Capítulo cinco: Nieve en Primavera. Parte uno.

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Primavera, año desconocido.

Ya había pasado mes y medio desde que Hiccup se había enterado de la muerte de Jack y realmente ese chico, no había tenido ganas de regresar a la cabaña quemada, no había tenido fuerzas ni para salir de su cama, el pecoso a penas y había tocado bocado e ignorando el hambre, se la pasó durmiendo todo ese tiempo con la excusa de que estaba enfermo.

Al dormir podía ver a su amado Jack, en aquellos sueño le bastaba sólo verlo ahí junto a el, en esas utopías podía recrear todos aquellos paisajes que habia visto desde el aire, soñaba con su voz, su cabello, sus labios, su cuerpo, su hermosa sonrisa, pero incluso aunque pareciera tan real, no podía jamás visualizar sus ojos, aquellos luceros tan llenos de colores, dada esta situación, el vikingo, se sentía frustrado, pero al poder tener todo lo demás ese sentimiento se dispersaba, aunque no por completo. Cuando Hiccup despertaba, inmediatamente sentía una punzada en el pecho, a la altura del corazon, su cuerpo se llenaba de un escalofrío profundo, hacia que le doliera cada parte de su ser y en su garganta guardaba un grito dolorido. Desde aquel día, había jurado no llorar más, así dejaría descansar el alma de su amado aunque eso lo matará lentamente.

Aquella tarde una ráfaga de aire frío habia entrado por su ventana y lo había destapado bruscamente, despertandole de aquella ilusión tan hermosa.

-Rayos...- susurró levantándose molesto, se mareo un poco y su pie se dobló ligeramente, haciendo que cayera al suelo, metió las manos y se quedó sentado, miraba la ventana perdido y poco a poco con sus manos se fue ayudando para quedar tendido en el piso- "¿qué día es hoy?"- se preguntó pensando- "¿cuántos días han pasado ya?"- intentó contar los días pero simplemente le resultó imposible.

Suspiró pesadamente y se sentó, comenzó a gatear hacía la ventana y miró la luna, era grande y redonda, una luna llena,estaba visible a pesar de que era de día; los ojos de Hiccup se abrieron repentinamente y pudo contar los días, las horas, los minutos y los segundos y se dio cuenta de que era el día, era ese maravilloso y maldito día de primavera en el que había conocido a Jack.

Tomó fuerzas y se levantó, se puso su armadura y corrió hacía afuera de la casa, por suerte no había nadie en la isla, entre sueños había escuchado que se irían a una expedición, iba en camino a buscar a Chumuelo cuando algo lo tomó del hombro.

-Hiccup- lo giró bruscamente y lo abrazo- muchacho.

Era Bocón.

-Ah, Bocón, que alegría verte.

-Por lo que veo, ya te sientes mejor, pero ya no vas a alcanzar a tu madre, se han marcado muy temprano.

-¿De verdad? ¡Oh, rayos!- hizo un además de decepción y río ligeramente- Entonces regresaré a  casa...

-No, no, no, tu vienes conmigo a la  herrería.

Lo arrastró dentro de la choza, ahí ardía el fuego que era alimentado por un dragón bastante flojo, su alrededor estaba adornado de sillas para montar dragones, armas, escudos, trampas y todo era obra de ese hombre rubio, un simple genio con el metal, madera y algo de piel. Hiccup comenzó a hacer una hacha mientras miraba la luna, al fondo de todo lo que pensaba estaba la voz de Bocón, tarareaba una canción, era una maldita canción de amor y como todo el mundo sabe, cuando se escucha una balada de ese tipo, tu historia casualmente concuerda con la letra, y así era, para la desgracia del pecoso, sabía la letra de aquella canción, y aunque su mente quería divagar hacía aquel lugar de luces mortecinas, sus oídos la ataban a este mundo torturando cada parte de su ser y haciendo que su corazón se llenará de dolor. Apretaba sus ojos, el chico quería mantenerse cuerdo, así como también, quería ignorar el sufrimiento, respiraba profundo, fuerte, pero aún así sentia que se ahogaba, apretó sus puños pero sentía que todo se vendría abajo en cualquier instante, un escalofrío invadió su cuerpo, comenzó a pegarle más fuerte al fierro de el hacha.

-Oye, chico, con calma- escuchó decir a Bocón, pero no se detuvo, se sentía ahora furioso, no podía controlarse, rompió el hacha e incluso en ese momento seguía golpeandola. No era consciente de lo que su cuerpo hacía.

Algo lo jaló del hombro y le detuvo aquel maso sin ningún problema.

-Hiccup... ¿Qué ocurre?

Sin que el chico se hubiera dado cuenta, de sus ojos verdes salían lágrimas... caliente, gruesas y amargas, inundaban su rostro, lo hacían temblar junto con esa enorme furia que sentía. Regresó y su expresión de frustración cambió, en sus ojos se veía trsiteza que poco a poco fue transmutando su cuerpo hasta hacer que este cayera de rodillas por tanto sentimiento.

-Bocón...-susurró y se cubrió el rostro, comenzaba a llorar, en ese momento no pensó las consecuencias de sus actos, pero ya, ¿qué podría importarle si él ya estaba muerto?

-Es amor lo que te pone así, ¿verdad?- preguntó el rubio mientras Hiccup dejaba de llorar por un instante, quiso hablar, pero pensó que algo indebido saldría de sus labios- Muchacho, no debes de ocultarlo.

-Sí...- se mordió los labios y negó con la cabeza, apretó sus ojos y sus puños.

-Tranquilo chico... seguramente ella aceptará lo que le propongas.

El de ojos verdes lo miró extrañado, ¿de quién rayos hablaba?, después de unos segundos de meditarlo, se dió cuenta de que él, hablaba de Astrid, ya que Bocón sabía todo lo que había sentido alguna vez por la rubia, pero no le había informado que ya habían estado juntos y que incluso habían terminado.

-No... Astrid no es...- soltó secándose las lágrimas- es alguien que conocí en mis viajes.

-¿Es por eso que terminaste con Astrid?

-¿Cómo te enteraste?, yo...

-No puedes ocultarme las cosas muchacho- Bocón hizo una mueca- ahh... y bien, ¿qué pasó con ese "alguien"?

-No... no quiero... no quiero hablar de eso... yo- su  voz comenzaba a cortarse, pero se reprimió.

-Pero muchacho... no creo que la chica este muerta.

Hiccup sintió como todo su ser temblo y aquel dolor que por un instante se había apagado, renació.

-Cielos...- exclamó El Rudo* mientras tu miraba la expresión de Hiccup- muchacho, eso sí que es malo...- trató de arreglar lo que había dicho, pero fue en vano- ¿hace cuánto?

-Murió en invierno...- susurro mientras sus ojos miraban a la nada

-Ya veo... entonces supongo que querrás visitar... su lugar de reposo...

-No... - nego junto con la cabeza- ya no quiero ir... bueno... si quiero, ¡ay!... no sé que hacer...- se cubrió el rostro mientras aguantaba las lágrimas.

Bocón suspiro ruidosamente y le dio una palmada en su espalda.

-Ve... ve con ella...- dijo mientras se daba la media vuelta- si tu madre vuelve antes, yo fingire que no  te he visto... anda

Hiccup lo miro y suspiro, salio de la cabaña de herrería corriendo y se montó en Chimuelo, alzo vuelo y lo dirigió hacia la casa de Jack.

Llegó ahí y se acercó al lago, el dragón se sentó a su lado y ambos se quedaron viendo al agua; Hiccup pensó en sumergirse a buscar el cadaver de su amado, pero ¿qué haría si lo encontrará?, seguramente decidiría no salir jamás del agua. Se quitó la armadura y se quedó solamente con el pantalón,  sabía que era peligroso, que se hundiría por su pierna de metal y que prácticamente sería imposible volver a salir, pero no le importó, dio unos pasos cerca del agua y justo cuando iba a tomar impulso para entrar al agua, comenzó a caer un poco de nieve, y el lago poco a poco se fue congelando hasta quedar cubierto por una capa de hielo muy gruesa.

Mortales e inmortales  *EN EDICION* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora