Estábamos esperando a mi madre con la que tardó menos de diez minutos. Anoceto y yo, nos encontrábamos hablando sobre; Como traerlos en vuelta de ese maldito juego.
— ¿Pero tú lo configuraste para que suceda eso?— Le miré.
— Yo solo lo inventé para que los niños puedan llevarse a casa una experiencia buena... pero parece que no.— Aclaró.
— Habrá que pensar...— Una puerta me interrumpió y entonces me giré.
— ¡Josh!— Mi madre me abrazó inconscientemente.
— ¡Mamá... que estoy bien!— Me aparté de ese sofocante abrazo.
— Ah, hola.— Mi madre saludo a Anoceto.
— Anoceto, un placer. — Se estrecharon las manos.
— Anabella.— Mi madre le saludó igual. — El placer es mio.
— Te tenemos que comunicar algo, que tu nos servirás.— Los tres sonreímos.
— Cuente conmigo.— Nos acomodamos en un sillón flotante.
— Hace ya como...— Anoceto comenzó a contar la historia con aquella voz inigualable...
Narra Justin.
Me desperté entre las brumas de mi subconsciencia, la nítida luz del sol mañanero entraban por los minúsculos agujeros de la carpa. Sentía a Alex, su espalda contra la mía.
— Gracias a dios que no roncas, porque ya serías ciempiés en persona. — Susurré y me levanté intentando hacer el menor ruido posible.
Salí y respiré llenado mis pulmones de un viento fresco. Suspire profundamente y me di cuenta que la carpa de Alex no estaba ¡Maldita sea! Ahora tendré que dormir con ella si o si. Sin importar que, miré al horizonte donde un color amarillento se apoderaba de mi haciendo que mis sentidos se mezclaran, a la vez me sentía eufórico y melancólico ¿Y mi familia? ¿Y la familia es estos niños?
— Hey.— Salté escuchando la chirriante voz de Alex.— Serás mujeriego, un chico malo pero mírate Justin... acabas de saltar como digno gay que eres.— Rió y yo intenté no sonreír.
— Cierra tu boca y ayudame a desmontar esto... — Apunté a mi carpa.
— ¿Y la mía?— Intentó buscar con la mirada.
— No intentes buscar nada, seguro que te o robaron. — Entre cerró los ojos.
— ¡Oye! No es mi culpa, es la tuya por haberme convencido de quedarme en tu estúpida carpa.— Rodee los ojos.
— ¿La mía? Fue la tuya por haberme venido a molestar en medio de la noche.— Pasó por mi lado indignada, esta vez me reí yo.
Desyunamos y bueno , recogímos la carpa tranquilamente. Ella se lucía con unos shorts blancos y un niqui blanco de tirantes... era tan sencilla, y eso es lo que me gutaba - ¡Justin cállate!-
— ¿Escuchaste ese ruido?— Me miró alertada.
— Vamos Alex, no me vacíes.— Me reí.
— Eres un engreído...— Escuché matorrales moverse justo detrás de mi.
— Si, lo acabo de escuchar... acabo de escuchar al rey de los gorilas; Que vallas a saludarlos, ya hace tiempo que no les hiciste caso.— Cubrí mi miedo entre carcajadas nerviosas.
— Eres, eres...— La interrumpí.
— El chico de ojos azules que te tiene loco.— Veía su furia en sus ojos.
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The Infinite Game™
Ficção AdolescenteChicago, año 3000, un grupo de tres amigos, inocentemente compraron un juego popular sin saber lo que les podría suceder.