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Nos encontrábamos los dos mirando al techo mientras estábamos tumbados en la cama de mi habitación.

- Entonces... ¿lo hizo?

- Te dije que lo iba a hacer, aunque no fuera el primero, también se sintió bien...- me giré para ver su cara de perfil.

- ¿Te gustó?

- Me encantó- su cara se giró para verme a mi ahora- pero... no se sintió cómo creía que iba a sentirse. Alguna vez has visto ¿Diario de una princesa?

- Jamás.

- Vale, uno; tengo que enseñarte la peli, dos; la protagonista, explica que en su primer beso, si en verdad lo siente como uno, levantará sus tobillos en señal de que le gustó el beso.

La mirada de Carla se convirtió en una de confusión.

- Bueno, yo tampoco tengo la necesidad de que si me besan tenga que levantar el pie, pero, si sé que ese significado del pie significa conexión. Y por sentir, no sentir ni wifi.

Volví a fijar la vista en el techo.

- Besa como los mismísimos ángeles pero, a mi no me hizo sentir nada.

- ¿Vas a volver a quedar con el?- su voz salió más ronca de los normal.

- No, no quiero hacerle ilusiones. Si no sentí nada con ese beso, no creo que lo sienta con los siguientes...

Nos quedamos en silencio sólo oyendo los sonidos de nuestras respiraciones.

Entonces oí unas pequeñas patitas entrar por la puerta.

- ¡Señor bigotes! - vi como mi gato se subía a la cama y miraba a Carla fijamente.

Carla me miró a mi.

- ¿Me piensa atacar?- una sonrisa de lado apareció en el.

Cuando dijo eso, el gato pegó un salto y se colocó en su barriga.

Yo solté una gran carcajada mientras veía como Carla se quejaba del dolor y Señor Bigotes se colocaba en el mismo lugar donde había "aterrizado" para dormir pacíficamente.

- No me gustan los gatos- dijo Carla.

- Mala suerte- le respondí volviéndome a reír- ¿Qué eres más de perros?

- Técnicamente, más de lobos que de perros.

Mi cara se convirtió en una seria.

- ¿Tienes lobos en tu casa?

- Una manada entera...

¿Qué...?

- Vale haré como que te creo... Por cierto, nunca me has dicho de donde eres. Porque de aquí seguro que no.

- Bueno, técnicamente, soy japonés por lo tanto, vivo en Japón.

- ¿¡Va enserio!? No pareces como uno la verdad. Pero... ¿qué haces aquí? ¿No vuelves?

- ¿Ya quieres que me vaya?- una sonrisa de lado apareció en su cara- en realidad estoy aquí por asuntos familiares, nada de lo que preocuparse. Me quedaré por aquí durante tres meses.

- Tu y yo nos conocemos desde hace un mes y medio aproximadamente.

- Si la verdad que el primer día que te conocí fue el mismo día que llegué.

No quería que se fuera. Le había pillado muchísimo cariño, más del que me gustaría la verdad.

Desde el beso que tuvimos, nunca lo hemos vuelto a mencionar, pero que demonios, me moría de ganas de volver a probar esos labios...

- ¿Y tus padres?

Menuda, pregunta.

- Muertos- solté sin más.

Sus ojos se abrieron como platos.

- Que directa... no voy a preguntarte porqué, no creo que te guste, pero, ¿con quien vives?

- Técnicamente vivo con mi tía, pero ella vive en España. Cada vez que puede viene a verme.

- ¿Por qué no vives en España con ella?

- Paris es mi ciudad, llevo viviendo aquí desde que tengo memoria. En este mismo ático vivía con mi madre y mi padre. Mi madre era profesora de historia en una universidad y mi padre era artista.- mis ojos empezaron a ver borroso- Si me voy de aquí, es como si quisiera dejar a mis padres, y eso es lo último que deseo.

Sentí unas manos coger mis mejillas y limpiar las lágrimas que bajaban por estas.

- Tranquila... si te sirve de consuelo yo también perdí a los míos. Afortunadamente tengo a mi hermano, aunque a veces es un poco imbecil...

Entre lágrimas rei ante la afirmación de su hermano.

- Seguro que eso lo heredó de alguien...- la mirada de Carla de repente se convirtió en una dulce. ¿Cómo? Si el siempre estaba con esa mierda fría que casi nunca podría hacerle reír.

- Me encantaría besarte Hera...- ¿Qué...?- pero no quiero hacerte daño...

A la mierda mis sentimientos, yo solo quiero sus labios.

- Besémonos sin remordimientos. Nadie nos lo impide.

- Te dolerá.

- Me da igual. Quiero lo mismo que tú en estos momentos- nuestras distancias se acortaron hasta sentir el roce de nuestros labios.

- Si pudiera te haría hasta mía...

Fue entonces cuando nos fundimos en un feroz y necesitado beso.

Por dios cuando ansiaba sentir sus labios de nuevo...

The Louvre |• Carla Tsukinami•|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora