Capítulo 2: Abuso de Poder

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Thomas observaba las calles de Gótica a través de los enormes ventanales de su oficina

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Thomas observaba las calles de Gótica a través de los enormes ventanales de su oficina. Proto, alguien golpeó la puerta.

—Adelante —exclamó el varón.

—Señor Wayne —exclamó una voz femenina—. Aquí le traje lo que me pidió.

Thomas hizo girar su silla, encontrándose con su secretaria: Rachel Holmes. Ella era una mujer joven, de cabello castaño y ojos café. En sus manos, traía una botella de whisky y un pequeño vaso, los cuales dejó sobre la mesa.

—Quédate, Rachel —exclamó Thomas mientras se servía un trago—. ¿Sabes que el alcohol esta prohibido en nuestra religión?

—Lo sé, señor Wayne. Toda buena mujer debe recordar las leyes dadas por el creador en el Corán.

—¿Y sabes por qué las bebidas alcohólicas están permitidas en los Estados Confederados? —preguntó Wayne, a lo que la mujer negó con la cabeza—. Cuando los sarracenos marcharon sobre Europa, como sus triunfantes conquistadores, empezaron a islamisar a la población pagana. Sin embargo, eso fue un proceso tardío. Britania y la parte humana de Escandinavia fueron los últimos en islamizarse, pero no pudieron erradicar la tradición de las bebidas. Nosotros somos los herederos de esa parte de Europa, así que no nos adherimos a todas las normas como en Medio Oriente u otras partes del centro o el sur europeo.

Wayne se puso de pie, rodeando el escritorio para quedar frente a su asistente.

—¿Has probado whisky?

—Jamás, señor Wayne.

Thomas sonrió y bebió todo el contenido del vaso de golpe. Tras eso, tomó a la fuerza el rostro de la mujer y le plantó un feroz beso. Haciéndole presión en las mejillas, le hizo abrir la boca y escupió dentro el whisky que no había tragado. Rachel se apartó mientras tosía con fuerza, sujetando su garganta por el ardor que sentía. Wayne la observaba con una pequeña y sádica sonrisa adornando su rostro.

—Sácate la ropa —ordenó el varón, clavando sus oscuros ojos en la mujer.

—¿Qué? —preguntó con sorpresa, y temor.

—Sácate la ropa —repitió con fastidio.

—Señor Wayne, yo no...

—Tu madre esta internada en el Hospital Central de Gótica —afirmó el varón mientras se apoyaba en el escritorio, con la vista hacia adelante—. Leucemia. Sería una lastima que la hecharan y no la permitieran entrar en ningún otro hospital. También sería una lastima que tú te quedes en la calle con ella, sin dinero para medicamentos y viendo como se muere, retorciéndose en la basura.

Ante aquello, la mujer no pudo evitar romper a llorar ante la frialdad en las palabras del varón.

—Usted no sería...

Owlman: Lord of CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora