7. Mi primer beso.

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Como pase de ser una chica invisible con kilos demás a estar con los chicos más populares del instituto en menos de una semana, no lo sé, la llegada de Amor que no hizo más que despertar el interés de Thomas tal vez ayudo o el beso de Cedric y Sisene que solo logro que sus ojos por fin se dieran cuenta de la existencia de Emmy, que Zev volviera a casa e intentamos retomar nuestra amistad, tal vez fue eso o tal vez ya no era una chica invisible, tal vez nunca lo fui.



Eros toma mi mano haciéndome abrir los ojos como platos, estos casi se salen de su lugar por el asombro, el chico quería llevarme adentro de la fiesta.



— Entra conmigo — tenía o que estar soñando o definitivamente alguien me había dado la poción de la buena suerte de Harry Potter sin yo saber.

— No puedo — miraba a mis amigos, Zev no me veía con buena cara y solo me importaba él, no me importaba las caras de asombro del resto.


— ¿Tienes novio? — niego como si fuera sido un chiste de mal gusto, dejo de ver a mis amigos para posar la vista en el castaño — no le veo el problema entonces — supongo que él no estaba acostumbrado a escuchar un no.

— No quiero — me atreví a decir y él sonrió, una linda sonrisa que dejaba ver su perfecta dentadura, ¡mierda que guapo!


— Si quieres — refutó, lucia juguetón cosa que me enojaba un poco, no quería empezar ese juego del si y no, él era un universitario muy guapo y con mucha experiencia que yo para nada tenía, ni el primer beso había dado, sí era una monja.

— No, quiero que me sueltes para poder ir con mis amigos — Eros me miro y soltando un largo suspiro algo exagerado y dramático para mi gusto por fin dejo en libertad mi mano.


— Estas hermosa — ahora era mi turno de sonreír al ver que coqueteaba conmigo — ¿dónde habías estado? — adelgazando un poco supongo o quizás en el baño vomitando — bailaras conmigo al menos — quien no querría bailar con Eros.

— Si bailar estará bien — entre una sonrisa se acerca y besa nuevamente mis mejillas, estas arden ante la emoción, Zev tenía razón había despertado el interés de Eros, ¿pero él había despertado algo en mi?



Se separa y lo veo alejarse para ir con sus amigos y entran a la fiesta mientras mis amigos que no escucharon del todo nuestra pequeña conversación me miran como si tuviera mucho que explicar.

..

Miro al castaño con su camisa blanca que se ajusta a su cuerpo no tan robusto pero para nada delgado, su piel es tan blanca y luce cremosa como la nivea, su cabello hace contraste con su piel, Lana no deja de coquetearle y aunque me parece guapo no me molesta, no siento absolutamente nada, ni una pizca de celos, doy un trago a mi Vodka, si mamá me viera me matará, papá solo me diría que no abusara.


— Eros es el chico que te gusta — me sorprende la pregunta de Zev que a pesar de la ruidosa música logró escuchar, lo miro, sus ojos ruegan por un no, así que lo complazco, era la verdad, ni siquiera recordaba la existencia de Eros.

— No, no es Eros — él suelta una bocanada de aire como si mi respuesta lo tranquilizará, me encantaba poder estar junto a Zev, me encantaba poder hablar con él libremente.



— Eso es bueno — Claro, solo me cuida de Eros, no era boba, sabia la reputación que tenía ese chico esculpido por los dioses mismos — bailas conmigo — extiende una de sus manos y volcando los ojos y dejando mi vaso en una mesa a mis espaldas la tomo.

— Porque no.



Los extraños movimientos de Zev hacen que no pare de reír, él también ríe divertido ante mis intentos de imitarlo, entre risas sus brazos me envuelve en un abrazo, mi corazón azorado ante la cercanía se hace presente y mi risa pasa hacer una nerviosa, en los brazos de Zev me sentía cómoda, segura, lo escucho aspirar en mi cuello a pesar de ser más pequeña me tiene bien sujeta mientras su nariz roza mi cuello, parece estar metida en mis cabellos lacio.



— Te extrañé tanto — y yo a él — siempre has sido especial Peyton, siempre — nos separamos mientras mi ojos se cristalizan ante sus palabras, el ser una lloraba era parte de mi sistema, él me mira con sus ojos brillando, chispeando felicidad y se que Zev me quiere, pensé en los últimos años que ya no era nadie en su vida, estaba equivocada Zev me quería.

— También te extrañe Zev, también lo hice — nuestras miradas parecen no querer dejar de admirar a la otra pero la voz de Eros me hace romper el contacto.


— Me la prestas Collins — la sonrisa de Zev se tambalea por unos segundos.

— Claro, cuídala es mi hermanita — y se va, lo veo alejarse así sin más, mi estomago parece reducirse, quiero ir tras él pero Eros toma mis manos robándose así mi atención.


— Peyton Bramson, ya se quien eras — lo escucho decir la música ha sido cambiada por una suave y sus manos nos tardan en viajar a mi cintura.

— ¿Quién era? — pregunto aún con las ganas de querer ir tras de Zev en mi cuerpo.

— Si te vi un par de veces pero has cambiado — no entendía porque todos decían aquello, si había cambiado pero yo me seguía viendo igual de gorda, igual de… fea.


— Pues lamento decirte que no he cambiado, si es por el físico quizás un poco pero sigo siendo la misma, así que si me disculpas debo ir con mi mejor amigo — Si estaba rechazando a Eros Jones, esperaba no arrepentirme pero por Zev estaba seguro que jamás eso pasaría.


Salgo al pateo del hermoso jardín de la casa de Cedric, la familia de Cedric no tenía problemas económicos, al contrario disfrutaban de una muy cómoda vida, doy un par de pasos y ahí estaba con Thomas.



— Te gusta Peyton — me detengo, necesitaba escuchar su respuesta — me gusta Amor y necesito estar seguro que no te gusta.


— No me gusta Peyton, es.. es como mi hermanita, mi mejor amiga sí, siempre será solo eso y hoy vi a Rose, estaban con Ben pero aún la quiero, a ella si la quiero — eso fue suficiente para que mis ilusiones no se rompieran, ya lo estaban solo que me negaba a aceptarlo, pero el dolor que había intentado dopar despertó.

— No te importa que Eros esté tras ella — intento contener las ganas de llorar y salir corriendo de ese lugar.


— No en lo absoluto, Eros no querría nada serio con Peyton, él no la va a querer de verdad por eso hablaré con él, no dejare que la ilusione falsamente, él es un chico… un chico de mundo — y yo una gorda a la que nadie podía querer de verdad, Zev no era mejor que Cedric o que Thomas, era igual de tarado como sus amigos.

Mis ojos cristalizados por saber mi corazón roto me dicen que debo ir a casa y no exponerme más, había estado apunto de confesarle todo a Zev y quedar como una estúpida.



— Estas bien — Eros, mis ojos miran sus verdes que me observan con preocupación — ¿te gusta Zev? — asiento y las tirar se su labios se curvan hacia abajo — puedo hacer algo para hacerte se sentir mejor — lo había escuchado todo o mi cara hablaba por si sola.


— Me llevas a casa — una sonrisa en su labios me hace saber que si lo hará.

— Con gusto — él me ofrece su mano y solo lo miro, eleva ambas cejas y aún con mis ojos llenos de lágrimas la tomo.






— Gracias por traerme Eros — él solo asiente mientras no se si besar su mejilla para despedirnos.

— Mañana podemos ir por un helado — Eros era agradable, derrochaba mucha seguridad pero no lucia agrandado, creo que realmente me agradaba y podía ser su amiga.


— Claro — abro a la puerta pero su mano me detiene, Eros se acerca despacio a mi rostro mientras mis ojos no hacen más que abrirse.

— Déjame besarte — a penas lo había conocido hoy, Eros eran muy lanzado en definitiva, no puedo articular ninguna palabra así que el tomo mi silencio como un si.



Se acerca hasta rozar su nariz con la mía y cierro mis ojos, mi corazón late apresurado entonces su labios rozan los míos, una suave caricia, sus labios poco a poco prueban los labios, primero uno y luego el otro, yo intento seguirlo aunque nunca había besado a un chico, siento las mariposas traidoras aleteando y me digo que no debo, me separo asustada por lo que acabo de hacer, termino de abrir la puerta y salgo apresurada.



— Mañana a las cinco — lo escucho gritar y después de pelear con las llaves logró entrar a casa.


— ¿Quién era? — la cara de mamá sonriente me hace dar un pequeño salto del susto.


— ¡mamá! — me quejo pero se que no me dejara en paz hasta que le diga quien es — Es Eros Jones — la sonrisa de mi madre se extiende.

— El jugador de americano — asisto — oh eso es grandioso, tu padre ha trabajado para su familia, Ricardo Jones es un padre soltero que hace unos delicioso pasteles, es un buen muchacho — claro porque no sabia la reputación que tenía en el instituto.



— Puedo ir a dormir — asisten satisfecha por saber quien era el chico con el que me había besado, seguro nos había visto, por su sonrisa se que si.



Entre a mi habitación con mi cabeza echa un desastre, Eros Jones me había dado mi primer beso y… me había gustado, acaricio mis labios recordando lo suave que había sido, sonrió porque no había sido tan desastrosa o al menos eso pensaba yo, ensayar con mi mano de pequeña no fue tan malo después de todo.



El teléfono suena y lo saco de mi pequeña bolsa y son dos mensajes.



Zev ♡

¿Dónde estás? ¿acaso te fuiste?
12:58 P.M.


Eros.
Dulces sueños hermosa Peyton.
12:57 P.M


Recordar las palabras de Zev no me hacia bien, me sentía tan triste y no quería más bajones en mi vida, llevaba muchos años enamorada de Zev y creía que merecía una oportunidad de ser feliz así no fuera a su lado y Eros era un buen partido, solo esperaba no salir más lastima.





— Fresa y vainilla — digo acomodando mi lacio cabello detrás de mi orejas.

— Para mi chocolate con vainilla y sirope de chocolate para ambos por favor — la chica se va y ya tengo los lindos verdes de Eros sobre mi nuevamente.


— Como es la vida universitaria — pregunto mirando a través del enorme cristal del local el auto de Thomas estacionarse en la estancia.


— No me quejo, tengo promedio de 89% no es excelente pero me va bien — si le tenia que ir bien por el bien de su beca.


— Muchas chicas — veo a Thomas junto a Zev bajar y no puedo evitar sentirme nerviosa, porque tenían que venir justo aquí y ahora.

— Ninguna como tú y son muy creídas, la universidad muchas veces parece más una orgía, estudiante queriendo tener sexo y ya, no soy un santo pero me gusta cuidarme — claro, Eros era muy selectivo, siempre había sido si — y tú, aparte de Zev Collins como te va en los temas del amor, creo que eres más de amar, imagino que te gustan las relaciones estables — a decir verdad no lo sabia, él había sido mi primer beso.



La puerta del local al ser abierta hace un pequeño ruido y me dedico a no mirar, estoy de espalda así que solo me enfoco en mirar a Eros, el gesto de él cambia al mirar a la entrada acaba de ver a Zev lo sé.





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Amo tus kilos demasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora