El funcionamiento del programa era el siguiente: cada semana, los participantes elegirían una canción, que debería estar acordada con la pareja que se había elegido, pudiendo cantarla en dúo o en solitario. Dicha canción sería trabajada durante toda la semana, y cada domingo se haría un pequeño concierto para mostrar el trabajo al resto y ser evaluados por los profesores.
-¿Quieres que hagamos la primera canción juntos o por separado?
-A dúo, ¿no? A ver a quién te agarras si no antes de subir al escenario...
Eva rodó los ojos.
-Eres idiota. ¿Entonces cuál?
-¿Alguna de la lista de Australia?
La chica se mordió el labio inferior y sacó del cajón de la mesilla una libreta con las tapaderas de color azul casi negro.
-¿Te espero aquí?
-No apetece.
-Pues... ¿barrer a casa?
A Hugo le brillaron los ojos.
-¡Sí! Esa, esa.
-Vale. ¿Dónde tenemos que decirlo?
-No tengo ni idea. ¿Preguntamos?
Eva se encogió de hombros. Hugo se levantó de la cama y se puso un pantalón de chándal.
-Vuelvo ahora.
Salió de la habitación y llamó a la puerta de Jesús y Bruno. Este último le abrió:
-Qué pasa tío, ¿qué quieres?
-Hola, oye una cosa, ¿vosotros sabéis a quién le tenemos que decir la canción de esta semana?
-Sí, abajo, en recepción, hay un papel colgado en un corcho para apuntar la canción. Vamos a bajar ahora nosotros también, ¿nos esperáis?
-Claro tío, llama cuando estéis.
Hugo picó en la puerta de su habitación.
-¡Qué!
-Eva, cógete los neceseres y vamos al baño, ¿o qué?Bruno, Eva, Hugo y Jesús bajaron juntos a desayunar. Los dos chicos iban a hacer "Mucho mejor" a dúo.
-Ostia, ¿y esa quién es?
Bruno y Eva, que estaban sentados frente a Jesús, se giraron para mirar a la chica que estaba pasando por detrás de ellos.
-Es Nia.
-¿La conocéis?
-Iba a la misma universidad que nosotros, en Madrid, pero ella estaba en tercero.
-¿Cuántos años tenéis vosotros?
-19 y 20. Hugo empezó la uni un año más tarde. ¿Y vosotros?
-Los dos 23. ¿Os cae bien? Ella, digo. ¿Le puedo decir que venga?
-Sí, bueno... venga, díselo -dudó Eva.
-Si no queréis da igual.
-No, de verdad, que no pasa nada.
Jesús se levantó de la mesa y llamó la atención de la chica.
-¡Oye! Te puedes sentar aquí.
Nia se acercó a la mesa y sonrió amablemente a Hugo y a Eva. Esta última se mostraba fría, y Hugo le dio una patada por debajo de la mesa para que se relajase.
Estuvieron charlando durante todo el desayuno. Jesús y Nia parecían haber conectado muy bien. Ella no paraba de reírse hasta con el más absurdo comentario de Jesús, y a Bruno la situación le divertía mucho.
Eva interrumpió:
-Bueno, yo subo a arreglarme antes de empezar las clases. ¿Vas a venir?
-Sí -Hugo se levantó de la mesa- nos vemos.
Eva cogió a Hugo de la mano y salieron del comedor.
-¿Estabas muy incómoda con Nia?
-No es que esté incómoda, es que se me hace raro. Pero no pasa nada.
-Ya, bueno. ¿Oye y esta con el Jesús?
Eva mostró una sonrisa pícara.
-Apuesta.
-Dos días.
-¿Tanto? Yo les doy 12 horas.
-¿Nos jugamos un 100 montaditos?
-Hecho, pero aviso de que esta vez voy a ganar, y yo no te pienso compensar con unas copitas.