. Según contaron, una psicóloga asistió a su hogar para discutir con ellos primero, y poco a poco acoplar a Tadeo; pero los planes fueron arruinados cuando él tuvo un ataque de nervios y arrojó un jarrón al suelo. La causa del ataque no se conoce. Existe la posibilidad de que tuvo alguna pelea con su segunda personalidad, o una alucinación.

Lo mandaron a su habitación como castigo, creyendo que era una rabieta. La psicóloga se preocupó por tal comportamiento agresivo y, antes de irse, les brindó información sobre ciertos psiquiatras en caso de que tuviera más episodios iguales. No lo tomaron en serio y desecharon el papel, creyendo que era una exageración.

Recuerdo la vez que su padre llegó a mi oficina con el folleto que encontró de mí, demasiado preocupado por el comportamiento de su hijo.

Su esposa, Margaret, y él, veían a su hijo comportarse extraño, o romper objetos y culpar a su amigo imaginario; al inicio creyeron que era algo normal, una excusa para no ser castigado. Vinieron el día que su hijo intentó fracturarse el brazo en la noche, afirmando que había sido Niko, su segunda personalidad.

Su madre intentó hablar con él sobre ello, resultando en un episodio nervioso y agresivo del cual no tiene memoria.

Me permitieron observarlo más de cerca. Lo cuidé una noche, haciéndole creer que era un colega de su padre.

En el día, no noté ningún comportamiento inusual. Creí que se debía a que mi presencia lo incomodaba. Intenté hacerme mucho más transparente ante él. Un cuidador callado y calmado que le da su espacio. Creí que no obtendría resultados, hasta que cayó la noche.

La computadora emitió un sonido y tuve que acercarme a ver. Frente a la pantalla tenía una vista completa de su habitación, gracias a la cámara que Matt, su padre, instaló.

Yo fui quien recomendó que la instalara, en realidad. Le recomendé que comprara algún juguete nuevo para que el niño no lo notara; no podía estar seguro de si reaccionaría mal al descubrir que lo vigilaban.

Gracias a eso, pude ver como Tadeo susurraba cosas a alguien en la madrugada; una persona que solo él podía ver. Procedió a tomar un lápiz y, con una expresión neutra, escribir algo en un papel roto.

Me fijé en sus expresiones. Eran genuinas, dándome a entender que, para él, todo era muy real.

Al momento en que lo vi acercarse a la ventana, llamé a sus padres. Vi como dudo al hacerlo, para luego salir sin precaución alguna.

Entré al cuarto y encontré una nota que decía "PELIGROSOS". Al día siguiente le pedí a sus padres un cuaderno de su escuela para afirmar la teoría que comenzaba a formarse en mi cabeza.

Me resultó fascinante descubrir que la caligrafía en esa nota era diferente a la que estaba en el cuaderno. Esto da indicios de que fue su segunda personalidad la que escribió esta nota con su, única y distintiva, letra.

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