One

21.6K 1.4K 577
                                    

Un año atrás





Katsuki odiaba muchas cosas, los dulces, la derrota y los gritos de sus fans. Suspiró, ya casi era la hora. Le dio una ojeada a su reloj, aún faltaban unos cuantos minutos para la función, arrugó la nariz, ¿Qué era ese ruido? Caminó lentamente y se situó al frente de una llamativa puerta, pintada de amarillo y rebosante de detalles negros y blancos. Chasqueó la lengua y se dispuso a tocar, golpeó la madera una y otra vez, restándole importancia a los chillidos provenientes del interior. La cerradura hizo clic y la cabellera rubia de su compañero se dejó ver, alzó una ceja, esperando por una explicación. Katsuki también odiaba los chillidos de emoción de Kaminari, eran irritantes e innecesarios y pese a ello, siempre estaban presentes.

— ¿Me dejas disfrutar la puta paz que merezco? — Le preguntó con molestia, Kaminari sonrió nervioso.

Katsuki analizó el panorama, mejillas sonrosadas, ojos brillantes y manos temblorosas. Segundos más tarde lo entendió, Denki estaba emocionado por la respuesta de su chico "Soñado" Como él lo llamaba, ¿Qué esperaba? Esta era la personalidad del idiota. Con pesar, recordó la forma en la que lo conoció: En el pasillo silencioso y solitario de la escuela. Kaminari gritó y le rogó para que le dejase probar su valía y tal vez realizar una audición y formar parte del grupo, bah fue patético. Katsuki y sus pocos amigos habían formado una banda musical, lo cual es un motivo suficiente para vivir en un show desbordante de brillo.

— ¡Encontré sus redes sociales, Bakugo! — Sonrió y se abalanzó sobre él, Katsuki lo golpeó y carraspeó — Después les contaré, es hora de concierto.

Al principio, fue difícil congeniar con los demás integrantes. Después de la graduación, la fama llegó a ellos y los lanzó al estrellato. Su mejor amigo en cambio, era más llevadero, paciente y calmado, eso le agradaba. Kirishima era una de las personas más valiosas en su vida y lo aceptaba con gusto. Al inicio, era duro decirlo en voz alta. Pero con el pasar de los años, fue su deber reconocerlo y deshacer la brecha que él había formado.

—¿Qué esperan? — Jirou la bajista los señaló y les lanzó una mirada afilada.

Detrás de ella apareció Kirishima, el baterista y Bakugo era el guitarrista y vocalista principal. Sin decir una palabra se encaminaron al escenario y la música inundó el lugar. Esta sería una noche centelleante y sorpresiva para Katsuki, el pasado estaba a punto de encestarle un golpe certero. Al mismo tiempo, un chico de cabellos verdosos se abría camino entre la marea de gente. Sin pensarlo y después de la primera canción, tuvo la intención de levantar una serie de carteles.

Sin embargo, sus músculos atrofiados se lo impidieron — Solo déjame hacer esto, maldita enfermedad — Masculló.

Chasqueó la lengua, debía ser capaz. El peliverde era de estatura baja, no obstante, necesitaba alzar los brazos y rápido, esa era su última oportunidad para aliviar su pecho y una forma rápida de dejarlo ir. Conseguir boletos en primera fila fue toda una batalla campal y tenía que aprovechar, era ahora o nunca. Intentó levantar el primer cartel y pese a ello, no tuvo éxito. De repente, alguien le arrebató los cartones con delicadeza. Se volvió lentamente y se topó con la mirada amable de su mejor amigo. Arrugó la nariz, pese a que se había esforzado mucho en la terapia física, comprendió que no podría hacerlo solo.

Izuku estaba enfermo, la vida de Izuku pendía de un hilo desgarrador. Según la palabras de la doctora, aún podría trotar y caminar, de igual forma realizar estás actividades no sería tan fácil. Pero, ¿Por qué levantar cosas eran tan difícil? ¿Los músculos de sus brazos se atrofiaban más rápido? La Ataxia devoraba su cuerpo y lo hacía con una lentitud dolorosa. La voz de Todoroki Shoto su mejor amigo lo sacó del trance.

— Yo los levanto y tú te pones al frente, así si tienes suerte, solo te verá a ti. Izuku, ¿Por qué tenías que venir tú solo y cargar esto? — Decidió ignorar la pregunta y centrarse en la banda.

Los carteles fueron alzados uno a uno y el aire abandonó los pulmones de Izuku. Confesar estas cosas por fin sus sentimientos, lo llenaba de una ternura hermosa y abrumadora. Inhaló y exhaló, era hora. No tenía mucho tiempo y sacar estas palabras harían que su mundo se sintiese liviano y pacífico. Por un instante, perdió la coordinación y se sujetó del brazo de Todoroki. Negó suavemente, debía hacer esto, aún podía moverse y verlo. Esta era su forma de resignación, de cumplir el feroz deseo que ardía en su corazón. Partir en paz y con tranquilidad era su segundo y mayor anhelo.

— Adiós, tu presencia lejana me hizo feliz, adiós precioso Kacchan — Murmuró — Un mundo sin mí, ¿Cómo sería? De todos modos, no estaré aquí para saberlo — Dijo en voz baja.

En el escenario y en medio del gentío desesperado, un cartel llamó la atención de Katsuki. Parpadeó repetidas veces y a través de señas, le indicó a Jirou que continuará la canción. Ladeó la cabeza y leyó el primer cartel, "Hola, te amo, ¿Sabes? Tus ojos son muy bonitos" y el segundo, "Te he amado desde que estábamos en la preparatoria" El tercero, "Gracias por existir" Y finalmente, el cuarto, "Sé feliz, por favor" Pese a la poca iluminación y gracias a la cercanía, tuvo la suerte de ver el rostro del chico responsable de los mensajes. Enormes ojos verdes, semejantes al color de una esmeralda, cabello igual de verde y una sonrisa encantadora. Sorprendido, lo observó alejarse, coger el brazo de otro chico y correr.

El corazón de Katsuki empezó a palpitar veloz. No, no podía ser él, no podía ser el nerd — No, no puedes ser tú, bastardo — Las letras de los carteles tenían un sabor amargo y al mismo tiempo dulce.

¿Qué era todo esto? ¿Una despedida? Irritado, apretó los puños, ¿Qué mierda? ¿Por qué hoy? No estaba seguro de si era Izuku o una confusión, pero imaginando la sonrisa encantadora del chico susurró — Yo también — Cerró los ojos — Yo también te amo.

El nerviosismo había empezado a devorar sus entrañas, ¿Por qué no lo seguía? ¿Por qué se había quedado inmóvil como si fuese una maldita estatua? No lo sabía, pero esto no había terminado. Nadie se despedía de Bakugo Katsuki, sobretodo él. Izuku no lo advirtió, pero su vida estaba a punto de dar una vuelta de ciento ochenta grados.

 Izuku no lo advirtió, pero su vida estaba a punto de dar una vuelta de ciento ochenta grados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La melodía de mi alma | KatsuDeku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora