Sixteen

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Katsuki respiró hondo, ¿Ya había amanecido? Se levantó perezoso y caminó en dirección a la ventana. Los malditos transeúntes se movían ágiles e irritantes, chasqueó la lengua, ¿Por qué eran tantos? Habían mujeres y niños aquí y allá. Hombres en trajes oscuros y expresión prepotente. Apretó los dedos, los rayos del sol iluminaban de lleno su rostro, dándole un intenso brillo a sus ojos. Daba la impresión de estar viendo dos centelleantes rubíes. Parpadeando, regresó a la cama y analizó el techo.

Han pasado dos días desde la muerte de Izuku. Dos días desde que fue enterrado, dos jodidos e insoportables días. Katsuki recordó de pronto una frase, "Quiero pegar estrellas fluorescentes sobre el techo" Volvió a parpadear. Él quería eso, tan infantil como siempre, pensó.

— Incluso en las cosas más jodidamente sencillas soy capaz de recordarte — Susurró.

Se irguió, había destrozado su habitación. En medio de tanto desorden, las encontró. Hace unos días, mucho antes del caos, compró un paquete de estrellas fluorescentes. Para sorpresa de Mitsuki, Katsuki salió de su habitación. Siguió sus pasos y lo observó coger una pequeña escalera, caminó de regreso y cerró la puerta de una patada.

— Es malditamente triste, pero necesito hacerlo — Balbuceó furioso, ¿Por qué? Y ahí estaba, la peor pregunta sin respuesta de su existencia. Ladeó la cabeza y buscando valentía y calma en su interior, colocó la escalera en la parte central del cuarto y se dedicó a pegar las estrellas.

Una, dos, tres y muchas. Después de veinte minutos, todo el techo estaba cubierto de ellas. Suspiró — ¡Mierda! — Gritó. La escalera se tambaleó por un instante y cayó de bruces contra el suelo y sonrió, ya no le importaba sentir dolor. Izuku se había llevado su alma con él, ¿Por qué? — No me atrevo a ver y sentir el sol — Murmuró. De súbito, alguien gritó su nombre, ignorándolo, se dirigió a la cama y se cubrió con el cobertor, ¿Qué parte de déjenlo solo no entendían? No quería ver a nadie y no quería escuchar a nadie. La voz que le llamaba subió unos cuantos decibeles, harto de la situación, abrió de un tirón — Joder, déjenme en paz.

Se topó con la mirada inexpresiva de Todoroki Shoto. El chico analizó el aspecto de Katsuki, cabello desordenado y ojos hinchados. Arrugó el ceño, a Izuku no le gustaría verlo en estás condiciones, a Izuku no le gustaría saber que Bakugo lo ha llorado en demasía. Ladeó la cabeza y le extendió una caja de color negro. Katsuki arqueó una ceja, ¿Qué mierda había en esa caja? Estuvo a punto de echarlo, cuando Todoroki habló.

— Es de parte de Izuku, todos recibimos algo y me pidió que te lo entregara en persona. Izuku siempre fue alguien organizado, siempre se anticipaba a todo y sus últimos meses no fueron la excepción — Dijo con seriedad.

Katsuki cogió la caja perplejo y cerró la puerta. Shoto sonrió satisfecho y buscó la salida. Bakugo parpadeó, sus manos empezaron a temblar, la ansiedad había empezado a carcomerle las entrañas. Inhalo y exhaló, se dejó caer sobre el piso y quitó la tapa. El interior contenía una cinta, un carta y un libro. Con cuidado, desenvolvió el papel y con miedo leyó.

Amado, Kacchan.

Si estás leyendo esto, es porque estoy muerto y sé que leer esta carta te duele mucho. No obstante, para mí era necesaria, ¿Recuerdas esa vez en la que comimos palomitas de maíz hasta reventar? Bueno, estoy pensando en eso mientras escribo. Hay muchos motivos por lo que estoy escribiendo. El principal es por agradecimiento, sé que lo he hecho muchas veces, pero quiero hacerlo una última. Primero, dile gracias a la señora Mitsuki por haberte dado la vida, si no existieras, tal vez yo hubiese sido infeliz sin saberlo. El segundo motivo, es demasiado superfluo, gracias por ser tan guapo. Eres sexi de hecho. El tercero, gracias por darme tu hermoso amor, es lo mejor que me pasó en la vida. Me regalaste el mejor año que alguien podría desear. El cuarto, gracias por amar a alguien tan simple como yo.

Te amo mucho, ¿Sabes? Lo sabes, ¿Cierto? Por cierto, la cinta es graciosa. Solo soy yo diciendo te amo muchísimas veces. Creí que sería un detalle lindo, no sé si piensas lo mismo. Pero me da igual, quería hacerlo. Tenerte a mi lado fue un regalo muy bonito y espero que lo sepas. No quiero que me olvides, pero tampoco quiero ser un fantasma cruel. Un fantasma que no te deja vivir, eso sería trágico. Quiero ser un recuerdo para ti, uno precioso, quiero que recuerdes mi amor, pero sin sufrir. Kacchan, te permito llorar por mí, gritar y golpear cosas. Sin embargo, lo que más deseo es que sigas tu vida. Que no existan remordimientos, ni dolor. Vive, Kacchan, vive. Por favor, cúmpleme ese último deseo. Ahora otra cosa, cambiando de tema. Si en la otra vida nos encontramos, ¿Podríamos estar juntos como en esta? Espero que si, eso me haría muy feliz. Hasta aquí, lo demás está en el libro. Al principio, deseaba dejar una última cosa al mundo. Pero prefiero dejárselo a mi mundo personal. Ese libro tiene todos mis sentimientos y amor por ti.

Te amo y te amaré siempre.

La luna y el sol siempre estarán juntos.

Las lágrimas no dejaban de bajar. Bajaban y bajaban, hasta perderse en su cuello — ¿Por qué te fuiste, maldito? ¿Por qué? ¡Te odio, bastardo de mierda? — Los minutos pasaron y el llanto no se detenía. Sus ojos se derretían y la tristeza mermaba la energía y el calor de su cuerpo. Moviendo la cabeza en todas direcciones, recordó que tenía un reproductor de cintas y corrió a buscarlo. Levantó cosas y volvió a tirarlas. Lo encontró y con una velocidad impresionante colocó la cinta de Izuku.

Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo.

Te mentí, también cantaré mi canción, "La canción del nerd".

La desafinada voz de Izuku destrozó el silencio con potencia. Katsuki sollozó, intentar detener el llanto era imposible. Golpeó el suelo y pateó su escritorio, el dolor lo consumía y no lo dejaba respirar. Lo quería, quería tenerlo a su lado. Alzó una mano y la llevó a su corazón, Deku escribió que quería ser un recuerdo, sin embargo, actualmente eso no era posible. Katsuki sacó la cinta y la abrazó, allí estaba esa voz que tanto amaba. Lo único que le quedaba de él, sin pensarlo, volvió a coger la caja y observó el libro con atención. Soltó un chillido, la portada era uno de sus dibujos. Estaba autografiado, "Para Kacchan". Con el corazón a flor de piel, se dispuso a leer — ¿Qué más me has dejado, Deku?

 Con el corazón a flor de piel, se dispuso a leer — ¿Qué más me has dejado, Deku?

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La melodía de mi alma | KatsuDeku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora